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TAREA DE HOY, DERROTAR AL FASCISMO

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Por Gustavo Espinoza M. Perú

Recientemente, el pasado 19 de junio, se cumplió el 38 aniversario de la matanza de los Penales, una de las expresiones más nítidas del accionar fascista en nuestra patria.

La lucha de los pueblos contra esa siniestra deformación del dominio del capital financiero, tiene larga data. Se remonta hasta sus orígenes, en los años finales de la primera década del siglo XX,  y luego exportado a Italia; cuando asomó como herramienta desatinada a aplastar a los trabajadores e impedir que la Ola Revolucionaria de los Años 20, inspirada en la gesta rusa del 17; diera al traste con la sociedad capitalista y cambiara la faz de la tierra implantando un régimen más humano y justo,  el socialismo. 

Convengamos que el fascismo no es una Ideología, sino una forma de acción. Veremos entonces que las primeras expresiones de la bestialidad del fascismo se registraron en Hungría y en Bulgaria.

En el primero de estos países, cuando fuera derribada la Revolución de los Crisantemos del Conde Karoldy y Bela Kun en 1920. 20 mil obreros fueron brutalmente perseguidos y asesinados para escarmentar a quienes habían tenido la osadía de buscar un camino nuevo para su patria. Mariátegui denunció esos escalofriantes crímenes.

En Bulgaria, la historia no fue diferente. El gobierno campesino de la Unión Agraria Popular Búlgara fue derrocado en junio de 1923, y su líder principal, Alexander Stambolinski asesinado, por las nacientes hordas de un fascismo forjado en las canteras de un militarismo feroz.   

Pero de ese fuego macerado en sangre, brotó una figura de la historia: Jorge Dimitrov, nacido en 1882, en la aldea de Radomir. 41 años después, encabezó la primera insurrección antifascista de la historia en septiembre del 23.  La derrota del movimiento, no fue vana.

Luego de la Conferencia de Vitosha en agosto del año siguiente, se generó un valeroso núcleo de revolucionarios que se jugó por el destino de su pueblo en medio de una tormentosa confrontación de clases.

Diez años más tarde, en 1933, en el Proceso de Leipzig el búlgaro se enfrentó a Goering, el Jefe del Reichstag, y puso en ridículo al dominio Nazi.  Desenmascaró a los verdaderos incendiarios del Parlamento Germano y salió de las ergástulas del fascismo para dirigir el VII Congreso de la Internacional Comunista, que diseñó la estrategia que habría de derrotar a la Alemania Nazi. Su camino de victoria, no se detuvo, y en 1947 asumió el gobierno de su país. Dos años más tarde, el 2 de julio de 1949, pasó a la eternidad.

Entre 1939 y 1945 la lucha tomó otros ribetes, Millones lucharon  con las armas en la mano para hacer frente al fascismo. La Rusia Soviética y el Ejército Rojo jugaron el rol principal. Ellos vencieron.  

Los peruanos tuvimos experiencias duras también con el fascismo. Quizá sus antecedentes más remotos, estuvieron en las denuncias referidas al “complot comunista” de los años 27 y 29 del siglo pasado, que sirvieran para encarcelar a Mariátegui; pero su expresión más dramática, vino después:

El surgimiento de las Camisas Negras de la Unión Revolucionaria de Luis A. Flores; el tratamiento a la huelga minera del 30, la masacre de Malpaso y la ilegalización de la CGTP; la habilitación de Campos de Concentración en la selva de Madre de Dios, dispuesta por Samanez Ocampo; el régimen de Benavides; los Tribunales Militares y la Ley 8505.

Más tarde, vendrían otras. Y es que el fascismo en el Perú contó con la adhesión de personalidades destacadas como José de la Riva Agüero y Osma, algo así como el italiano Giovani Gentile de aquellos años a la sombra de Mussolini.  

Pero ciertamente el fascismo logró diseñar su propio juego bajo el régimen Neo Nazi de Alberto Fujimori,  en la última década del siglo pasado.  Usó la violencia terrorista alentada por los servicios secretos yanquis, para presentarse como un “instrumento de paz”;  y se valió de los organismos financieros internacionales para enfrentar la crisis económica creada por el primer gobierno de Alan García. A partir de allí se dedicó al pillaje y al saqueo, pero también a la represión salvaje contra el pueblo.

En la actual coyuntura, el fascismo toma cuerpo y se dispone a recuperar el Poder. Piensa que se le han presentado las condiciones necesarias para ese efecto, y se empeña en una batalla sin cuartel contando con una super alianza:

Las direcciones de los partidos ultra derechistas, la mayoría parlamentaria espuria, el cogollo del empresariado, la cúpula militar corrupta y la “Prensa Grande” suman fuerzas y buscan arrasar con todo. Bien podría decirse que la ofensiva que   despliega, los coloca a las puertas de sus objetivos más preciados. 

Lo que les falta es ganar la voluntad ciudadana, que crecientemente se ha situado en la vereda opuesta a sus planes siniestros. No obstante, hay aún confusiones y despistes. Hay todavía quienes colocados entre la Fujimori y el Fiscal Domingo Pérez, se sitúan del lado de Keiko; y puestos a escoger entre Patricia Benavides y la Junta Nacional de Justicia, optan por la primera, y denigran a la segunda.

Ocurre que no tienen la menor idea de cuál es, en cada circunstancia, el peligro principal.

Julius Fuscik, un valeroso comunista checo asesinado el 8 de septiembre de 1944, nos dijo hace ya casi 80 años: “¡No temáis a nadie, sólo al Fascismo…!”. Y, por cierto, la razón le asistió en esa circunstancia.  Es a ese peligro, al que hay que combatir 

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