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Sin organización estamos fritos, solo nos quedará el derecho a pataleo y con eso no se lograrán resultados que cambien la suerte de un país

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PULSO SINDICAL DIARIO DE LA CGT CHILE 

16 SEPTIEMBRE 2020

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«..Ellos estaban solos en ese norte vacío reclamando por su pan, tan amargo, tan mendigo, cuando un viento traicionero apretaba los gatillos.Ay mina del Salvador, es de sangre mi dolor..»                                    

Rolando Alarcón

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1.- ¿Que podemos decir respecto de los plebiscitos de 1980 y 1988? Que fueron resueltos por los detentadores del poder y quienes se oponían no tuvieron capacidad suficiente, para convencer a millones de lo justo de sus propuestas y lo importante de luchar por ellas.

Convengamos que en 1980 tal posibilidad era prácticamente imposible, pues cualquiera acción de disidencia era reprimida fuertemente, pero aún así algunos miles de valientes se atrevieron a gritar en las calles, promover acciones de protesta, lanzar volantes y pintar los muros.

Para 1988 había una marcada y decidida oposición a la dictadura. El FPMR y otros grupos la confrontaban con diversas acciones, de manera que  el imperialismo junto a la social democracia y la iglesia, se vieron obligados a buscar una salida pactada con el dictador y sus colaboradores, para evitar una explosión social de impredecibles resultados finales.

Se repite regularmente y en forma erronea un concepto muy manoseado. Que a la dictadura se le derrotó con un lápiz y un papel. Todos sabemos que fue el desencanto mayoritario de un pueblo, junto a la demostración de que se le podía hacer frente a la dictadura en todos los escenarios, lo que llevó a los negociadores a jugarse todas las cartas por la opción NO en el plebiscito. Aún así, los gestores de la salida pactada debieron hacer concesiones, plasmadas en un programa de gobierno que auguraba diversos cambios.  Aunque inicialmente algunos se atrevieron a llamar a un NO Hasta Vencer, el camino recorrido desde ahí en adelante deja claramente expuesto el abandono a esa propuesta, asumida por muchos que luego se sintieron traicionados. Y ciertamente era cosa de tiempo que en algún momento la caldera volvería a estallar.

2.- La explosión de octubre de 2019, tiene como pasos previos rebeliones de los trabajadores forestales, pobladores pescadores artesanales y toda la población de Aysen, la rebelión del gas en Punta Arenas, movilizaciones estudiantiles secundarias y universitarias por todo Chile, además de movilizaciones en sectores poblacionales y laborales. Aún así, la aplicación del modelo siguió enriqueciendo a unos pocos y empobreciendo a la gran mayoría.

Desde la aprobación de la Constitución pinochetista que se viene  reclamando una nueva Constitución y sin embargo los que se reparten el poder, habían convenido en hacerle solo modificaciones.

El estallido de octubre no mermó con el paso de los días, al contrario, se profundizó. Por eso es que la mal llamada oposición resolvió, el 12 de noviembre de 2019, demandar una nueva Constitución que debía provenir de una Asamblea Constituyente. Así lo deja explícito, con esa fecha, la declaración pública emitida por 13 partidos políticos. ¿Que pasó entre el 13 y el 15 de noviembre de 2019, que se eliminó la exigencia de Asamblea Constituyente y se suscribió un Acuerdo por la Paz con la derecha?

Todas las conjeturas son válidas. Desde el temor a un avance irrefrenable de las movilizaciones, hasta la notificación desde el mando militar de que podría haber un nuevo golpe de estado si no se buscaba un acuerdo.
A estas alturas no sirve de mucho que algunos partidos políticos se hayan marginado del acuerdo del 15 de noviembre (no solo fue el PC, también lo hicieron los Humanistas y los Regionalistas Verdes) pues con algunos cambios en el discurso, todos repiten la performance de 1988 y se hacen parte en esta ocasión, del llamado a votar apruebo y marcar convención constitucional.

3.-
 Tal como en 1988, se cree erroneamente que siguiendo el itinerario acordado con los guardianes de la dictadura, se pueden hacer cambios profundos. Todo indica que no se llegará más allá de lo que estos guardianes quieran conceder y que probablemente ya esté acordado. ¿Y entonces que hacer?

Y es está pregunta la que comienza a ponernos a unos contra otros, llegando a veces hasta la descalificacion, entre  quienes mantenemos la lealtad a las demandas de la clase trabajadora y el pueblo y aquellos que sienten que botar es un derecho que se ha ganado.

Personalmente creo que no hay mucho por hacer, salvo tomar partido por una de las 2 opciones en ambas papeletas o mantenerse al margen. Si consideramos nuestra demanda histórica de nueva Constitución, debiese marcarse apruebo y convención constitucional.

Dicen los detractores a esta alternativa que no habrá cambios profundos y tienen razón en muchas de las críticas. El problema es que la mesa fue puesta por otros, y no hubo capacidad ni fuerza suficiente para cambiarla.

Estando así las cosas se deben tomar opciones y a mi modesto entender el rechazo no es una opción. Sin embargo, no podemos condenar a quienes no vayan a votar, se abstengan, voten en blanco o anulen. Suficientes decepciones han tenido como para forzarlos a una más. 

4.- El que hizo la trampa seguro tiene la salida para evitar caer en ella, de eso no hay duda. El problema es que no saldremos de esta ni de otras similares, si no nos hacemos cargo de que para oponerse a las movidas de quienes se van rotando en el poder,  se requiere de un pueblo organizado y consciente, claro en lo que quiere y resuelto a lograr sus objetivos. Sin organización en toda la línea estamos fritos, solo nos quedará el derecho a pataleo y está claro que con eso no se lograrán resultados que cambien la suerte de un país.

No obstante, quienes están por el apruebo y aquellos que dicen que no vale la pena deben estar claros de que junto a las justas reclamaciones, se requiere con urgencia trabajar para construir organización en todos los niveles.

Mientras no exista un pueblo organizado y luchando, es poco probable que haya resultados positivos, más allá de los buenos deseos que podamos tener.          

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Nuestra fuerza la Unidad

Nuestra meta la Victoria

MANUEL AHUMADA LILLO

Secretario CGT CHILE 

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