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Otro escándalo en las poco decentes instituciones internacionales. Una vez más se trata del Banco Mundial. La manipulación de los datos con los que establece su ranking Doing Business involucra a la Directora-Gerente del Fondo Monetario Internacional, otro antro de delincuentes. Chile forma parte de ambos, y de la OCDE, que también aparece «mojada», dice Luis Casado. Mientras tanto, la Convención Constituyente se ocupa de su ‘reglamento’. Los piratas pueden continuar saqueando en toda impunidad…
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Ranking de mafiosos: Paul Ricca, Lucky Luciano, Meyer Lansky, Salvatore Agoglia…
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Escribe Luis Casado

Alguna vez te conté que fui carne de multinacional. Uno pierde su vida intentado ganársela, eso ya lo sabes. El sistema es así: si quieres cuidar de tu familia, criar a tus hijos, darles un barniz de educación y cultura, tienes que vender tu fuerza de trabajo. Nada nuevo bajo el sol.

En ese mundillo uno frecuenta Expos, Congresos, Misiones Comerciales, recepciones cockteleras llenas de gente que se cree importante y son en realidad minúsculos engranajes con cara de engranaje, las más de las veces no aceitados, los engranajes.

Por ahí me enteré de que una multinacional puede entrar en determinados rankings e incluso obtener premios. Para eso basta con pagar el 1er lugar del ranking (no hay otro), el premio, y dos o tres detalles menores como publicidad en una revista en papier glacé, y un cocktail en el que todos fingen celebrar el premio y el fantástico lugar en el ranking “de satisfacción de los clientes”“de innovación tecnológica”“de confiabilidad global”, o de lo que te salga de las narices: pagas por ello y como es sabido, el que paga la música pide la melodía.

De ahí que desconfíe de los rankings y de los premios. Cuando apareció en mi radar un engendro llamado Doing Business, la aguja de mi hijodeputómetro –útil adminículo automático integrado en mi cafetera– dio un respingo. Késako? What the hell? Doing Business es un ranking parido por el Banco Mundial (2003), ‘que provee una evaluacion objetiva de la legislación comercial e industrial en 190 países’ (Doing Business provides objective measures of business regulations for local firms in 190 economies). El ranking estima de cuanta facilidad disponen las empresas locales y/o extranjeras para operar en cada país. Desde el punto de vista empresarial desde luego, lo que en estricto rigor debiese llevar a sustituir “evaluación objetiva” por “evaluación subjetiva”. Los intereses del país en cuestión, los de su población, los de sus trabajadores, los de su entorno medio-ambiental y aun otros, salen sobrando.

En medio del auge de la globalización, el punto de vista empresarial fue definido en el año 1995 por Percy Barnevik, presidente de la multinacional ABB:“Yo definiría la globalización como la libertad para mi grupo de invertir donde quiera, el tiempo que quiera, para producir lo que quiera, aprovisionándose y vendiendo donde quiera, y soportando las mínimas obligaciones posibles en materia de legislación del trabajo y de convenciones sociales”.

El ranking Doing Business nació pues para medir “objetivamente” –de acuerdo a criterios tan subjetivos como los expuestos por Percy Barnavik– la facilidad para hacer negocios en cada país. Un buen lugar en ese ranking podía ser esgrimido para atraer inversión extranjera, junto a otro ranking aun más subjetivo, el tristemente célebre ‘índice de riesgo país’ inventado en el seno de la OCDE en el año 1997. No debe sorprenderte que Chile sea buen alumno en ambos rankings, visto que Chile es un paraíso para los corsarios como el citado presidente de ABB.Para probarlo basta con citar el Decreto-Ley 600, relativo a la inversión extranjera (DL600), impuesto por la dictadura:

Formas y procedimientos
La política de inversiones extranjeras en Chile está basada en tres principios: igualdad de tratamiento para los inversores nacionales y extranjeros; libre acceso a los mercados y sectores económicos para los inversores foráneos, e intervención mínima del Estado frente a las actividades de los inversores extranjeros.
…Los inversores foráneos tienen acceso libre y garantizado a todas las franquicias o facilidades regulares o sectoriales que existen en el mercado interno…

No existe tampoco ningún sistema de control público riguroso o exhaustivo del cumplimiento de las condiciones acordadas para el inversor extranjero, ni sanción que pueda ser aplicada en caso de transgresiones (sic).

Corría el año 1994, cuando una delegación chilena encabezada por el entonces presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle visitó Bélgica. En mi calidad de gerente comercial de una multinacional belga, asistí a la recepción de la comitiva en Bruselas por parte del príncipe Philippe, actualmente rey de los belgas, pero entonces presidente de la OBCE, Oficina Belga de Comercio Exterior. Después de los saludos de rigor, hubo preguntas a los ministros de la comitiva. Ante una pregunta mía, relativa al vergonzozo DL600, el ministro de Economía chileno, un tal Álvaro García que más tarde tuvo problemas con la Justicia en el caso Inverlink…, respondió literalmente que el DL600 se quedaba corto y convenía ir aun más lejos en la ‘libertad económica’.

Si un buen lugar en el ranking Doing Business tranquiliza a los piratas, perdón, a los inversores, un buen índice de riesgo-país es mejor que la morfina a la vena:
“El riesgo-país se refiere a la incertidumbre asociada a la inversión en un país determinado, y más específicamente al grado en el que tal incertidumbre pudiese traducirse en pérdidas para los inversionistas. Esta incertidumbre puede venir de un cierto número de factores políticos, económicos, monetarios, o de carácter tecnológico”.

De tal manera, un ‘grupo de expertos de las Agencias de Crédito a la Exportación’ puede sancionar a países cuyas políticas les parezcan inconvenientes de cara a los intereses de los inversionistas. Esto no es inmiscuirse en los asuntos internos de cada país, o bien tú eres muy mal pensado: uno ya sabe que solo los rusos son tan ruines como para hacer esas cosas.

El Banco Mundial, de un lado, y la OCDE del otro, alegan que sus rankings son la objetividad misma, la rectitud y la honestidad traducida en cifras. ¿Quién pudiese dudarlo? No sé tú, pero Edward Prescott va mucho más allá de la duda. Prescott –premio Nobel de Economía 2004– tiene certidumbres que, poco después de recibir su premio, lo llevaron a declarar:

“Tal vez sería mejor, simplemente, acabar de una vez con el FMI, el Banco Mundial y otras instituciones”.Puede que Edward Prescott –y este modesto servidor– no anduviésemos tan equivocados en cuanto a la utilidad, y a la objetividad, de los pinches rankings fabricados por los organismos internacionales. No hace mucho, el Banco Mundial colgó en su sitio web este anuncio:

Declaración del Banco Mundial sobre la interrupción del informe Doing Business
Después de que fuesen conocidas internamente irregularidades en los datos del ranking Doing Business 2018 y 2020, la dirección del Banco Mundial detuvo la publicación del siguiente informe Doing Business e inició una serie de verificaciones y auditorías relativas al ranking y su metodología.Una vez más… Késako? What in the hell?
¿Cómo puede haber irregularidades en los datos del Banco Mundial, como si se tratase de un vulgar Fondo Monetario Internacional cuyos pinches cálculos son corregidos por estudiantes en práctica?

El conocido semanario británico The Economist acaba de publicar una nota en la que señala que la actual Directora-Gerente del FMI debiese renunciar a su cargo (otra más en la larga lista de delincuentes que han dirigido y dirigen el FMI…), porque cuando estuvo en el Banco Mundial manipuló las cifras para favorecer a China en el ranking Doing Business.

Bajo el título: “Las razones por las que la patrona del FMI debe renunciar”, la nota dice:“En el año 2003 el Banco Mundial lanzó un ranking que evalúa la facilidad para hacer negocios en diferentes países alrededor del mundo. En 2017, Li Keqiang, primer ministro chino, se quejó de que su país aparecía detrás de sus pares…”Según 

The Economist, tal presión logró que funcionarios del Banco Mundial modificaran criterios, simplificaran procedimientos y se las arreglaran para que China obtuviese un mejor lugar en el ranking Doing Business.“Los progresos de China, agrega The Economist, ilustran el poder que tienen los rankings Doing Business. Jefes de gobierno los usan para motivar y controlar reformas legales, y les encanta comunicar sobre los progresos de su país. El FMI citó esos rankings el año pasado como argumento para acordarle créditos a Jordania. Tales datos guían a los inversionistas. Y han informado 676 proyectos del propio Banco Mundial (por un valor de US$ 15 mil 500 millones) en la última década…”.

Pero hay un detallito que molesta: los funcionarios del Banco Mundial trafican con los datos que sirven para establecer el ranking… ¿Te sorprende? Si uno le cree a The Economist (a big, enormous If…):

“Una nueva investigación descubrió que funcionarios del Banco Mundial alteraron deshonestamente los resultados de China y de tres otros países. Querían evitarle a China una embarazosa caída en los rankings de 2017, justo cuando sus reformas económicas ganaban fuerza. De acuerdo a la investigación, las manipulaciones a favor de China se llevaron a cabo a pedido del entonces presidente del Banco Mundial Jim Yong Kim, y de la segunda al mando, Kristalina Georgieva, actualmente Directora-Gerente del Fondo Monetario Internacional.

Desconfiado como soy, espero leer las explicaciones de Liu Kun, ministro chino de Finanzas desde el año 2018. Las agresiones del abuelito (ni tan) buena leche Joe Biden muestran que es capaz de todo, incluyendo «apuñalar a sus aliados por la espalda» como declaró Jean-Yves Le Drian, ministro francés de Relaciones Exteriores, con tal de dañar a China.

En lo que a mi respecta, seguiré cagándome en los rankings que tan alegremente publican El Mercurio y La Tercera, en los que Chile figura siempre en buena posición. Ahora sabes porqué.

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