EL TRABAJO n° 518
Mario Chavesta
Nadie conocía a Castillo, solo se tenía referencia de él, como líder sindical del magisterio de profesores. Pasó de ser un desconocido, a la sorpresa electoral del momento, pasando a segunda vuelta y dejando en shock -y en forma muy particular- al limeño que aún vive desconectado de la realidad nacional.
Castillo, con casi un 20 %, ocupó el primer lugar, dejando atrás 16 candidatos, en una de las elecciones más reñidas de los últimos años. Se esperaba con impaciencia quien lo acompañaría en la segunda vuelta, pero esta vez, la sorpresa iba a ser mayor, Keiko Fujimori sería la segunda en el balotaje en esta elección histórica.
30 años de “crecimiento económico neoliberal”, y una corrupción enquistada, colmaron la paciencia ciudadana, en especial, al interior del país.
Ya desde el 2006, había signos de un urgente cambio, al tener en los primeros cinco lugares, a candidatos con ideas radicales, que empatizaba con la gente. Signos que obviamente, fueron ignorados por el establishment obtuso.
Al quedar Castillo con Keiko en esta segunda vuelta, la maquinaria derechista, más conocida como la DBA (derecha bruta y achorada) hizo gala de su poder mediático y político.
La maquinaria brutal consistía en la compra de medios de comunicación, y de esbirros con títulos académicos, pero con la moral y ética cuestionada; hicieron una contra campaña a Pedro Castillo, tildándolo de “comunista”, “terrorista”, “chavista” y un largo etc. La ignorancia es atrevida, ya que Castillo, no cumplía con ningún requisito ideológico o formativo de ser un líder comunista o de una izquierda extrema. Sus enemigos lo sabían. Castillo militó por 15 años en el partido de Alejandro Toledo, un partido de centro izquierda, algo así como el PPD.
Aun así, con una feroz campaña que incluía carteles costosos en la vía pública, tildando a castillo de terrorista, repuntaba en las encuestas, lo cual intensificó aún más la contra campaña. Ahora, Keiko Fujimori, salía todos los días en TV abierta, ya la campaña se tornó oscura, ningún periodista se atrevió a cuestionar su actuar o recordarle su pasado criminal. Si, criminal. Keiko está procesada por lavado de activos, y ser jefa de una organización criminal. Estuvo en prisión preventiva, mientras se seguía investigando; investigación que dio fruto a 13 mil folios con pruebas irrefutables que será visto en un próximo juicio.
El saturamiento de falsa información o fake news, dio un efecto contrario en ciudadanos conscientes de lo que significaba para ellos el fujimorismo: corrupción y autoritarismo.
Castillo, es un contrincante torpe que se disparaba a los pies. No podía hilvanar una idea de lo que proponía, su plan de gobierno era difuso, sin ninguna coherencia o propuesta tangible, y fue este error, lo que dividió a la ciudadanía presa del pánico, que fue ayudado aún más por los medios de comunicación.
Lo que se viene, no va ser nada fácil. La mafia fujimorista, apoyada explícitamente por los medios de comunicación masivos, ponen en tela de juicio el proceso electoral, a pesar que ya que se ha probado que no hay un atisbo de fraude.
La última carta que está jugando la mafia, es mediante el tribunal constitucional, que ahora se está eligiendo a los miembros mediante el congreso que apoya Keiko, y que lo que pretende es anular las elecciones de segunda vuelta.
Ya esta pelea se tiene que dar en las calles, defendiendo la legalidad del proceso y de la democracia.
La resistencia ciudadana (el anti fujimorismo) le dio oxígeno a Castillo para seguir en carrera, llevándolo a moderarse en su discurso y a tender puentes, lo que llevó a unir a la izquierda, que estuvo divida durante años.
El triunfo de Castillo es simbólico. Pedro Castillo ganó con las reglas impuestas por el poder fáctico, es por eso la desesperación. Él es el símbolo de la resistencia anti fujimorista, que no teme, y que no se deja amedrentar por ninguna mafia.
El Perú ha cambiado y se ha hecho sentir en las urnas, poniendo de presidente a un Maestro Rural representante de todas las sangres.