por Hugo Farías Moya
En los últimos días de abril mi hermano Marcelo comenzó a sentirse mal de salud. Como trabaja de obrero (trazador) en la construcción de un edificio en Estación Central, inmediatamente se le encendieron las alarmas. Ya en su obra había dos trabajadores contagiados y por ende los jefes decretaron la cuarentena para todo el personal. En el consultorio donde vive, en la comuna de Pedro Aguirre Cerda, no había stock para realizarse el examen PCR, por lo tanto, fue enviado al Hospital Barros Luco. Ahí, junto a su hija mayor, se tomaron el examen y al día siguiente por teléfono se le informó que habían resultado positivos. Las instrucciones fueron claras y precisas, no debían salir de su casa y el medicamento que se les recetó fue paracetamol (que debieron comprarlo en la farmacia de su barrio) y tomar mucho líquido.
A esa fecha, 28 de abril en Chile ya había 14.365 personas contagiadas y 207 fallecidos. También por esa fecha Sebastián Piñera declaraba: “Estamos preparados como país para enfrentar adecuadamente esta pandemia”
A los días siguientes a la confirmación del contagio, mi sobrina solamente sintió fiebre por un par de días y de ahí nunca más sintió molestias. En cambio, mi hermano pasó por un verdadero vía crucis. En los primeros tres días pasó con tercianas y fuertes dolores en la espalda (como cuando se sienten cólicos renales), y también grandes dolores de estómago. En los días siguientes siguió con un profundo decaimiento y fuertes dolores de cabeza. En un día determinado sintió mucho dolor a los ojos y lagrimeaba todo el rato, más si le entraba un poco de luz a su pieza.
Ya esa fecha, 10 de mayo, las estadísticas oficiales daban cuenta que en Chile había 28.866 pacientes contagiados y con 312 personas fallecidos. Nuevamente por esa fecha Sebastián Piñera declaraba: “En Chile estamos mejor preparados de lo que estaba Italia para enfrentar esta pandemia”
Sigo con la evolución de mi hermano. Desde el día 10 al 25 siguió con problemas respiratorios. Le dolía el pecho y la espalda al respirar muy profundo. Por ende, no podía realizar ningún esfuerzo físico. Desde el día 26, desde el inicio de su enfermedad comenzó a sentirse mejor y se podría catalogar que ya está recuperado. Esto ocurrió hace un par de días atrás. Nadie del servicio público de salud lo fue a visitar, ni menos de la Municipalidad. Solamente lo llamaban por teléfono cada dos días para ver su evolución.
Ahora mi sobrino de 10 años que vive con ellos, comenzó a sentir los síntomas leves de la enfermedad. Durante los últimos cinco días ha tenido fiebre, que se le baja con paracetamol. Según el médico que lo atiende por teléfono es fijo que se contagió de Covid 19, pero por ningún motivo debe enviarlo al hospital para realizarse el examen y tampoco a su mamá. Entonces sacamos por conclusión que todos en su casa están contagiados, pero no aparecen todos aparecen en la cifra oficial de enfermos de COVID 19. Por supuesto que debido a ello no tienen ninguna restricción para desplazarse en la calle ni en los medios de locomoción. Por suerte están haciendo la cuarentena en forma voluntaria y no obligada. Quizás cuantos casos más de contagiados existen hoy caminando tranquilamente por las calles de nuestro país y que de no saben que son portadores de la enfermedad.
Ya al día de hoy, 20 de mayo, las estadísticas oficiales dan cuenta que en Chile hay 53.617 pacientes contagiados y con la triste cifra de 544 personas fallecidas. Nuevamente por esta misma fecha Sebastián Piñera declaraba: “En Chile no estábamos preparados para esta pandemia mundial.”
Ya las camas disponibles en el servicio de urgencia del país se están acabando. Como asimismo los ventiladores mecánicos, que, en nuestro país, modelo de desarrollo, no somos capaces de fabricarlos.
En resumen, en el gobierno de “los mejores”, el de la “excelencia”, los “eficientes”. En el gobierno donde gobiernan los “gerentes”, los “expertos”, al final han tenido que reconocer que no se la pudieron. Como dicen en el campo chileno: “Les quedó grande el poncho”. Como decía mi profesor de la Universidad: “Siempre la soberbia es una mala consejera”
Hugo Farías Moya
20 de mayo de 2020