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Las iniquidades del Neoliberalismo que obligan a una nueva Constitución con un Sistema Económico y Social de Derechos

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CHILE DESPERTÓ

Las iniquidades del Neoliberalismo que obligan a una nueva Constitución con un Sistema Económico y Social de Derechos.

El Neoliberalismo fracasó en Chile. El estallido social impone una agenda urgente e inmediata para enfrentar la aguda carestía de la vida de las clases trabajadoras, y restablecer el funcionamiento del país.

La clase política y económica dominante, ha sido incapaz de promover una salida a esta crisis, y se sigue moviendo en los estrechos márgenes de la institucionalidad sobrepasada, apareciendo fosilizados frente a la magnitud del levantamiento y necesidades del pueblo.

Ya siquiera cabe pronunciarse sobre las causas de este desastre neoliberal. Todo el pueblo trabajador lo sabe. Aguantó con paciencia incomparable el abuso y la iniquidad, de todo el tinglado de poder político y económico dejado por la Dictadura, eternizado una y otra vez bajo el mantra de una eterna transición, que fueron sembrando el terreno para el estallido revolucionario.

La gran respuesta que tienen las facciones que se han repartido el poder todo este tiempo, es que la infraestructura y modernización del país se realizó, callando que todas esas obras cedieron en beneficio de más abusos e iniquidad a los trabajadores, mientras crearon un Chile de super ricos, que soborno mediante, cooptaron a prácticamente toda la clase política. Al mismo tiempo, impusieron una agenda de tecnócratas de sus instituciones (la Bolsa, empresas privatizadas), que dieron origen a una estructura política y económica semi feudal.

Nadie con mínima formación histórica y social -esa que quisieron eliminar de las aulas-, podría no entender que este estrecho margen de control de la enorme riqueza del país, terminaría por reventar en sus artificiales fronteras.

Tag, Cae, APS (Aporte Previsional Solidario), PBS (Pensión Básica Solidaria), Retiro Programado, entre muchos otros, son siglas que representan los instrumentos de abuso y saqueo de este régimen del capital semifeudal, mayoritariamente foráneo a estas alturas, que condenan al pueblo de Chile a condiciones infrahumanas de vida.

Circula al efecto un video -entre otras muchas evidencias del límite estructural en que está la clase trabajadora-, donde un trabajador, en pleno Estado de Emergencia enfrenta a una patrulla militar desde una barricada, desgarrando con el relato de sus condiciones de vida. Señala de modo claro a los militares apostados en su población “no nos gusta estar aquí, queremos dignidad, igual que ustedes”, enrostrando los privilegios que goza la milicia: pensiones (jubilación por años de servicio, montos suficientes), salud (hospitales y tecnología de punta, trato decente), frente al denigrante trato que recibe la clase trabajadora por esos mismos servicios.

Y esto es doblemente desgarrador, pues es ese pueblo que puso su fuerza de trabajo para engrandecer a Chile en modernización e infraestructura, sin embargo, no recibe ningún beneficio de ese desarrollo.

Y es en este terreno donde está situada toda la mayor tensión del actual momento, en el terreno de la estructura de la economía y los beneficios y aprovechamientos que genera.

Desde que se inició el estallido, se ha callado el impacto real del estallido en esta estructura, en la economía neoliberal. Sin embargo, un solo dato nos reporta cual es el real estado de cosas. El miércoles 30 de octubre, llamado miércoles negro por la Bolsa chilena,la Bolsa perdió US$ 6.400 millones de dólares[1]. Este descalabro se suma a US$ 7.800 millones perdidos el lunes 22 de octubre[2]. Mientras en dos días, de 13 hábiles de la crisis en curso, la Bolsa perdió US$ 14,2 billones de dólares, se discute en el Congreso financiar un año de agenda social país, con la recuperación de US$ 2.000 millones vía reintegración tributaria. Bastan estos indicadores para comprender que el Neoliberalismo chileno no tiene ningún sentido, y explica a las claras que el sistema político no comprende las magnitudes en juego.

La institucionalidad que ha soportado esta grosera y burda realidad financiera nunca reaccionó ni nunca lo hará, y es por eso que llegamos al actual estado de cosas. Frente al hambre y explotaciones de la clase trabajadora, la clase política y los gobiernos de turno se contentaron con mantener pensiones en la línea de pobreza y extrema pobreza, mientras los salarios promedio del 80% de la fuerza de trabajo, se mantuvieron en torno a la pobreza situacional, alrededor de $ 460 mil pesos.

Como última medida, después de intentar control militar y policiaco de los trabajadores movilizados, ayer 7 de octubre, Piñera convoca un Consejo de Seguridad Nacional. La inutilidad de los soportes constitucionales (o superestructurales), frente a la crisis de la estructura económica, quedó de manifiesto, pues la ilegalidad de este Consejo de inmediato fue representada por la Contraloría de la República a los dos timoneles del Congreso Nacional, Senado y Cámara de Diputados, quienes igualmente representaron la futilidad del encuentro, del cual sin embargo se filtró que Piñera representó su necesidad de apoyo para contener a la clase trabajadora en lucha.

Este rechazo al mal uso de la institucionalidad se suma a las claras señales de la más alta judicatura del país, la Corte Suprema, que el miércoles pasado tras un Pleno Extraordinario, señaló la necesidad de avocarse a un proceso constituyente que reemplace la actual Constitución Política[3]. La poderosa señal, fue un alivio para el llamado emergente desde un sinnúmero de orgánicas populares y de trabajadores por generar el cambio de la Constitución a través de una Asamblea Constituyente, que nacida en el fragor de la lucha, representa la suma de conciencia del país en torno al necesario cambio total de institucionalidad.

El máximo tribunal chileno, asimismo, al comenzar la lucha social, dio una clara señal de ajuste en la legalidad de los procedimientos, declarando la ilegalidad de las detenciones[4], lo cual se sumó a una lucha sin cuartel por el irrestricto respeto a los DDH, que contuvo una militarización criminal, y a una policía absolutamente alejada de sus labores, ejerciendo inusitada violencia contra el pueblo, que dejó, no obstante este control de legalidad, decenas de muertos, cientos de mutilados graves (pérdida ocular como práctica sistemática de francotiradores especializados), decenas de mujeres violadas y miles de heridos y violentados en protestas y cuarteles.

La lucha, a pesar de este dispositivo totalitario y ajeno al derecho nacional e internacional, ha seguido cada día en alza. Ya nada detiene a los millones de trabajadores movilizados, que frente a estos ataques criminales, ha impuesto el control de las principales ciudades del país vía protesta y marchas, lo cual pone al régimen neoliberal, al borde del colapso.

El pueblo trabajador ha ido debilitando la escasa estructura institucional en La Moneda, que intentó como último recurso, criminalizar al pueblo trabajador tras la orgánica de Unidad Social (http://unidadsocial.cl/), un frente de lucha que desde 2016, tras el estallido de las pensiones pobres y en extremos pobres, se ha articulado desde el Movimiento No Más Afp, los trabajadores de la salud, bancarios, del petróleo, Ukamau (movimiento por la vivienda digna), la CUT y grandes sindicatos y confederaciones más tarde, contando hoy con una robusta estructura de la clase trabajadora, visible en su web.

Esta fuerza de unidad de los trabajadores en Chile convocó la segunda semana de lucha, a Cabildos populares, iniciativa que fue intentada acaparar por el gobierno, que desesperado trató (como antes, de las marchas) colgarse de esta iniciativa, destinando fastuosos recursos. El intento era detener el debate popular durante el fin de semana largo (primero de noviembre).

El gobierno, aún con su intento de amedrentamiento y criminalización velada de Unidad Social,  fracasó una vez más, determinando que en esta tercera semana de protestas se incrementara la rebeldía, continuando la movilizaciones ahora con profundo calado institucional, legitimando la dirección de Unidad Social en torno al debate constitucional en los Cabildos, que se cuentan por miles en el país.

Junto a este debate de la superestructura política y jurídica que requiere el país, el pueblo trabajador, sistematiza los ajustes inmediatos de ingresos y pensiones sobre la línea de pobreza situacional (alrededor de $ 480 mil pesos líquidos), cambio que requiere el inmediato término del sistema privado de pensiones, las ominosas AFP; luego, requiere el inmediato y no menos urgente reintegro de los bienes y servicios básicos, luz, agua y gas, a la propiedad social en el Estado, de todos los chilenos. Asimismo, el fin inmediato a la carga financiera especulativa contra la clase trabajadora (intereses y deudas usurarias de bancos en vivienda, educación y salud, asimismo término y condonación del falso crédito social de las Cajas de Compensación, que desgarran a los pensionados). Y la inmediata implementación de un sistema público de educación y salud gratuitos y de calidad, similar al de las Fuerzas Armadas, vía Cajas de Previsión de los trabajadores.

Como relato final, cabe destacarse que los Rectores de las Universidades del Cruch, el más selecto grupo de académicos del país, ha sentenciado que el camino es la refundación nacional vía una nueva Constitución[5]. Mismo camino que hoy la clase trabajadora tras Unidad Social, demanda y articula como única respuesta a la crisis de miseria que ha dejado el Neoliberalismo en Chile, que para colmo de males, selló su descontrolado camino, con luto y dolor a nuestro pueblo.

Por cierto, Unidad Social y todo el pueblo organizado en miles de Cabildos y organizaciones sociales y territoriales de base, demandamos el cese inmediato de esta cobarde e inútil represión.

Mientras, en La Moneda actualmente con cifras de un dígito de aprobación, se pretende profundizar esa inútil y espuria represión, cada vez más selectiva, sin entender el clamor de los millones de trabajadores lo que sólo ahondará en lo inmediato la frustración, condenando al país a un estadio de crisis sistémica definitiva, vía nuevos estallidos.

Es inútil que el aislado régimen (nacional e internacionalmente), plantee mecanismos de inteligencia para control de supuestos responsables del estallido. Los únicos responsables, y lo saben, son quienes condenaron a la miseria por tres décadas al pueblo chileno. No ver esta realidad, es estar completamente ciego y sordo al país real.

Han aseverado una y otra vez que nadie vio venir esto, para revelar su responsabilidad ineludible. Pues ahora que están en medio de lo que no vieron venir, dejar de ver sus causas y soluciones será aún más definitivo en el destino del país. La crisis en Chile tiene sólo un camino, abolir para siempre el sistema de opresión y abuso neoliberal, refundando la nación con una nueva Constitución que de lugar a un sistema social y democrático profundo, que permita a todos los trabajadores y trabajadoras de Chile y sus familias, tener la vida digna que merecen. Toda otra medida, a estas alturas, solo prolongará inútilmente la agonía de la clase política y económica en el poder. Es tiempo de otro Chile, es tiempo de refundar la nación, bajo la égida del irrestricto respeto a los derechos sociales y democráticos de los trabajadores, con una Constitución democrática y social de derechos, que consagre un sistema económico de reparto social de la riqueza.

MARCO GONZALEZ PIZARRO

ABOGADO

MASTER DERECHO Y ECONOMIA UNIÓN EUROPEA

MAGISTER CS. SOCIALES


[1] https://www.latercera.com/pulso/noticia/copec-las-acciones-del-retail-chileno-se-desploman-primeras-operaciones/870943/

[2] https://www.aa.com.tr/es/mundo/bolsa-de-chile-sufre-mayor-desplome-en-dos-a%C3%B1os/1621843

[3] https://www.latercera.com/politica/noticia/vocero-la-corte-suprema-dice-chile-necesita-una-nueva-constitucion-deberiamos-abocarnos/884547/

[4] https://www.elmostrador.cl/dia/2019/10/19/presidente-de-la-corte-suprema-afirma-que-se-declararon-detenciones-ilegales-de-manifestantes/

[5] https://www.cnnchile.com/pais/consejo-de-rectores-pude-cambio-de-constitucion_20191108/

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