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La marina de Chile y su destemplada reacción

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por Hugo Farias Moya

Este fin de semana se reunió en torno al monumento a los héroes de lquique en la plaza Sotomayor de Valparaíso toda la soldadesca de la marina de Chile, junto a todos los Ex comandantes en jefe y al actual. ¿El motivo?, realizar un acto de reparación por los repudiables atentados en contra del monumento por parte de los “delincuentes” que se atrevieron a profanar la tumba de nuestros héroes. Por lo menos por eso era la convocatoria.

            Esta historia tiene un precedente. Hace unos días atrás un grupo de jóvenes manifestantes, con cero criterio e inteligencia, se les ocurrió lanzar pintura roja e invadir el sacrosanto y mitológico monumento al capitán Arturo Prat y sus compañeros de desgracia. Que murieron y se inmolaron en el injusto combate naval de Iquique, durante la guerra del Pacífico o la guerra del salitre en el siglo 19.

            Este acto de desagravio a los héroes de Iquique fue precedido por las incendiarias y amenazantes palabras del Ministro de Defensa Alberto Espina, que días antes mediante un video publicado en las redes sociales y también por el actual comandante en Jefe de la Armada Julio Leiva, que le declararon la guerra y anunciaron correrles balas a todo aquel que ofenda o ataque las instalaciones de la Armada de Chile. Este último junto a un grupo de ex y actuales oficiales y tropa de la marina, junto a un nutrido contingente de civiles, reunido en la Plaza Sotomayor.

            Cuesta comprender el grado de vehemencia que han ocupado para referirse a un acto de niñería sin sentido de un grupo de manifestantes. Claro, este mismo grado de temperamento no han sido ocupados para referirse a varios actos de indecencia y hechos deleznables que ha cometido la Armada de Chile a través de su larga historia. Que indudablemente debería avergonzarlos mucho más que el acto vandálico y simplón de tirar pintura al monumento de Prat.

            Cuando se creó la Armada de Chile durante el gobierno de O’Higgins, se nombró al Almirante Lord Cochrane, un inglés contratado por agentes chilenos, como Comandante de la Escuadra Libertadora del Perú. Cuando este entró en conflicto con San Martín, que era el General en Jefe del Ejército de liberación del Perú, se retiró y se fue a cumplir labores en la Armada de Brasil. En resumen, Lord Cochrane era un desertor y mercenario que sirvió en la Armada inglesa, chilena, de Brasil y por último de Grecia. Por lo tanto, de patriotismo no tenía nada, solamente era un bucanero busca fortunas. En todo caso méritos le sobraban al Almirante Cochrane, ya que sus hazañas eran memorables. Se tomó el fuerte de Corral en Valdivia y capturó el primer buque Esmeralda de la Armada en una acción tipo comando. Creo de ahí partió mal la historia para la marina chilena.

            Debemos recordar que el Capitán Arturo Prat sigue siendo uno de los más grandes y queridos héroes de los chilenos. De esto no hay ninguna duda. Yo, que leo mucha historia, demasiado a veces, lo considero uno de mis grandes referentes. No solamente porque haya dado o le hayan quitado la vida en nombre de Chile, sino también porque era un marido y padre ejemplar. Además de ser un marino intelectual y decente.

            Una vez se le envió al extranjero a una comisión de servicio a nombre del gobierno de Chile, cuando estaba ad portas de iniciarse la conflagración bélica con Perú, Bolivia y también Argentina. Recorrió y reunió información sobre la capacidad bélica de los países en conflicto y una vez regresado a Chile devolvió todo el dinero sobrante del viático que se le había asignado, con los comprobantes respectivos. Siempre me pregunto: ¿cuantos integrantes de las FFAA harían hoy ese gesto? Lo contesto inmediatamente, ninguno. Es más, harían “chamullos” para abultar el estipendio y quedarse con el dinero sobrante. En las Fuerzas Armadas de hoy existe toda una mafia y cultura para robar y desfalcar los recursos del Estado para beneficio personal. Esto lo hemos visto en Carabineros y el Ejército. Claro son instituciones que no tienen ningún poder civil que los controle. Si hasta el principal asesino y referente de las FFAA y de la derecha chilena, Augusto Pinochet era un experto en robos.

             Sigo con nuestro héroe Arturo Prat. Además de marino estudió leyes y se tituló de abogado. Su tesis para optar al título Universitario hacía mención “como mejorar el sistema de elecciones libres”. Es decir, aparte de ser marino, culto y abogado era un gran demócrata. Algo que la Armada de Chile, siempre acostumbrada a los cuartelazos, ha ocultado esta notable faceta del héroe nacional.

             Cuando al Capitán Prat se le encargó mantener el bloqueo a Iquique, una vez que la Escuadra chilena al mando de Juan Williams Rebolledo zarpó a presentar batalla a la escuadra peruana en el puerto del Callao, se le asignó La Esmeralda y al Capitán Carlos Condell se le entregó el mando de la Covadonga. Es decir, se realizó un enroque simplemente para perjudicarlo, ya que según varios historiadores el Comandante Williams le tenía animadversión, lo consideraba un marino muy intelectual y no apto para combatir. En su castigo lo destinó a La Esmeralda estaba casi sin movimiento, ya que sus calderas apenas funcionaban.

             El día anterior al combate de Iquique, el Capitán Prat junto a su amigo y primer oficial Luis Uribe mirando el océano, según el historiador Patricio Jara, en su libro: “Prat, una tragedia”, se entabló el siguiente dialogo: “Si el Presidente Pinto no le hiciera tanto caso a los ricos y a la iglesia hoy no estaríamos aquí”. Es decir, Prat comprendía muy bien que esta guerra no era para defender la patria sino para defender los intereses empresariales de los dueños de las salitreras.  

           La marina chilena siempre ha sido la más reaccionaria de las tres ramas de las FFAA. Recordemos que la Armada junto al Almirante Montt, provocó la guerra civil del 91 y participó activamente en el derrocamiento del Presidente José Manuel Balmaceda. Este había tenido el atrevimiento de nacionalizar el salitre, que estaba en manos de los ingleses. Esas son las ironías de la historia. Los chilenos fueron a pelear y morir al norte de Chile en la Guerra del Pacifico junto a miles de bolivianos y peruanos, pero los capitalistas británicos se quedaron con el salitre. Con la bien pagada colaboración de sus abogados y políticos de la oligarquía conservadora chilena.  

            En el gobierno del presidente Salvador Allende la Armada de Chile jugó el papel principal para el derrocamiento del gobierno. Varios oficiales, junto a los militantes del movimiento fascista “Patria y Libertad”, se encargaban de hacer atentados a los oleoductos y los gaseoductos, para posteriormente culpar a los elementos de izquierda. Primero convencieron a la Fuerza Aérea por intermedio del Almirante Merino y después sumaron al ejército y carabineros. El Almirante Merino, de profesión borracho, traidor y asesino, envió un comando de la armada para apresar a su jefe el Almirante Montero que era leal a la constitución, para luego auto designarse comandante en Jefe de La Armada. (la lealtad no es una virtud en la Armada de Chile). Si hasta existe una estatua del Almirante Merino en la entrada de la Escuela Naval, es decir lo colocan en el mismo pedestal de nuestros héroes al igual que Prat. Que aberración más grande.

             Durante la dictadura militar el palacio que está al oriente del venerado monumento a Prat en la Plaza Sotomayor, se construyó para ser la gobernación de Valparaíso y sus provincias para el centenario de 1910. Ese Palacio fue usurpado por los golpistas de la Marina después del golpe fascista de 1973, para instalar la Comandancia de la Armada. Después de 30 años de «democracia» no lo han devuelto y la intendencia debe funcionar en un horrible edificio construido en 1978 cerca de la Plaza Aníbal Pinto.

            Para que hablar del triste e inoperante papel jugado por la Armada de Chile y su servicio oceanográfico (Shoa) en el terremoto y posterior tsunami que barrió las costas chilenas en febrero de 2010. Es decir hace exactamente 10 años atrás. Los muertos, cerca de 800, se debieron más a la ineficacia he impericia de este servicio de la marina chilena que al colapso de las construcciones. En los poblados costeros la gente, por sentido común, después de un mega sismo de esa envergadura, corrió a refugiarse a los cerros. Sin embargo, fueron conminados a volver a sus casas por carabineros porque según los datos de la Armada de Chile no había peligro de tsunamis. Sin embrago ya el tren de olas había barrido pueblos costeros enteros y también la base naval de Talcahuano y había soltado las amarras del buque museo Huascar. Hasta el Comandante en jefe de la Armada Almirante Edmundo González dijo en una desafortunada entrevista que había sentido el terremoto, pero que pensaba que no era fuerte y se quedó dormido nuevamente. En resumen, la marina de Chile estaba a cargo de un inoperante.

            Si la Armada se ofende porque un grupo de mocosos tiró pintura al monumento a los héroes de Iquique, más se ofendemos los chilenos al saber que la “Dama blanca”, como se le denomina al buque escuela Esmeralda, se ocupó como centro de torturas y exterminio en el gobierno militar. Es decir, esto sí que es realmente mancillar la memoria de nuestros héroes. Todos los buques de la Escuadra chilena se ocuparon como centros de torturas, detención y asesinatos, como también sus recintos militares.

             Durante la dictadura de Pinochet siempre en el extranjero había protestas contra la “dama blanca” y se impedía su arribo a puertos extranjeros. Claro, en esta ocasión los oficiales y civiles que se reunieron en la Playa Sotomayor en Valparaíso, por el acto de desagravio, han olvidado estos luctuosos sucesos. Les ha dado un ataque de amnesia colectiva.

             Si los jóvenes que ensuciaron el monumento a Prat querían darse un gustito de ofender a los privilegiados y elitistas fascistas de la Marina, cuyos mandos siguen siendo abiertamente devotos del golpe de 1973 y de la dictadura, habría sido más inteligente lanzarle pintura roja a ese edificio de la comandancia colocando una consigna tipo: YO APRUEBO (Ya están avisados por si acaso). Esto sí que sería un verdadero acto de atrevimiento.

            Sigo insistiendo, admiro el coraje, valentía y desprendimiento de los marinos chilenos que cayeron en la rada de Iquique. Pero por favor no me obliguen a admirar y rendirles honores a la Marina chilena, que siempre ha sido una cuna de sediciosos, reaccionarios y defensores de la oligarquía.

Hugo Farías Moya

05-03-2020

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