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Iris Vega Lizama y Alberto Salazar Briceño militantes del MIR ejecutados

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Hace 44 años un 23 de junio de 1979 en la calle Maipu en Concepción, entre Anibal Pinto y Colo Colo, en horas del atardecer, al lado opuesto de la Radio Nacional, mueren de modo trágico al explotarles una bomba, nuestra compañera Iris Vega Lizama y Alberto Salazar Briceño. 

Recuerdo, desde hacía más de un año me encontraba formando parte de la Dirección Regional del MIR en la clandestinidad, junto a David Ramírez y Julio Hidalgo Carvajal, quien desde 1976 había sido enviado por Hernán Aguiló a Concepción para controlar el partido que se había reorganizado bajo la guía de Patricio Sobarzo, después del golpe represivo a fines de 1975.

La compañera Iris militante del MIR, era viuda de Ogan Lagos Marín detenido desaparecido del Regional Nuble y Alberto era expreso político y marino antigolpista de la Escuadra de la Armada, también militante del MIR. 

Ambos sobrevivientes de la represión estaban vinculados a las actividades humanistas de la Vicaria de la Solidaridad del Arzobispado de Concepción.

Alberto habia recibido una bomba centralmente, desde Santiago en el supuesto de activar la resistencia con propaganda armada. Estas acciones se realizaban principalmente en Santiago, con bombas panfleteras, o con bombas de ruido, o con bombas de pólvora casera llamados petardos de estruendo, etc., dado que allá se contaba con más recursos. El accionar en esa etapa era tendiente a elevar la moral del pueblo incitando a la resistencia contra la dictadura, mientras se recomponian las diezmadas fuerzas del partido que tenía ya dos direcciones nacionales golpeadas y un 40 por ciento del Comité Central neutralizado, con miembros presos, muerto o en el exilio. 

Hacían unos dos meses que en el cementerio de Yumbel se había descubierto una fosa común con los 19 detenidos desaparecidos de Laja y San Rosendo y los abogados del Departamento Jurídico de la Vicaria y los familiares de la Agrupación gestionaban en Tribunales, un Ministro en Visita para investigar y exumar los restos, cuando sucede la explosión en el centro comercial de Concepción, específicamente en la acera del frente opuesto a la Radio Nacional. 

Ambos camaradas volaron destrozados.  

Porqué? Nos preguntamos sorprendidos con David. Tras averiguar y conjeturas, surgían distintas opciones.

Me reuní con mucha gente, abogados del Grupo de los 24, con don Jorge Barudi, con el Vicario Camilo Vial, y como afirmara que si bien ellos eran militantes nuestros, no habíamos sido nosotros, la dirección regional, quienes hayan ordenado tamaña acción terrorista. Con la informacion recabada, asumí personalmente la investigación y concluí que esa operación era de la Dictadura, Lisandro y Cecilia imprimieron en mimeigrafo un comunicado que fue distribuido unos dias después. Estaba claro incluso para el Juez de turno que tomó el caso, que había sido una macabra ejecución criminal. 

No habia duda que tenía triple objetivo. Primero, amedrentar a la Iglesia penquista que tenía una actitud y compromiso contra las violaciones a los DD HH., y estaba decidida a seguir con su empeño.

Segundo, distraer la atención de los hechos de Yumbel, dado el reciente impacto mundial con los detenidos desaparecidos encontrados en los Hornos de Lonquen.

Tercero, matar miristas portando bombas para reforzar la construcción de la Prensa coludida con la dictadura, de mantener en la opinión pública la falsa existencia de un MIR terrorista y así tapar el accionar terrorista del Estado Militar, además de mantenerlo como justificación para no regresar a los cuarteles como lo pedía la DC con Frei y la oposición socialdemócrata. 

Ya era reiterativo ver el tirano ante los periodistas, mostrar actos terroristas, con Montajes, diciendo «no podemos hacer lo que piden los señores políticos porque hay terrorismo».

Pero la investigación nos llevaba a preguntarnos: Como se lograba hacer terrorismo con los miristas muertos? 

Pues procediendo a entregar cargas centralmente por medio de los agentes infiltrados que habían escalado a la dirección del MIR. En lugar de entregar bombas de propaganda las cargaban con explosivos de alto poder rompedor, el Trotil, porque con la explosión la Iris voló en diagonal y cayó a unos 17 metros de distancia y Alberto voló hacia atrás quedando su tronco incrustado dentro de la vitrina que estaba a su espalda rompiendo la cortina y el vidrio de grueso espesor. No había duda, no era una bomba de pólvora de propaganda armada.

Meses después por medio del compañero Diego, miembro titular del Comité Central y suplente de la Comisión Política, se le preguntó a Hernán Aguiló, porqué hicieron esa acción directamente pasando por encima de nosotros, los responsables orgánicos del Regional, y porqué ordenó ejecutar esa acción en pleno sector céntrico y urbano en Concepción, respondió que era para descubrir la infiltración. Una forma descarada de burlarse, por cuando los infiltrados eran precisamente el mismo y su brazo derecho Julio Hidalgo Carvajal a quien había enviado a Concepción el año 1976.

Dado el modo de operar en unos 20 casos similares, de militantes del MIR, y según investigaciones realizadas por familiares y amigos de los camaradas ejecutados con cargas de explosivos, la acción directa de estos atentados fueron planificadas por los Servicios de Inteligencia del Estado y ejecutados con la mano mora de los agentes encubiertos infiltrados en nuestras filas. Esto fue también demostrado en la investigación solicitada por el Senado de los EE.UU. sobre las Agencias de Inteligencia Norteamericanas instaladas en su Embajada en Chile.

Actualmente Hernán Aguiló está siendo llamado a declarar en más de un centenar de casos de miristas que bajo su mando, fueron ejecutados en falsos enfrentamientos, desaparecidos o ejecutados con explosivos que hacía entregar centralmente.

Para demostrar que no es un agente encubierto que se infiltro en el MIR ha usado distintas artimañas, desde financiar peñas y actos culturales donde aparece para ser reconocido con aplausos, hasta financiar libros donde hablen de su persona cuando simulaba que andaba perseguido. 

Compañera Iris Vega Lizama y Alberto Salazar Briceño, seguimos procurando justicia para que vuestro crimen terrorista del Estado no quede impune. 

Hasta la Victoria Siempre.

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