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Feministas y libertarias: una lucha por la emancipación

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CNT-València y la FAL organizan la exposición Mujeres Libres (1936-1939). Precursoras de un mundo nuevo

REBELION

Por Enric Llopis 

Fuentes: Rebelión

Mercedes Comaposada Guillén (1901-1993) fue una de las fundadoras de la organización Mujeres Libres (núcleo madrileño); pedagoga, escritora, traductora y militante libertaria -estuvo afiliada a la CNT-, impartió cursos a mujeres pobres; participó en la edición de la revista anarcofeminista Mujeres Libres, y colaboró con la prensa libertaria (Tierra y Libertad o la revista Tiempos […]

Mercedes Comaposada Guillén (1901-1993) fue una de las fundadoras de la organización Mujeres Libres (núcleo madrileño); pedagoga, escritora, traductora y militante libertaria -estuvo afiliada a la CNT-, impartió cursos a mujeres pobres; participó en la edición de la revista anarcofeminista Mujeres Libres, y colaboró con la prensa libertaria (Tierra y Libertad o la revista Tiempos Nuevos); finalizada la guerra española (participó en las milicias libertarias), se exilió a París.

Licenciada en medicina, pedagoga y escritora, Amparo Poch y Gascón (1902-1968) colaboró con el Sindicato Único de Sanidad de la CNT y estuvo entre las promotoras de la revista Mujeres Libres; escribió, entre otros contenidos, sobre sexualidad, maternidad e higiene; publicó en La Revista Blanca y en Tiempos Nuevos, ejerció -durante la guerra- como médico miliciana en los hospitales de campaña y se desempeñó, en 1936, como directora de Asistencia Social en el Ministerio de Sanidad de la II República.

Los orígenes de Lucía Sánchez Saornil (1895-1970) remiten a su familia humilde; estudió pintura, además cultivó la poesía de vanguardia y trabajó en la empresa Telefónica; secretaria de Redacción del diario CNT de Madrid, escribió también en publicaciones como Solidaridad Obrera o Tierra y Libertad; en 1938 se implicó en Solidaridad Internacional Antifascista (SIA), fue redactora jefe del semanario Umbral y, terminada la guerra, tuvo que exiliarse a Francia; estuvo entre las impulsoras de Mujeres Libres.

La información sobre las tres mujeres anarcosindicalistas se incluye en la exposición Mujeres Libres (1936-1939). Precursoras de un mundo nuevo, organizada por CNT-València y la Fundación Anselmo Lorenzo (FAL); la muestra, abierta al público hasta el próximo 2 de junio en Ca Revolta de Valencia, está formada por paneles con textos y fotografías; audiovisuales y archivos sonoros.

Constituida en abril de 1936 (pocos meses antes del inicio de la guerra) en el seno del movimiento libertario, Mujeres Libres llegó a contar con más de 20.000 afiliadas; la convocatoria de la CNT destaca, entres los fines del colectivo, terminar con una triple esclavitud: la de productoras, como mujeres y por la consideración de objetos.

El sindicato resalta que Mujeres Libres hizo valer la Cultura como instrumento de emancipación, lo que se concretaba en cursos de alfabetización, promoción de tertulias literarias, la formación profesional o la educación sexual de las mujeres obreras. Se trataba, a grandes rasgos, de lograr la “igualdad real” y, ya durante la guerra, que las mujeres formaran parte de la lucha antifascista.

Uno de los paneles está dedicado a la revista Mujeres Libres, en la que –con la excepción del artista e ilustrador Baltasar Lobo- firmaban colaboradoras; llegaron a editarse 13 números, entre mayo de 1936 y 1938; el púbico lector podía acceder a una diversidad de contenidos: políticos y en torno a la guerra; recomendaciones de libros; educación; las colectividades, tareas en la retaguardia; maternidad; puericultura, cine, religión o vivienda.

Asimismo la difusión de la revista se produjo a escala internacional; para ello, contó con delegaciones en Bélgica, Francia, Checoslovaquia, Inglaterra, Suecia, Argentina o Estados Unidos, entre otros países.

Sobre la maternidad, detallan los textos de la CNT-València y la FAL, constituía una de las opciones posibles, aunque se tratara -de hecho- de una realidad para una parte muy significativa de las mujeres españolas.

Así, “Mujeres Libres promovió una política antinatalista basada en el neomalthusianismo y la maternidad consciente; buscaban limitar el número de nacimientos entre la clase trabajadora para mejorar sus condiciones de vida, ya que consideraban que la actividad reproductora de las mujeres era otra lacra de su subordinación”.

Pueden leerse, en la cartelería, escritos sobre los liberatorios de prostitución; un “elogio del amor libre” (relación contraída -o disuelta- de manera voluntaria); la abolición del matrimonio civil y religioso o la reivindicación de la libertad sexual.

Otro de los aspectos relevantes fue que la formación técnico-profesional no se limitara a un conocimiento teórico; de hecho, Mujeres Libres trataba de que -en colaboración con los sindicatos- las obreras pudieran desempeñar puestos de trabajo cualificados (a menudo empleos ocupados por hombres, cuando estos marchaban al frente pero también en la retaguardia); la exposición sitúa el origen de estas reivindicaciones en junio de 1936.

Con este fin, y para lograr la emancipación femenina, se organizaron diferentes secciones: servicios públicos, madera, sanidad, metalurgia, barbería, paracaidistas, asistencia social o conductoras de tranvía, metro y autobús. Mujeres Libres reivindicaba la igualdad salarial.

Durante la primera fase de la guerra, las mujeres tomaron parte en los combates, como integrantes de las milicias revolucionarias; sin embargo, uno de los lemas establecidos en el periodo fue Los hombres al frente y las mujeres al trabajo.

Las alumnas no sólo participaron en las escuelas de mecánica, transporte, electricidad, enfermería, taquigrafía, corte y confección o se formaban para ser maestras, así como en granjas para las tareas en las colectividades; también se impartieron clases (gratuitas) de alfabetización, matemáticas, literatura, historia y ciencias naturales (de contabilidad o fisiología en las etapas superiores del aprendizaje).

Sobre los planes de trabajo para la capacitación, la muestra de CNT-València y la FAL apunta en el texto de los paneles:

“La labor cultural se desarrolló principalmente en los Institutos de Mujeres Libres de Madrid y Valencia, en el Casal de la Dona Treballadora en Barcelona y en las agrupaciones locales de las barriadas de los pueblos donde tenían delegaciones; estos centros estaban dirigidos a las mujeres trabajadoras”.

Las lecciones y las prácticas profesionales tenían lugar en horarios de tarde y nocturno, con el fin de hacer compatibles la jornada de trabajo y el estudio.

En agosto de 1937 se celebró en Valencia el primer Congreso Nacional de Mujeres Libres; se decidió estructurar el colectivo anarcofeminista a partir de agrupaciones locales, provinciales y regionales (cerca de 150 delegaciones en la zona republicana durante la guerra).

La presentación introduce también un punto de crítica: “Muchos compañeros las marginaban a la hora de tomar decisiones dentro de los sindicatos, donde los hombres continuaban siendo líderes en el trabajo y en los hogares”.

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