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EXTRACTIVISMO, PUNTO CIEGO HACIA LA MODERNIZACION DE LA ECONOMÍA por Héctor Vega

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El mayor crecimiento mundial de la economía es en el capitalismo de los años 1945-1973. Después de ello, la crisis del petróleo, los petrodólares, el advenimiento del populismo como solución en los continentes más desiguales inaugura una etapa que se cierra con la crisis de la globalización.

Un discurso político centrado en el individuo, entra en contradicciones, cuando está en juego la sobrevivencia de la Humanidad. La Izquierda centrada en el Estado, como sujeto de cambios, reemplaza a la clase, aunque tampoco por esa vía asegura los cambios. La Derecha, bajo el manto de la proclama libertaria del mercado, intermedia con el empresariado las políticas hacia los desposeídos. En ambos casos el Estado administra las reglas del juego. En países dependientes, no industrializados, el extractivismo simplifica las cosas. Es el caso de Chile país minero, Argentina, agro industrial, petrolero como Venezuela, o de plantaciones como en Centroamérica.

Extractivismo

El modo extractivista, para un mundo no industrializado, es parte del modo capitalista del siglo XXI, sirve a su funcionamiento, como lo fue el oro y la plata que se exportó a España desde América en los siglos XVII y XVIII. Pero, no es la vía a la industrialización, como lo demuestran Singapur y Corea del Sur, que forman parte del sistema financiero y las cadenas de valor del modo industrial. Pero nunca hubo atajos para integrarse al mundo industrial, menos aún, en su etapa global. En ambos casos, la vigencia del Estado fue central para sentar las bases de la modernidad.

Fue el caso de EEUU. Previo al modo capitalista actual, vivió la modernización con  la época del New Deal rooseveliano con un alza de un 75% de los impuestos; el impuesto a la riqueza; la ley de sindicalización; la derrota de la Liga de la Libertad – coalición de los grandes empresarios – en la segunda reelección de Roosevelt, antes de la Segunda Guerra Mundial. El Estado fue el pivote central de la modernización del capitalismo.

Es el paso que se niega a dar el modo capitalista extractivista. Convertidas en factorías, colonias del capitalismo financiero global del siglo XXI, las riquezas naturales condenan al retraso a los Estados que las posean.

Algunos, El Salvador de Bukele, instauran, junto al dólar como moneda oficial, a la Bitcoin, aunque la población, que se arriesga a recibirla, en transacciones corrientes, se apresura a cambiarla por dólares.

Pero aparte de ese ejemplo pintoresco, quienes se integran al capitalismo industrial, reconocen las criptomonedas (o el ethereum) como opción monetaria. En 2023 cayó en un 23%, pero la acción de Amazon, en la misma época, cayó 47%, Aún así, quién habría de poner en duda las transacciones y la realidad del capital bursátil. Es la realidad, del blockchain que permite transacciones seguras y transparentes sin necesidad de intermediarios financieros. Es el nuevo ritmo del capitalismo industrial financiero mundial al que, en etapas diversas, en un mundo multipolar, se integran, China y Rusia.

Se abre el interrogante de saber, si seguimos como país, en el papel de factoría, desarrollando el extractivismo, mejorándolo por supuesto (subiendo impuestos, controlando la materia prima en los puertos de embarque, et cetera) o, entramos en la etapa industrial, para vincularnos a las cadenas de valor globales, en su etapa de investigación, comercialización y financiamiento.

Regionalismo abierto

En presencia de riquezas naturales necesarias y estratégicas para la transición energética y la super vivencia de la Humanidad avanzamos a un regionalismo abierto.

En los años ‘90 CEPAL realizó varios estudios sobre el llamado regionalismo abierto. Se presenta como una proyección de los esquemas de integración regional y subregional. En esa época el Pacto Subregional Andino, se reestructura bajo su nueva denominación, Zona de Libre Comercio de la Comunidad Andina, creándose otros como el Mercosur y el Grupo de los Tres, integrado por Colombia, México y Venezuela. A esto, deben sumarse una serie de acuerdos bilaterales, México con Bolivia y Chile; Chile, con Colombia, Ecuador, México y Venezuela. En ese contexto, México y Mercosur, negocian acuerdos de preferencias mutuas.

El discurso integracionista preconiza la intensificación del comercio interregional, ahí entra en contradicción con las instituciones de Bretton Woods (BW) que recomiendan la liberalización del comercio internacional. Visión que conviene al lend and lease, política de EEUU de la posguerra, pero que no favorece a estas políticas integracionistas regionales. Pues las políticas de BW postulan aranceles por debajo de los AEC (Arancel Externo Común) que se establecen en los diferentes acuerdos regionales y bilaterales ya citados. Mantener esos AEC, significa coordinar políticas coordinar políticas comerciales y macroeconómicas, recomendación de largo plazo difícil de asumir.

La historia nos enseña que cuando hay deudas que surgen del comercio interregional y falla el financiamiento vienen de inmediato las prácticas proteccionistas. Termina así la fluidez de las transacciones comerciales.

La pregunta es, si podemos potenciar los acuerdos regionales de integración y al mismo tiempo convertirnos en una Región Abierta competitiva al comercio internacional. En el contexto actual, el regionalismo abierto aparece como una complicación aún no resuelta.

Una vía de solución es la llamada Cláusula de Habilitación que permite establecer acuerdos preferenciales de comercio.

Otra vía serían los Acuerdos de Complementación (ACE) de nueva generación. En todo caso esto va hacia lo que podría llamarse una Zona de libre comercio multilateral.

Es la intención del BRICS, lo que exige acuerdos de financiamiento.

La Ruta de la Seda exige contrapartidas regionales abiertas. Cuando la Unión Europea se libre de sus complejos atlantistas estaría en la lógica de los Regionalismos Abiertos.

Largo camino a recorrer.

El BRICS, desde luego, se plantea como impulsor de acuerdos comerciales de nueva generación próximos a cadenas de valor donde las materias primas estratégicas ocupan un lugar central.

Santiago, febrero 10 2024

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