Monarquia macondiana.
Hete aquí que un desconocido fulano, un día cualquiera, sin más ni más, se declara jefe de Estado. Nadie lo eligió, por tanto es un príncipe sangre azul con derechos divinos, muy a lo europeo.
Hay más, el señor fulano rey ha decidido por la gracia del Dios wasp, que su reinado no tiene límite en el tiempo, ¿le heredará la «fabi fabulosa»?
Ridículo rey, si, pero con tanta fortuna dineraria como cualquier monarquía milenaria europea, fortuna lograda en belicosas contiendas contra otros países.
El rey criollo desató su guerra, contra su propio país. Más barata le resulta la cosa.
García Márquez no lo hubiese imaginado.