por José J. Moro
La fuerza histórica desencadenada por el movimiento feminista cosechará sus frutos en marzo, durante la huelga general, y nada le será ajeno. Afianza sus raíces en el pueblo, que la constituye, abrazando sus causas y azares. Al mismo tiempo que multiplica su rebeldía y extiende sus redes de organización, afianza generosamente su horizonte de combate. No le es indiferente la opresión colonial sobre Wallmapu ni la violencia patronal contra el movimiento huelguístico; al contrario, solidariza activamente con estos sectores, no para imponerles un punto de vista extraño,ajeno, sino para profundizar su propia práctica del cambio revolucionario, nutriéndose de todas aquellas manifestaciones de opresión y explotación, y por lo mismo, poniendo en marcha fuerzas históricas inauditas. Este hecho marcha un rasgo esencial del potencial táctico y estratégico del feminismo. Es el único movimiento social que se construye creciendo, corriendo cercos, quebrando imaginarios y aboliendo límites; resistiendo inniterrumpidamente el orden social, sus estructuras y prácticas históricas, tanto en la escena política como en el claroscuro de lo cotidiano.
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