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El Péndulo

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A veces se llega a pensar que el péndulo es propio de la naturaleza de la política, algo casi mecánico que desborda el quehacer humano en esas materias

Arturo Alejandro Muñoz

Estas líneas van a molestar a varios, pero interpretarán el pensamiento de muchos; y entre ‘varios’ y ‘muchos’, me quedo con estos últimos. Por volumen, al menos.

Escribo la presente nota en un momento triste cuando gran parte del pueblo siente que lo están transportando a terreno oscuro. Quizás el pueblo nunca quiso viajar a ese lugar, pero aquellos que decían ser sus líderes y representantes lo empujaron a hondonadas tenebrosas. Ahora, esos ‘muchos’ habrán de esforzarse para sacarlo de allí y conducirlo a las cimas de montes donde siempre debió estar.

Luego del triunfo electoral inapelable de la extrema derecha, la derecha dura, la ultra, la proto fascista en la elección de consejeros constitucionales, muchas personas parecen sumidas en la desesperanza y la decepción inmovilista. La derrota duele, pero no debe inmovilizar ni asesinar esperanzas. Fue una derrota que estaba anunciada, hija de acuerdos deleznables tomados una noche de noviembre el año 2019. ¿Anunciada? Claro que sí…

La inexperta muchachada de entonces pisó el palito creyendo el cuento de Desbordes y sus célibes cipayos respecto de un posible ‘golpe de estado militar’ si los políticos, esa noche, no llegaban a acuerdo. Y firmaron. Ahí abrieron la caja de Pandora… y los viejos y viejas izquierdistas supieron casi de inmediato lo que se venía; y no se equivocaron.

Pero, tranquilos amigos queridos, tranquilos. No se ha perdido nada, o mejor dicho, no se ha perdido mucho. Si me permiten, puedo explicarlo, aunque, insisto, es posible que estas líneas no gusten lo necesario, o incomoden más de lo previsto. Pero, en fin, vayamos a ellas aunque a varios les moleste, o les incomode. Cuestión de extrema sanidad ideológica, diría mi abuelo español anarquista.

A finales de la década de 1960 la televisión en blanco y negro tenía un programa de conversación política que encabezaba todos los ratings de la época. “A esta hora se improvisa”, era el título de aquel programa dirigido por Jaime Celedón los domingo en la noche, después del noticiero central en Canal13 de la UC. A Celedón le acompañaban como panelistas estables Jaime Guzmán, Julio Martínez, Enrique Campos Menéndez, Jorge Navarrete, José María Navasal, Germán Becker… y tenían invitados de fuste como Tito Mundt, Quilapayún, Julio Durán Neumann. Y aquí me detengo.

El inefable senador Durán Neumann, hijo del histórico radicalismo masón/bombero/colocolino de antaño, asiduo cliente de aquellos locales de estupendo menú que eran los Clubes Radicales de provincia, orador potente y contertulio peligroso, a última hora reconvertido a la derecha extrema que bandereaban García Garzena y Onofre Jarpa, tratando de dar explicaciones más o menos razonables por la derrota experimentada por su sector en la elección del doctor Salvador Allende en 1970, y por aquel histórico 43% obtenido por la Unidad Popular en la elección parlamentaria de marzo de 1973, sacó de su chist era política la “teoría del péndulo” y dio origen a un clásico en política que al menos el suscrito le otorga buen porcentaje de verosimilitud.

¿Y qué es esa teoría del ’péndulo’? Según Durán Neumann el comportamiento del electorado se movía igual que el péndulo de un reloj. De derecha a izquierda, de izquierda a derecha…pero nunca se quedaba quieto, salvo cuando el reloj se descomponía, entonces el péndulo se detenía, ’muerto’, en el centro.

“Como el péndulo de un reloj, el electorado premia varios años a la derecha, luego cambia de posición y premia a la izquierda…pero jamás se queda pegado en uno de esos extremos, siempre se mueve”, decía aquel senador. Y agregaba, “es cuestión de esperar algunos años, cubriéndose de los golpes del adversario que está en el gobierno, para luego salir en franco ataque junto al movimiento del péndulo”.

Y adobaba lo anterior con el ejemplo de un boxeador experimentado que enfrentaba a una joven promesa dueña de gran golpe con su izquierda, y como era ‘zorro viejo’ en el ring, aquel boxeador experimentado esperaba, esperaba…  se refugiaba en un rincón del cuadrilátero, con la espalda pegada a las cuerdas cubría cara y pecho con sus brazos y manos permitiendo que el joven contrincante golpeara y golpeara y golpeara y golpeara sus brazos durante tres o cuatro ’rounds’, hasta que se cansara … entonces el viejo boxeador salía al ataque derribando fácilmente al novel adversario.

“En Chile, en política, hay que actuar igual”, aseguraba Durán, “debes evitar que te golpeen en alguna zona sensible, por eso te refugias en lugar seguro y cómodo, te cubres esperando que el péndulo comience su viaje hacia tu sector, entonces sales con todo a darles duro a tus oponentes. Fidel Castro lo hizo en Sierra Maestra, aguantó y aguantó hasta que Batista no tuvo más fuerza…entonces, ya saben, salió y venció”.

Nunca lo he olvidado. Tal vez se trate de una absoluta estupidez imaginada por aquel peligroso senador, pero ¿saben?, parece que esta vez el péndulo se fue con rapidez hacia la extrema derecha…entonces habrá que oxigenarse, dibujar una estrategia de lucha y esperar…porque más temprano que tarde el péndulo (en este caso, el electorado, el pueblo) en su sempiterno movimiento  tendrá que regresar a la izquierda, y esta vez, por fin, habrá que estar preparados para darles a nuestros adversarios el nocaut que se precisa.    

Como decía el proto fascista Julio Durán, es cuestión de aguantar un par de rounds, un tiempo corto, y salir golpeando duro… hasta la victoria. ¿Será así?

 

 

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