Mg. José A. Amesty Rivera
Recientemente, y de repente, sale otra figura contrarrevolucionaria, vociferando contra Venezuela, y que ya
lo había hecho contra Cuba en el primer mandato de Trump 2017-2021; se trata del llamado «halcón» del
Departamento de Estado norteamericano, Mauricio Claver-Carone.
Que es lo que vociferaba este personaje: «Intensificar las acciones contra el pueblo de Venezuela»;
«Se refirió al gobierno venezolano como una tiranía chavista»; «Les damos con todo o nos vamos a
casa». El objetivo es terminar el trabajo de 2019″; “máxima presión” contra Venezuela, aseguró
que solo alcanzó el 50% de su potencial; ahora vamos con el 100%. Según él, «las medidas
tomadas en ese momento fueron insuficientes para lograr un cambio político en Venezuela, y
abogó por un enfoque más agresivo para derrocar a Maduro».
Pero, ¿quién es este personaje, que algunos lo tildan, además, de psicópata, troll, lanzallamas,
obsesivo, buldog? Claver-Carone es abogado, nació en Miami, Florida, en 1975 y fue criado en el
sur de este Estado por una madre cubanoamericana; es decir, proviene de una familia de origen
español y cubano.
Claver-Carone es un anticastrista de pura cepa. Él «se volvía loco» ante la mención de Fidel
Castro, contó a USA Today un amigo de los tiempos del bachillerato. Como estudiante en el
Rollins College de Orlando, Claver-Carone se quedaba después de clase para discutir con su
mentor “lo ingenua que es la gente” cuando se trataba de Cuba.
Durante el primer gobierno de Trump (2017-2021), trabajó como Asesor sénior del subsecretario
de Asuntos Internacionales en el Departamento del Tesoro, Representante de EEUU ante el
Fondo Monetario Internacional, Director sénior de Asuntos del Hemisferio Occidental en el
Consejo Nacional de Seguridad y Asistente especial del presidente.
Claver-Carone forma parte de un conjunto de unos 15 funcionarios, provenientes de la Florida que
el presidente Trump ha puesto para los temas de Latinoamérica, que son todos hispanos de línea
dura.
En 2020, Claver-Carone fue elegido como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo
(BID), por un período de cinco años, pero fue destituido en 2022, después de que una
investigación determinó que probablemente había mantenido una relación romántica con una
subordinada, según informó entonces Associated Press. Claver-Carone negó la acusación.
Este es uno de sus manchones en su carrera. Veamos más datos al respecto.
Los directores del BID votaron la destitución del presidente Mauricio Claver-Carone, luego de que
una investigación mostró, que el único presidente estadounidense en los 62 años de historia del
banco tuvo una relación íntima con una subordinada, violando varias normas éticas de la
institución.
Esta subordinada era una asesora, que trabajaba con el funcionario desde sus años en la Casa
Blanca, bajo la administración de Donald Trump, y que fue llevada al BID cuando Claver-Carone
ganó la elección en el verano del 2020. Además, se conoció a lo interno del BID el altísimo sueldo
que se le pagaba a la asesora promovida por Claver.
Así mismo, al correo electrónico del BID llegó un mensaje anónimo, que acusaba a Claver-Carone
y al miembro del personal de malversar fondos del BID.
Por otro lado, como ya mencionamos, Mauricio Claver-Carone estuvo en el centro de la polémica,
cuando el 11 de septiembre de 2020 se convirtió en el primer presidente de la institución que no
era latinoamericano. Su llegada rompió 70 años de tradición.
En fin, Claver-Carone es conocido por sus amigos por su obsesión con Cuba y Venezuela. En lo
referente a Cuba:
Antes de ser funcionario de Donald Trump, Mauricio Claver-Carone tenía un blog, que se llamaba
«Capital Hill Cubans», y durante el gobierno de Barack Obama, desde allí criticaba cada decisión
del gobierno sobre Cuba; defendía con uñas y dientes el bloqueo.
Así mismo, fue Director ejecutivo del comité de acción política US-Cuba Democracy PAC, cuyo
objetivo, según dice en su página web, era «promover una transición incondicional en Cuba a la
democracia» y al mercado libre, y que amañaba para oponerse a leyes que pudieran «financiar la
maquinaria represiva de la dictadura cubana».
Recientemente dio unas declaraciones donde trata de meter miedo a Cuba e intimidarlo,
asegurando, una vez más, que esta vez sí es verdad que le quedan pocos días a la Revolución, y
que el gobierno de Estados Unidos hará todo lo posible por acelerar este proceso. Habla de
medidas y acciones creativas como poner fin a los vuelos y visitas familiares a Cuba. En verdad,
quiere quitar los vuelos para provocar más carencias, desestabilización y, si fuera posible, una
crisis migratoria.
Recordemos, de más atrás en su carrera, que Claver-Carone, juntamente con el innombrable
Marco Rubio, diseñó y ejecutó en un par de años (2018 hasta enero del 2021), más de 200
medidas adicionales al bloqueo con el propósito de lograr que Cuba colapsara. No logró su
objetivo principal, pero impuso un retroceso brutal en las relaciones bilaterales y en el nivel de vida
de los cubanos, provocando un enorme sufrimiento que aún perdura y un mayor flujo migratorio.
Este señor es peligroso, y ha vuelto al gobierno de Trump. No olvidemos igualmente que, antes de
la decisión simbólica y tardía de Biden, universalmente aclamada por justa, de excluir a Cuba de la
lista de Estados patrocinadores del terrorismo, Claver Carone respondió con soberbia al New York
Times diciendo que… “El que ríe último ríe mejor” y prometió medidas peores tan pronto tomara
posesión el presidente electo.
Y en verdad, es que no dejó pasar ni un solo día con Trump en el gobierno, para empezar a
acrecentar la presión y la guerra económica contra Cuba y Venezuela.
Su más reciente declaración-perla, que refleja lo vil que es, desde el Consejo de Asuntos
Mundiales de Miami, confiesa «que el verdadero propósito del bloqueo económico de Estados
Unidos contra Cuba es infligir dolor. Dolor al pueblo. Sufrimiento cotidiano como herramienta
política. Hambre como estrategia de cambio político. Con sus propias palabras: «Se trata de
aceptar ‘dolor a corto plazo para ganancias a largo plazo'». Y lo dice con naturalidad, con frialdad,
incluso con cierto orgullo. Y lo más alarmante no es solo lo que dice, sino cómo lo dice. Como si
fuera legítimo agredir a una población entera para forzar un modelo político diferente. Esto no
tiene otro nombre: crimen.
Para ir finalizando, aunque habría que escribir muchísimo sobre este ser, no es Cuba el único
objetivo de esta estrategia despiadada. Claver-Carone lo extiende a Venezuela, Nicaragua y otros
países de la región que no se alinean con los intereses de Washington. Y lo hace, además,
recurriendo a argumentos que estigmatizan pueblos enteros, a la criminalización del migrante. Su
comparación entre las personas migrantes y supuestos delincuentes enviados «para desestabilizar
a EEUU» es un ejercicio de xenofobia peligrosa y repugnante, impropia incluso del cinismo
habitual en la política exterior estadounidense.
Por ejemplo, en la primera era Trump, Claver-Carone disfrutó de una influencia sin igual, casi
demente y enfermiza, en las políticas del presidente hacia Venezuela, a tal punto que los
embajadores extranjeros se quejaron en privado sobre su ascendencia en esa área.