Mg. José A. Amesty Rivera
El mismo día de la toma de posesión del presidente Donald Trump, fue revocada por el mismo, la
decisión de Joe Biden, sobre la exclusión de Cuba de la lista de países patrocinadores del
terrorismo.
Esta repetición de excluir y volver a incluir, como lo señalamos en nuestro artículo anterior ¿Cuba
terrorista?, es «un juego macabro y malsano, irrespetuoso y grosero», para cualquier país o nación,
además de un acto de «burla y abuso», como lo señaló el presidente Miguel Díaz-Canel de Cuba.
Estas breves anotaciones tienen como base el artículo de Arantxa Tirado, titulado EEUU-Cuba,
terrorismo y Guerra Fría.
Desde la designación de Cuba como patrocinador del terrorismo, «esta va mucho más allá de
aislar al ejército cubano y tachar al país de adversario, va más allá de cualquier tipo de ayuda
humanitaria, negocio, inversión y comercio que implique a Cuba y, por extensión, a los ciudadanos
cubanos».
Por ejemplo, hay varias formas comunes, de las múltiples que existen, en que las ciudadanas y los
ciudadanos cubanos, han sido impactados:
«A los cubanos con ciudadanía extranjera que reúnen los requisitos para una exención del Sistema
Electrónico de Autorización de Viaje (ESTA, por sus siglas en inglés) a Estados Unidos se les ha
cancelado o denegado la exención. A los cubanos residentes en la Unión Europea se les han
denegado cuentas bancarias o se les han congelado las existentes, ya que su nacionalidad los
convierte en clientes de “alto riesgo”. Algunas universidades de Estados Unidos tienen prohibido
apoyar investigaciones u otros trabajos de cubanos, artistas, escritores, académicos, activistas y
periodistas de riesgo que residen en la isla. A los grupos religiosos se les han congelado los
fondos y bloqueado los envíos de ayuda humanitaria. Las personas que intenten hacer una
transferencia de dinero por PayPal o Wise a familiares en Cuba pueden ver sus fondos
congelados y sus cuentas bloqueadas».
En este sentido, la infame inclusión en la lista infame, golpea y sigue golpeando al común del
ciudadano y ciudadana cubana, es decir, al pueblo en general.
Ahora, ¿EEUU y Cuba han tenido relaciones normales?, podríamos decir, por ejemplo, que «desde
que el 17 de diciembre del 2014 los presidentes de Cuba y Estados Unidos, realizaron de manera
simultánea los anuncios sobre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y el inicio del
proceso hacia la normalización de los vínculos bilaterales: Cuba y Estados Unidos nunca han
tenido relaciones normales.
Históricamente, y seguimos con los ejemplos, «en el siglo XIX, Cuba era una colonia de España,
imposibilitada por su metrópoli a tener relaciones de normalidad con el vecino del norte. Los
documentos históricos existentes demuestran que las pretensiones de anexar o dominar a Cuba
estuvieron presentes en los padres fundadores de la nación norteamericana, incluso desde antes
de alcanzada la independencia de las Trece Colonias. Tampoco es posible hablar de relaciones
normales entre Cuba-Estados Unidos durante la llamada República Neocolonial burguesa de 1902
a 1959″, esto lo corroboran historiadores cubanos.
Más adelante, cuando triunfa «la Revolución Cubana en 1959, EEUU se planteó acercarse a Cuba
con vista a explorar la posibilidad de una normalización de las relaciones, esa normalización fue
siempre entendida desde la dominación, es decir, que Cuba debía ceder terreno soberano, en
materia de política interna o externa para poder aspirar a normalizar los vínculos bilaterales con
Estados Unidos».
«Esto se mantuvo y se repitió en las administraciones de Gerald Ford (1974-1977) y James Carter
(1977-1981). Al mismo tiempo, esto no implicó que Washington renunciara al cambio de régimen
en Cuba por otras vías. La normalización era parte de la estrategia para socavar la Revolución
desde dentro».
Por esto es que desde la primera gestión de gobierno de Trump, los analistas han coincidido en
que, desde los inicios, el mandatario buscó cambiar, según él, la política exterior hacia Cuba a
través de algunos objetivos:
«Mejorar el cumplimiento de la legislación de los Estados Unidos, en particular las disposiciones
que rigen el embargo a Cuba y la prohibición del turismo; Exigir cuentas al régimen cubano por la
supuesta opresión y abusos de los derechos humanos ignorados bajo la política de Obama;
Promover la seguridad nacional y los intereses de política exterior de los Estados Unidos y los del
pueblo cubano; y Sentar las bases para empoderar al pueblo cubano para que desarrolle una
mayor libertad económica y política».
Se agrega, además, como ya sabemos, que el «2 de mayo de 2019, EEUU activó por completo, el
Título III de la Ley Helms-Burton, relativo a los derechos de las empresas o ciudadanos de dicho
país para demandar a quienes realicen negocios con propiedades estadounidenses “confiscadas”
por el Gobierno de Cuba».
Desde su promulgación en 1996, la Ley Helms-Burton se aplicaba en tu totalidad, pero para ese
momento se activó toda la odiosa Ley, incluyendo el Titulo III.
Actualmente, e igualmente ya lo conocemos, el candidato de Donald Trump, a secretario de
Estado, el senador Marco Rubio, durante su comparecencia ante el Comité de Relaciones
Exteriores del Senado de Estados Unidos, para su audiencia de confirmación en el cargo, ha
considerado justificadas las preocupaciones del presidente electo sobre la presencia China en el
Canal de Panamá; ha declarado tener cero dudas sobre que Cuba sea un Estado
patrocinador del terrorismo; cree que los cárteles de la droga mexicanos tienen naturaleza
“terrorista” y opina que la Administración Biden se dejó embaucar por Nicolás Maduro, al aceptar
una relajación de sanciones a cambio de limpieza en unas elecciones del año pasado, que el
régimen chavista acabó supuestamente amañando.
En fin, la vuelta de Cuba a país patrocinador de terrorismo, es una nueva versión general 2.0 o 2.4
o 5, sin duda alguna, con viejos y nuevos actores, con nuevas y viejas disposiciones de EEUU. Y
por supuesto, que EEUU adaptará a las circunstancias de nuestros nuevos tiempos, bajo la figura
hamponil de Donald Trump.
Pero Cuba seguirá adelante sin doblegarse, sin perder su norte y sin negociar su dignidad y lucha
por su pueblo, y por los pueblos del tercer mundo.
Y como lo señala el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba: «Frente a la arremetida
imperialista, Cuba vencerá… No nos van a desviar del rumbo socialista, del empeño en recuperar
la economía, de fomentar la mayor solidaridad, creatividad, talento, espíritu de trabajo, y de
defender como un bastión inexpugnable la libertad, la independencia, la soberanía y el privilegio
de construir un futuro sin injerencia extranjera… Aquí prevalece la convicción de que CUBA
VENCERÁ… PATRIA O MUERTE, VENCEREMOS».