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De la barbarie colonial al saqueo capitalista: Abya Yala en lucha, por Cecilia Zamudio

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El 12 de octubre de 1492 inició la colonización mediante la cual fue perpetrada la gigantesca acumulación capitalista originaria, que impulsó la revolución industrial y la supremacía europea a nivel mundial y que arrojó a los pueblos del Abya Yala a siglos de saqueo colonial y posteriormente a siglos de neocolonialismo y saqueo capitalista. Del genocidio y saqueo perpetrados durante la colonia, la aristocracia y la burguesía europea acumularon una fortuna sin precedentes, que propulsaría a Europa como metrópoli capitalista. La colonia poblacional inglesa que hoy se conoce como Estados Unidos, también se propulsaría como metrópoli capitalista en base al esclavismo y a la política expansionista de su burguesía que asumiría la continuidad depredadora contra el resto del continente. Las mayores fortunas mundiales se constituyeron mediante el genocidio, la deportación, la esclavización y el saqueo. Las actuales relaciones geopolíticas entre metrópolis capitalistas y periferias del capitalismo, tienen un origen histórico marcado en sangre. La clase explotadora en el continente americano, de norte a sur, es la descendiente directa de la barbarie colonial y es cómplice del saqueo que perpetra el capitalismo transnacional (fortunas esclavistas siguen imperando, junto a nuevos saqueadores). El mayor genocidio de la Historia es “festejado” bajo un sistema heredero de la barbarie colonial. “El capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza”, escribía Marx. Los pueblos del mundo debemos conocer la Historia para comprender el presente y ser capaces de transformarlo.

A 528 años de octubre de 1492, constatamos la continuidad de la lucha de los pueblos del Abya Yala (América), así como la continuidad depredadora del imperialismo. Los pueblos se alzan, contra el capitalismo y su barbarie, contra los Estados burgueses que pactan «préstamos» envenenados con instituciones imperialistas como el Fondo Monetario Internacional, cuyos montos irán a parar a la infraestructura que requieran las multinacionales para incrementar el saqueo de los recursos y a los bolsillos de la burguesía, y cuyos intereses de usura tendrán que pagar los pueblos con su sangre. Los pueblos se alzan contra la privatización de los sistemas de salud, de educación, de pensiones, contra un sistema en el que una pandemia multiplica exponencialmente las muertes por causa de la precariedad a la que el capitalismo arroja a millones de personas [1]. Los pueblos se levantan contra el empobrecimiento, contra las «deudas» que pactan las burguesías y que pagan los pueblos, contra la depredación multinacional que asesina mares, montañas y ríos. Los bancos y organismos usureros cobran eternas deudas a multitud de países; deudas cuyo mecanismo es tan espurio que incluso muchas de ellas tienen su remoto origen en aberrantes “compensaciones” a los colonizadores por las “pérdidas” de sus colonias [2]. Otras “deudas” espurias son impuestas a países devastados por contemporáneas guerras imperialistas: tras bombardeos y ocupación, los títeres impuestos por el imperialismo pactan con sus amos la violación más brutal de los pueblos. La burguesía dispone del aparato estatal para reprimir con la finalidad de incrementar la acumulación capitalista que perpetra, golpeando la protesta social. Pueblos sepultados ayer y hoy conforman la gigantesca herida de la injusticia.

El colonialismo europeo perpetró el genocidio más brutal de la historia de la humanidad en el continente que hoy se conoce como “América”: exterminó al 90% de sus habitantes tan solo en el primer siglo y medio de invasión (90 millones de personas). La colonización europea blandió “la espada y la cruz”: desgarrando los cuerpos de los rebeldes con las espadas y la pólvora, amputando culturas y lacerando identidad con la imposición de su religión. La religión católica fue impuesta a sangre y fuego, siendo un instrumento de dominación de largo alcance, que hasta hoy aliena y somete. Los colonizadores europeos se adueñaron de las tierras y riquezas del Abya Yala, violaron y saquearon, con el pretexto de que “Dios” así lo dispuso; entraban a saquear con un documento llamado el “Requerimento”, que imponían a golpe de terror. Los niños indígenas que sobrevivieron a las masacres fueron educados en la religión católica, siendo descuartizado todo el que la cuestionara.

El objetivo de la colonización fue el saqueo y la explotación. Consta en el Archivo de Indias, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a Sanlúcar de Barrameda en España, 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América. Cientos de culturas fueron arrasadas por los colonizadores europeos, millones de obras de arte transformadas en lingotes, como pequeños ataúdes que todavía gritan de espanto y dolor. Los invasores establecieron un impuesto a ser pagado por los indígenas en kilos de oro y riquezas, por habitar el continente que siempre habían habitado.

Tan solo en el saqueo de Coricancha, o en el rescate al Inca Atahualpa pagado a los secuestradores europeos, se evidencian los niveles de rapiña de los conquistadores. Pero ni el pago por el rescate más caro que registra la historia humana, 41 toneladas de oro y 82 toneladas de plata, sirvió para evitar el asesinato de Atahualpa a manos de Pizarro. Masacres y felonía, codicia y tortura, es lo que celebran los que festejan el 12 de octubre.

Eduardo Galeano escribió, en “Las Venas Abiertas de América Latina”, que tan solo el saqueo de la mina de Potosí le reportó a Europa unas ganancias descomunales, cuyo volumen en plata hubiera alcanzado para construir un puente de plata entre América y Europa (el volumen de plata saqueada que dio origen a esta metáfora de Galeano consta en registros). Otro puente se podría haber construido con los cadáveres de los indígenas esclavizados en la mina: 8 millones de indígenas fueron reventados de explotación por los españoles, en la primera etapa de saqueo de Potosí. Un indígena esclavizado en Potosí tenía una esperanza de vida de dos meses en promedio (luego de ese lapso esclavizado, fallecía, y los invasores lo reemplazaban por otro indígena esclavizado). Asimismo, la mina de Ouro Preto en Brasil, se tragó la vida de millones de africanos y les reportó a los invasores capitales que serían decisivos para el capitalismo europeo. Al estar la Península Ibérica endeudada por causa de sus “guerras santas”, los banqueros europeos cosechaban toda esa riqueza empapada en sangre humana y dolor.

La barbarie del colonialismo significa igualmente la deportación masiva de seres humanos perpetrada por los europeos desde África hacia América: al menos 33 millones de africanos fueron deportados, murieron dos tercios de ellos en los abominables trayectos, y el tercio sobreviviente fue esclavizado en el continente americano, así como sus descendientes durante siglos. La aristocracia y burguesía europea lograron la mayor acumulación de riquezas jamás vista, en base al saqueo del continente americano, en base a la deportación y esclavización de millones de seres humanos, en base al genocidio y la tortura. Esa acumulación de riquezas sin precedente, fue la que le permitió al imperialismo europeo cimentar su supremacía a nivel planetario, impulsar la revolución industrial, y erigirse hasta hoy como metrópoli del capitalismo. Los Estados Unidos, antigua colonia poblacional inglesa, se erigieron igualmente como potencia capitalista en base al trabajo esclavo. Entre las mayores fortunas de Europa y de Estados Unidos, siguen actualmente figurando los descendientes de esclavistas y banqueros que amasaron riquezas en base al genocidio y la esclavitud.

La acumulación capitalista originaria se fraguó del saqueo y el genocidio, como lo señala Marx: “El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, el exterminio, la esclavización y el sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de seres humanos para ser esclavizados: tales son los hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista. Estos procesos representan factores fundamentales en el movimiento de la acumulación originaria”[3].

El año 1492 marca el inicio del saqueo que hasta hoy sigue empobreciendo a los pueblos de América para llenar las arcas de los saqueadores. Hasta hoy las multinacionales siguen explotando montañas y envenenando ríos, hasta hoy siguen talando bosques y fomentando mercenarios militares y paramilitares para perpetrar masacres contra el pequeño campesinado (indígena, afrodescendiente y mestizo), con la finalidad de desplazarlo forzadamente de las tierras codiciadas. Hasta hoy sigue el imperialismo europeo y estadounidense urdiendo golpes de Estado (golpe en Brasil, Chile, Argentina, Uruguay, Guatemala, Honduras, Bolivia, desestabilización contra el Estado venezolano, y un largo etc.); hasta hoy sigue el imperialismo urdiendo planes de exterminio contra las y los revolucionarios (Plan Lasso, Plan Cóndor, Plan Baile Rojo, Plan Colombia, Plan Patriota, Plan México, etc.); hasta hoy sigue la injerencia imperialista apuntalando regímenes genocidas como el colombiano, por citar un ejemplo paradigmático de régimen del Terror funcional al saqueo capitalista, mantenido a punta de masacres y exterminio contra la reivindicación social y política de la clase explotada.

El capitalismo transnacional prosigue el saqueo de América Latina, África y Asia, causando genocidios y ecocidios, empobreciendo a millones de personas. Luego crea fortalezas en torno al botín saqueado por las metrópolis capitalistas (como la Unión Europea o Estados Unidos): el imperialismo quiere succionar las riquezas, pero rechaza a las personas desposeídas por su rapiña, forzándolas a trayectos migratorios de espanto y a padecer esclavitud moderna si logran llegar. Millones de personas originarias de la periferia capitalista son arrinconadas, por causa de unas leyes de inmigración lesivas, a padecer las peores explotaciones en los países del centro capitalista, como trabajar a destajo en el agro industrial en condiciones laborales y de vivienda infrahumanas, o como verse abocadas a la explotación aberrante que es la prostitución. Es el saqueo de los cuerpos humanos, concatenado al saqueo capitalista de los territorios. Es el funcionamiento de un sistema criminal heredero de la Historia colonial y cuyo presente es la continuidad sangrante de un sistema de clases, en el que un puñado de multimillonarios agigantan sus fortunas sobre la explotación de la clase trabajadora y sobre el saqueo de la naturaleza.

Pero la lucha sigue, y los pueblos del Abya Yala lograremos nuestra verdadera y definitiva independencia cuando nos liberemos del capitalismo y su barbarie, del saqueo neocolonial que impera, de la clase explotadora local y transnacional. A nivel mundial, la burguesía incrementa cada día su accionar bélico: aumenta la tasa de explotación contra la clase trabajadora, aumenta el saqueo de la naturaleza y afila su herramienta fascista. Está más que claro que la clase explotadora no depondrá sus abyectos privilegios por sí sola y está dispuesta a seguir hundiendo a la humanidad en la precariedad, la alienación y la barbarie, ejerciendo el Terror más absoluto para perpetuarse. No se logrará nada lanzándole ramos de flores a los burgueses, para ver si así el olor de las flores “habla con su ser más íntimo”. Es hora de abrir los ojos y rechazar las estafas que impone la burguesía (y sus servidores reformistas) para darle prórrogas a un sistema criminal. La lucha de la clase explotada mundial por un mundo libre de toda explotación, es la única salida a esta barbarie. Cuando la última deuda espuria nacida de la barbarie de la colonización sea abolida, cuando no haya países empobrecidos por el saqueo capitalista que tiene hondas raíces en la Historia colonial, cuando la balanza se haya equilibrado, cuando no quede un burgués en pie explotando y saqueando, el abrazo más certero será entonces posible: el de la especie humana reconciliada consigo misma y el planeta.

Por Cecilia Zamudio

 

NOTAS:

[1] Una pandemia multiplica exponencialmente las muertes por causa de la precariedad a la que el capitalismo arroja a millones de personas.

www.cecilia-zamudio.blogspot.com/2020/05/coronacolapso-sintoma-enfermedad-capitalista-colapso-sanitario-aberraciones-sistema.html

[2] Deudas espurias a modo de aberrantes “compensaciones” a los colonizadores por las “pérdidas” de sus colonias: https://reporterre.net/Le-cadeau-empoisonne-de-la-dette-coloniale

www.cadtm.org/Droits-Devants-Plaidoyer-contre-les-dettes-illegitimes

[3] K. Marx, EL CAPITAL, Capitulo XXIV, La llamada acumulación originaria.   

www.marxists.org/espanol/m-e/1860s/eccx86s.htm

Extractado de:  https://prensaopal.cl/2020/10/11/de-la-barbarie-colonial-al-saqueo-capitalista-abya-yala-en-lucha/

Nota enviada por Sergio Medina Viveros: https://sergiomedinaviveros.blogspot.com

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