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Colombia – Petro inaugura un recambio real de poder

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Juanita León

La Silla Vacía, 7-8-2022

https://www.lasillavacia.com/

Hoy no se formalizará tan solo un cambio de mando entre presidentes o partidos como se ha hecho históricamente cada cuatro u ocho años. La ceremonia de esta tarde marcará el comienzo de un esfuerzo por rebarajar las relaciones estructurales de poder en Colombia. Y es precisamente por eso, que la posesión de hoy de Gustavo Petro genera tantas expectativas en unos como miedo en otros.

Petro no es solo el primer candidato de izquierda que llega a la Presidencia; él trae un legado que seguramente marcará el futuro gobierno.

Que el nuevo inquilino de la Casa de Nariño sea un exguerrillero en un país que durante décadas vio en la insurgencia a su enemigo unificador trae una carga simbólica particular. Petro la realzará hoy durante el evento de transferencia de mando en el que ha decidido caminar detrás de la espada de Bolívar que el M-19 se robó en los años setenta.  El mensaje de un revolucionario que llega por las urnas al poder es explícito.

Petro también llega a la Presidencia montado sobre los hombros del antiuribismo y de la impopularidad del gobierno de Iván Duque. Su triunfo es una ruptura con una visión del conflicto, de la relación entre clases sociales y de la historia de Colombia que ha gobernado el país durante buena parte del siglo XXI.

Y su presidencia es el resultado del gran estallido social, cuyas reivindicaciones la coalición del Pacto Histórico supo recoger bajo una gran sombrilla para toda la izquierda.

Con ese legado de una revolución inconclusa, una derrota del uribismo y las reivindicaciones de los miles de colombianos que salieron a la calle a protestar, llega a la Casa de Nariño un presidente muy distinto de los anteriores. Y el equipo de gobierno que hasta ahora ha anunciado representa inequívocamente los intereses y la visión de los que han enfrentado o padecido el poder en Colombia. 

Por eso, lo que puede esperar el país a partir de hoy no es un cambio gradual, ni mejoras incrementales. Es una ruptura.

Las expectativas

Hasta anoche, el nuevo presidente solo había anunciado dos terceras partes de su gabinete. Y aún no se conocen los nombres de los ministros de Vivienda, Transporte, Justicia, TIC, Ciencia y el Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre). Muy probablemente ahí estarán los puestos que les dé a los tres partidos políticos– el Liberal, La U y el Conservador– que conforman la gran coalición con la que arranca su mandato.

Pero con los 12 ministros que ya se conocen Petro ha mandado el mismo mensaje: salvo Alfonso Prada, el Ministro del Interior, los demás son personas que han marcado, en menor o mayor medida, una ruptura con el Establecimiento. 

Y son personas que, más allá de que tan buen desempeño tengan en el Gobierno que arranca, han defendido a lo largo de sus vidas unas causas en sus respectivas carteras, lo que puede devolverle cierta legitimidad al Estado.

Cecilia López lleva décadas pedaleando el tema agrario; Álvaro Leyva ha estado metido desde hace 50 años en cuánto esfuerzo de paz se ha hecho en Colombia; Alejandro Gaviria ha escrito libros sobre educación y fue rector de la principal universidad privada del país; Susana Muhamad es una ambientalista probada; Gloria Inés Ramírez, la nueva Ministra de Trabajo, ha sido sindicalista y defensora de derechos laborales media vida; Patricia Ariza ha defendido el teatro con los dientes.

El nuevo presidente, la vicepresidente (y buena parte de su gabinete) tienen otro rasgo que hacen este Gobierno muy diferente de los anteriores. De alguna manera, ni Petro ni Francia Márquez han conocido el país “por encima”. Lo han hecho “por debajo”.

Como lo cuenta su perfil, Petro fue guerrillero. Fue preso. Fue un político de oposición. Fue exiliado. Fue destituido arbitrariamente. Fue pobre. Fue un líder popular. Francia Márquez fue minera de río. Fue empleada del servicio. Fue tan pobre que recibía el subsidio de ingreso solidario. Fue madre soltera. Fue artista popular. Fue discriminada por ser negra. Fue líder social.

Esa perspectiva desde abajo de las dos personas que estarán en la cúpula del poder impregnará este Gobierno de prioridades, diagnósticos y aproximaciones a los problemas muy diferentes a los que el país está acostumbrado. Sobre todo, porque los funcionarios de segundo y tercer nivel que entrarán ahora al Estado muy posiblemente traigan ese mismo punto de partida y esos mismos dolores (y hasta resentimientos) que son en todo caso los de la mayoría de colombianos.

Y es en esa identificación donde radicará el verdadero poder y las posibilidades del Gobierno que arranca.

“Petro tiene la oportunidad de generar un diálogo social”, dice Carlos Franco, consultor en temas políticos y de relacionamiento entre empresas y comunidad. “El sector empresarial está expectante y el sector político también. Uribe fue a hablar con Petro. Hay una oportunidad, otra cosa es si él tiene el liderazgo para hacerlo”.

Como dice Franco, con el gran poder que otorga la Presidencia, Petro podría facilitar (o forzar) una negociación entre el Establecimiento político y económico y el país excluido que él representa.

¿Sobre qué temas?

Temas grandes como el que planteó Héctor Riveros en su columna de ayer: “Imagino que cuando intervenga el propio Presidente —escribe Riveros— las preguntas serán otras: la primera y más importante quizás será si lo que se propone ahora sí servirá para lo que deben servir los sistemas tributarios que es para reducir la desigualdad”. (https://www.lasillavacia.com/la-silla-vacia/opinion/articulos-columna/con-petro,-la-discusi%C3%B3n-es-ideol%C3%B3gica/)

Y temas menos grandes, pero igualmente importantes de conciliar, como por ejemplo una ley que regule la protesta social o una ley de consulta previa. “Un acuerdo de qué vale y qué no vale”, dice Franco.

La pregunta es cómo aterrizará esa gran apuesta de que el gobierno sea en clave “de diálogo permanente” —como ha dicho Petro que lo será— en gestión pública efectiva.

Sobre todo, porque ese discurso se enfrentará con la rigidez de la ley y de los procedimientos del Estado y con una realidad económica. Un ejemplo: el discurso de la economía popular. En el plan de Gobierno de Petro proponen un modelo de contratación del Estado con vendedores informales. Es una propuesta que parte de la realidad de que la mitad de la economía del país es informal. Sin embargo, por definición, los informales están por fuera de la ley y contratar con ellos sin rayar en la ilegalidad será difícil.

Petro enfrentará otros desafíos mayúsculos. Uno que ya fue evidente en el empalme es la tensión entre el pragmatismo político que el nuevo presidente mostró en su campaña y en la armada de la coalición legislativa con partidos tradicionales y el dogmatismo ideológico de su equipo más cercano. Esa tensión, por decirlo de alguna manera, entre los Roys y las Francias será una constante durante los cuatro años.

Más por dos rasgos del liderazgo de Petro: por un lado, porque es tan buen comunicador hacia afuera como inescrutable para su equipo; y por el otro, porque hay una resistencia grande a priorizar. Durante el empalme, según le contó a La Silla una persona que lo vio de primera mano, los facilitadores de McKinsey insistieron en la necesidad de jerarquizar y la respuesta de los líderes del empalme fue que el plan de gobierno había sido hecho en red y que priorizar quebraba el espíritu de la red.

Esa dificultad para priorizar es ya evidente en la ambiciosa agenda del arranque y demandan una destreza gerencial que Petro no demostró cuando fue alcalde de Bogotá. El primer semestre se irá en una agenda legislativa que aspira a aprobar una tributaria estructural, la reforma a la ley 418 para tener nuevos instrumentos para negociar con los grupos armados y una reforma agraria.

Además, deben aprobar el Plan de Desarrollo, ya de por sí difícil, pero que en este Gobierno se construirá a partir de los diálogos regionales vinculantes que mencionó Petro en su discurso de victoria, y de los cuales ya ha hecho varios como el de Roberto Payán. En simultánea, empezarán a aterrizar algunas de las costosas promesas sociales que hicieron, mientras Petro se quiere posicionar como un líder latinoamericano contra el cambio climático.

Ah, y se empieza a negociar la “paz total”, con una mesa con el ELN y una discusión que aún no aterriza sobre cómo hacerlo con grupos criminales de post paramilitares como el Clan del Golfo. 

Los riesgos

Dado el interés personal que tienen varias figuras importantes del Pacto en los temas de paz —Leyva, Roy Barreras, Iván Cepeda, Danilo Rueda y el mismo Petro— el riesgo de que la “paz total” consuma toda la energía del nuevo gobierno y de que el conflicto vuelva a ser el tema de Colombia es muy grande.

El otro riesgo es en el frente económico por el déficit estructural en la balanza de pagos, la inflación disparada, la tributaria, una moratoria minera que anunció Petro, una desconfianza del sector privado en Petro y el contexto internacional. “Están dadas todas las variables para una crisis”, dice Luis Guillermo Vélez, ex superintendente y ex secretario general de la Presidencia de Santos.

“Por no leer el momento histórico tan complicado en que está la economía mundial pueden estrellar la economía nacional”, agrega el exministro de Hacienda Juan Carlos Echeverry..

Más allá de esos riesgos de fracaso, incluso antes de arrancar el gobierno ya hay una ganancia para el país. Y es que la sola posesión de Petro y Francia hoy ya abrió el espectro de poder en el país. Quedará muy difícil de ahora en adelante decir que en Colombia no hay una democracia como lo afirmaron Petro y Francia en el debate de Caracol y La Silla Vacía en febrero. Seis meses después, se inauguran como las personas más poderosas del país en medio de una gran fiesta nacional.

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