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Cine: La canción de Carla

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Pepe Gutierrez Alvarez, Estado Español 

KEN LOACH EN NICARAGUA

Un buen instrumento para conocer a grandes rasgos lo que sucedió en aquel país vale la pena revisar y debatir tomando La canción de Carla (RU-España, 1996) de Ken Loach como un buen punto de partida.

Es verdad que cinematográficamente hablando, lo mejor corresponde a la primera parte, cuando Carla (Oyanka Cabezas), una joven refugiada nicaragüense que ahora reside en la ciudad escocesa de Glasgow, cruza un día su destino con el de George Lennox (Robert Carlyle), un conductor de autobuses de espíritu libertario, al que conoce cuando ella no puede pagar el billete. Se describe el encuentro entre una muchacha resistente y un joven que es anarquista sin saberlo que siente la llamada de la Nicaragua sandinista, lo mismo de que miles de jóvenes de todo el mundo, muy especialmente españoles con una potente presencia catalana, jóvenes a los que los cronistas de diarios como “El País” llamaban “los últimos románticos”.

Transcurre el año 1987, y en el país natal de Carla, la “Contra” (derechistas nicaragüenses instruidos por agentes de la CIA, y pagados con fondos del Imperio a la sazón liderado por el siniestro Ronald Reagan) está preparando el asalto definitivo contra los sandinistas que tratan de reconstruir socialmente y desde una revolución aquel pequeño país que fue castigado por las bandas lideradas por el general Somoza, al que el presidente Roosevelt llamó “hijo de puta” para añadir: “…Pero es nuestro hijo de puta”.

En un principio Carla se resiste al cortejo de George. Pero él insiste fascinado por su belleza y el misterio que presiente en su pasado, e inician una apasionada y bella relación que se prolonga en la misma Nicaragua. La película fue producida en sistema de coproducción, y su rodaje dio lugar a un simpático libro escrito por Icíar Bollaín, compañera sentimental del escritor británico Paul Laverty, el guionista que había pasado cinco años en el país antes de escribir el guión.

A pesar de los esfuerzos de Carla por dar la espalda a su vida anterior, se da cuenta que es imposible. Por ello, George la convence para viajar de nuevo a Nicaragua y enfrentarse a esos fantasmas de los horrores producidos desde una organización criminal como la CIA, para después poder regresar juntos a Glasgow y comenzar allí una nueva y feliz vida. Pero los horrores de la guerra lo imposibilitarán, aunque la película acaba con un llamamiento a la lucha.

El sandinismo fue mucho más avanzado de que hoy representa Maduro, pero el papel de los EEUU sigue los patrones de entonces. La de un imperio que no duda en condenar “su patio trasero” a la miseria y la opresión. Una batalla que no acabará hasta que no sea derrotado con la ayuda inapreciable de los estadounidenses honestos que tienen delante al mismo enemigo.
El mismo que sigue atenazando el continente sudamericano, el imperialismo y las oligarquías corruptas.

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