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China – Crecimiento a media asta, deuda récord… en la espiral de la crisis

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La suspensión de la cotización en la bolsa del gigante inmobiliario Evergrande, el jueves 28 de septiembre, ilustra las dificultades estructurales de la economía china que provocan inquietud internacional y presionan al Gobierno de Xi Jinping.

Anne-Sophie Lechevallier y Arnaud Vaulerin

Libération, 28-9-2023

https://www.liberation.fr/

Traducción de Correspondencia de Prensa

Por ahora, no ha llegado el momento del pánico generalizado, sino de la preocupación y de interrogantes en cascada. Aunque a veces se sigue utilizando la palabra «desaceleración» para describir el estado de la segunda economía mundial, la expresión «crisis estructural» es actualmente la más utilizada. «La crisis es profunda porque afecta a los motores que han impulsado el crecimiento durante los últimos quince años: el sector inmobiliario, las infraestructuras, el dinamismo empresarial. Los motores se han atascado», apunta François Chimits, analista del Mercator Institute for China (Merics). Kerry Brown, sinóloga e historiadora del King’s College de Londres, «no recuerda un panorama tan sombrío y pesimista de la economía china. No tiene precedentes desde que Xi Jinping asumió el cargo en 2012. Y los dirigentes no han encontrado la respuesta adecuada, un mensaje firme para tranquilizar a la población. Están crispados, lo que es preocupante».

Estos últimos meses, todas las señales están en rojo. El sector inmobiliario ha sido objeto de especial atención. Según las estimaciones, representa entre el 14% y el 30% del PIB chino y sigue sumido en la crisis provocada por el estallido de la burbuja inmobiliaria. Los mercados financieros se ven sacudidos regularmente por las grandes dificultades a las que se enfrentan los promotores y los gigantes del sector. De capa caída desde hace dos años, con el lastre de más de 307.000 millones de euros de deuda que se esfuerza penosamente por reestructurar, el conglomerado privado Evergrande volvió a los titulares el jueves 28 de septiembre (https://www.liberation.fr/international/asie-pacifique/le-geant-evergrande-au-bord-de-la-faillite-pekin-silencieux-20210921_QXT3OGH7TBC77KPGKR66NUUIEY/). Las acciones del promotor fueron suspendidas de cotización en la bolsa de Hong Kong, adonde habían regresado a principios de agosto tras quince meses de ausencia. También se detuvo la negociación de las acciones de sus filiales de servicios inmobiliarios y de fabricación de vehículos eléctricos. El día anterior, la agencia Bloomberg reveló que el fundador y jefe del sobreendeudado grupo, el multimillonario Hui Ka Yan, había sido detenido a principios de mes por las autoridades chinas y se encontraba bajo arresto domiciliario.

«Crisis de liquidez»

Evergrande no es la única que está en apuros. La promotora Country Garden (https://www.liberation.fr/international/asie-pacifique/en-grande-difficulte-le-promoteur-immobilier-chinois-country-garden-seffondre-en-bourse-20230814_TPTP2FKJWFGJRMIYV4K2W6BCH4/), otro peso pesado, con una deuda de 180.000 millones de euros a finales de 2022, también tiene dificultades para devolver los intereses de sus préstamos. A principios de septiembre, la empresa estuvo a punto de caer en impago. Con cada pago que vence, se reaviva la preocupación por el riesgo de contagio en la esfera financiera. Esta semana, el promotor inmobiliario China Oceanwide anunció que se enfrentaba a una cesación de pagos. Se prevé que las ventas se contraigan otro 5% en los próximos seis a doce meses, según Moody’s, que incluye al sector inmobiliario chino en una perspectiva negativa.

La caída de este sector – «un componente clave del ‘milagro económico chino’ que, a partir de los años 80, […] acompañó la rápida urbanización, el crecimiento y el empleo del país», recordaba una nota del Tesoro en agosto de 2022 – se aceleró en 2020 cuando «las autoridades trataron de hacer más estricta la reglamentación», en particular endureciendo las condiciones de acceso al crédito. «Este endurecimiento provocó un fuerte enlentecimiento de la inversión inmobiliaria, de las ventas y de los precios, y provocó una crisis de liquidez para algunos promotores, haciendo necesaria la intervención y reestructuración de las empresas públicas», escriben los autores.

A la crisis inmobiliaria se han sumado una serie de motivos de preocupación. A diferencia del resto del mundo, que lucha contra la presión inflacionista, China teme la deflación. En julio, los precios cayeron un 0,3% interanual, según la Oficina Nacional de Estadística (BNS). Al mes siguiente, subieron ligeramente, un 0,1%, también en comparación con el mismo mes del año anterior. Este es sólo un signo de la desilusión que acecha a la segunda potencia económica mundial.

Una recuperación «tortuosa»

Si bien las medidas restrictivas contra el Covid fueron levantadas mucho más tarde que en los otros países, en diciembre de 2022 (https://www.liberation.fr/international/asie-pacifique/la-chine-lache-du-lest-sur-son-zero-covid-20221207_OXM6NAD6QZCLJDGN7FTHKZYHHA/), China esperaba una recuperación sostenida del consumo y de la actividad. Esta tuvo lugar, pero sólo durante unas semanas. «Había un exceso de capacidad de la oferta y una falta de apetito de la demanda -continúa François Chimits-. Las rivalidades sino-estadounidenses, el Covid, y luego el aprieto en el sector inmobiliario y la economía digital generaron temores y ansiedades que favorecieron el ahorro por precaución y deprimieron el consumo».

Desde la primavera, los signos de desaceleración se han ido acumulando, hasta el punto de que las propias autoridades reconocen una mala racha, y sus representantes utilizan el mismo adjetivo para describir la recuperación: «tortuosa». Tras un crecimiento del producto interior bruto del 3% el año pasado, China cuenta con un crecimiento del 5% este año. Algunos analistas apuestan a que será menor, como el banco de inversión Nomura que, en una nota de gran repercusión publicada en agosto, revisó su previsión para el año al 4,6% en lugar del 5,1% anterior, refiriéndose a la «espiral descendente» en la que había caído la economía del país, donde «lo peor aún está por llegar».

Este frenazo es examinado con mayor atención si se tiene en cuenta que China representa una gran parte del crecimiento mundial, como señaló Kristalina Georgieva, Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). «Hablamos de las medidas adoptadas por el gobierno chino para alcanzar el objetivo de un crecimiento en torno al 5% este año», declaró al término de una visita oficial a principios de septiembre. Es importante para China, es importante para el mundo. Representa un tercio del crecimiento mundial».

Casi un mes antes, Joe Biden había optado por un lenguaje menos diplomático para expresar su preocupación por este enlentecimiento que, según el presidente de Estados Unidos, estaba convirtiendo a China en una «bomba de tiempo». China replicó unos días después, a través de un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores: «Un pequeño número de políticos y medios de comunicación occidentales exageran y ponen de relieve las dificultades periódicas de la recuperación económica post-epidémica de China. Los hechos demostrarán que están equivocados».

Datos que deben tomarse con precaución

A la luz de las estadísticas oficiales, cuya fiabilidad es discutida desde hace años, los economistas se muestran cada vez más prudentes a la hora de diagnosticar el estado de la economía china. «Disponemos de muy pocos datos, que a menudo son dudosos. Así que debemos ser prudentes a la hora de interpretarlos», advierte Catherine Mathieu, del Observatoire français des conjonctures économiques (OFCE). En una nota de marzo de 2023, por ejemplo, el Departamento del Tesoro de Bercy (Ministerio de Economía francés, ndt) escribió: «En 2019, el gasto público chino representaba el 24% del PIB según las estadísticas oficiales, pero el 36% según el FMI, frente al 41% de la OCDE».

A veces, la oficina de estadísticas deja por completo de publicar indicadores (https://www.liberation.fr/international/asie-pacifique/en-chine-pour-cacher-le-taux-de-chomage-des-jeunes-qui-senvole-on-ne-publie-plus-les-chiffres-20230815_LWVBZ6DKUVHIHDDHEJXFZRJLQI/), como el desempleo juvenil, que estuvo ausente de las estadísticas de julio y agosto. Las últimas cifras datan de junio y muestran una tasa del 21,3% entre los jóvenes de 16 a 24 años. Una cifra récord. Del mismo modo, las autoridades son tan escuetas sobre su política económica que cada detalle es seguido de cerca por los especialistas en China. Por ejemplo, en las actas de la reunión de julio del Politburó (https://www.bloomberg.com/news/articles/2023-07-24/xi-s-housing-speculation-warning-left-out-of-politburo-statement), el órgano de gobierno del Partido Comunista Chino, no hay ni rastro de la frase fetiche de Xi Jinping, «Las casas son para vivir en ellas, no para especular», que se ha mencionado regularmente durante los últimos cuatro años. Esta «desaparición» dio lugar inmediatamente a múltiples interpretaciones.

«La fuerte recuperación que se esperaba tras el fin de la política cero Covid se produjo en realidad a principios de año», señala Catherine Mathieu. Las ventas al por menor se aceleraron rápidamente, sobre todo en los servicios y en particular en el sector de la restauración, pero el aumento interanual fue sólo del 2,5% en julio, antes de repuntar ligeramente en agosto (4,6%). La producción industrial no ha registrado una aceleración significativa. Ni los hogares ni las empresas invierten. La economía se está desacelerando. No hay una demanda fuerte, ni interior ni exterior». China también sufre la atonía de la demanda mundial. Esta última ha frenado uno de sus motores de crecimiento: las exportaciones cayeron un 8,8% en agosto en tasa interanual, tras el 14,5% de julio. Por primera vez en veinte años, Estados Unidos importa más de México que de China, según el Bank of America Global Research.

«El gobierno interviene con medidas tímidas».

La deuda es el otro talón de Aquiles de China. A mediados de septiembre, el FMI advirtió sobre el papel central que desempeña la segunda economía mundial en el aumento de la deuda global. “Es una bomba de tiempo sobre la dinámica de crecimiento del país, prosigue François Chimits, analista de Merics. En quince años, la deuda pasó del 180% a cerca del 300% del PIB. Aunque el umbral máximo de esta ratio es incierto, la tendencia es claramente insostenible». Muchas colectividades locales -ciudades y provincias- se encuentran ahora en dificultades tras haberse endeudado fuertemente en los mercados financieros para infraestructuras o para luchar contra el Covid.

Ante estos contratiempos, ningún paquete de medidas importantes de estímulo ha sido anunciado, como fue el caso en Estados Unidos desde el año pasado, o como hizo la propia China tras la crisis de 2008, financiando múltiples infraestructuras. En su lugar, los poderes públicos intervienen con una serie de medidas. El Banco central chino está bajando las tasas de referencia, como el coeficiente de reservas obligatorias, la tercera fue modificada en sólo un mes, para incitar a los bancos a bajar las tasas hipotecarias existentes. También fueron introducidas desgravaciones fiscales para estimular la compra de vehículos eléctricos y electrodomésticos en el mes de julio.

«La esperanza del gobierno chino es que se reanude el crecimiento mundial y la recuperación a través de las exportaciones, explica Catherine Mathieu. Mientras tanto, el gobierno interviniene en ciertas áreas dando pequeños pasos para evitar que el sistema tambalee. No se arriesgará a dejar caer a un promotor a gran escala. Cuando las obras se paralizan, las autoridades locales compran los terrenos y otorgan ayudas financieras en forma de préstamos o subvenciones. Es una forma de nacionalización y refleja la capacidad del Estado para atenuar los efectos de la crisis.»

China sigue siendo una economía sujeta a imperativos políticos, donde «la ideología prima sobre todo lo demás», señala Marc Julienne, investigador sobre China en el Centro Asiático del Instituto Francés de Relaciones Internacionales. Señala que «la inflación legislativa y reglamentaria [con leyes sobre protección de datos y espionaje, nota del editor] crea un entorno muy restrictivo para las empresas y la inversión». La voluntad de Xi Jinping de que China se convierta en la mayor economía del mundo en 2049, por delante de Estados Unidos, podría no ser más que un simple deseo.

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