por Celso Calfullan
El año 2019 cerro con grandes luchas en prácticamente todo el continente Latinoamericano, hemos visto como las luchas surgieron país tras país en los últimos meses, en Ecuador vimos masivas protestas que en pocos días logro derrotar las políticas que les quería imponer Lenin Moreno a los ecuatorianos. Luego rápidamente vemos como tomo su turno Chile, con protestas aún más masivas y que ya llevan más de 80 días, una Bolivia completamente convulsionada después que la derecha lograra llevar a cabo un golpe de Estado, que termino sacando a Evo Morales de la presidencia de ese país, obligándolo a renunciar, renuncia que trajo consigo todavía mas inestabilidad a ese país. Luego tomo su lugar en las luchas el pueblo colombiano, que demostró cuan explosivo esta este continente, ahora la pregunta es ¿Cuale se sumaran durante este año?
El Estado y sus instituciones hace rato que tienen muy poca credibilidad en estos países y ahora con los brutales niveles de represión empleados contra la población, ya están jugando sus descuentos, claramente están sobregirados en cuanto a la confianza que tiene la población en estas instituciones. La bronca acumula, ya no sabe de paciencia o de buenas intenciones.
Pero a pesar de las enormes luchas que hemos visto, vemos también como las elites dominantes no entienden nada, siguen tan ciegas como antes de estas grandes explosiones sociales y piensan que todo lo pueden solucionar a palos o asesinando a unas cuantas decenas de manifestantes que están protestando, la arrogancia de las autoridades que están en el poder simplemente no conoce límites y lo que es peor no entienden absolutamente nada.
Tozudamente quieren mantener un sistema que solo crea desigualdad y miseria entre la mayoría de la población, las ganancias solo son para el 1% más rico de la población y para los demás simplemente lo que sobra, nada sobre verdadera equidad social o cambios que apunten a solucionar los temas de fondo por los que esta movilizada la mayoría de la población. Esto por supuesto es una receta acabada para que las luchas continúen y se intensifiquen durante este año que recién comienza.
Sobre esas posiciones será muy difícil lograr acuerdos o algún tipo de consenso en estas sociedades que apunten a la estabilidad social, la paz y la tranquilidad que tanto piden las elites dominantes. La elite y los ciudadanos que protestan parecen que viven en planetas completamente diferentes y muy distantes, quizás por eso Cecilia Morel, la primera dama de Chile, hablaba de los alienígenas refiriéndose a los que estaban protestando en el país.
Las actuales “democracias” para la mayoría de nuestros pueblos, no es sinónimo de consenso, de equilibrios sociales, o de mejores condiciones de vida. La gente está cansada de esperar tantos años para que las cosas mejoren, de promesas incumplidas sobre que “la alegría ya viene” o de “tiempos mejores”, que nunca llegan.
Por otro lado la casta política de forma tozuda sigue tratando de distraer a la población con temas de saqueos, vandalismo o destrucción, que en muchos casos son incentivados desde los propios gobiernos, para no tener que hablar de las verdaderas demandas que tiene la población y las razones por la que están en la calles.
Por otro lado tienen además un problema adicional que está dado por el enorme desprestigio que tienen los partidos políticos y la casta política, los manifestantes no reconocen en ellos interlocutores válidos y menos todavía los consideran sus representantes, lo que deja a los gobiernos con un problema no menor, el Estado no tiene con quien negociar y los acuerdos a los que están llegando entre ellos, entre “oficialismo” y “oposición”, a la vieja usanza política, no tiene ningún respaldo real entre la población que se está movilizando.
Por todo lo anterior podemos decir que casi con seguridad en este año 2020 veremos nuevas y mayores luchas de las que ya vimos durante el segundo semestre del 2019 que acaba de terminar.
Las elites dominantes tendrán que seguir juntando miedo, dado que la calle y la protesta es el único camino que le queda al pueblo para ser escuchado, por una elite arrogante que se cree dueña de estos países y los manejan como si fueran sus feudos privados.
Los únicos llamados a poner fin a esta situación es la clase trabajadora, que tiene que ponerse a la cabeza de todas estas luchas, para terminar con los abusos, la desigualdad y la miseria que tenemos en este continente. Para construir una sociedad más justa y solidaria, o sea, una sociedad socialista verdaderamente democrática.
Comité por una Internacional de Trabajadores, CIT.
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