Inicio Análisis y Perspectivas ¡Los que cuidan las mansiones de los ricos terminan siempre afuera!

¡Los que cuidan las mansiones de los ricos terminan siempre afuera!

22
0

por Franco Machiavelo

Nacieron al borde de la cerca, con el ladrido como salario y la obediencia como contrato invisible.
Aprendieron pronto que el festín no era para ellos, que el olor del pan caliente era apenas una promesa que se desvanecía en el aire frío de la madrugada.
Su jornada no se medía en horas, sino en vigilancia perpetua: ojos abiertos incluso cuando el sueño pesaba como plomo.
 
Mientras dentro de la mansión el banquete se repetía, afuera se repetía el hambre.
Los perros defendían un mundo que nunca pisaban, un lujo que nunca probaban, una riqueza que solo podían custodiar.
La cadena no siempre estaba hecha de hierro; muchas veces era de gratitud mal aprendida, de miedo a perder incluso las sobras.
 
Y cuando las patas se gastaban, cuando los colmillos ya no asustaban, no había medalla ni descanso:
solo una patada suave disfrazada de “gracias” y una calle fría como nuevo hogar.
 
Pero el poder, como la mansión, siempre supo que no hay mejor guardián que aquel que cree que algún día heredará lo que protege.
Y así, la historia de los perros es la historia de todo sistema que fabrica guardianes para custodiar su propia opresión.
 
 
Moraleja:
Quien vigila los privilegios del amo creyendo que le serán cedidos, vive en la jaula de su propia obediencia.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.