por Margarita Labarca
Ahora que se acerca la Navidad, que en Chile se llama o se llamaba la Pascua, sólo se debería escribir sobre cosas livianas: regalos para los niños, arbolitos de Navidad decorados, reuniones familiares y todos felices.
Paro yo voy a tener que hablar de algo terrible: el gobierno del Ecuador les entregó las islas Galápagos a los yanquis. El Ecuador, que era nuestro hermano querido, que fue el país de asilo para todos los chilenos que lucharon contra Ibáñez por los años 1927 a 1931 más o menos: mi tío Santiago Labarca, mi padre fueron acogidos con cariño y tuvieron que permanecer años allí.
Y ahora tienen un gobierno que hace puras brutalidades, un tal Lenin Moreno llegó a la OEA y a pesar de su nombre, se transformó en el peor enemigo de nuestros pueblos. Ahora el presidente Noboa ha violado el sagrado derecho de asilo y las más elementales normas diplomáticas, y mandó invadir la Embajada de México en Quito, golpeó a sus funcionarios y secuestró violentamente al ex vicepresidente Jorge Glas, que se hallaba asilado allí. Ni Pinochet se había atrevido a tanto.
Y ahora, para colmo de los colmos, les entregó las Islas Galápagos a los yanquis, nada menos que para que el próximo gobierno de Trump instale allí una base militar.
Para empezar, cabe señalar que con esto viola su propia Constitución Política, que dispone en su artículo 5 que “Ecuador es un territorio de paz en el cual no se permitirá el establecimiento de bases militares extranjeras ni de instalaciones extranjeras con propósitos militares; se prohíbe ceder bases militares nacionales a fuerzas armadas o de seguridad extranjeras. “
Desde luego, es el pueblo ecuatoriano el que debería luchar contra esta entrega inconstitucional y vergonzosa.
Pero además, muy ecuatorianas serán las islas Galápagos, pero nos pertenecen a todos los pueblos del mundo y especialmente latinoamericanos, porque fueron declaradas por la UNESCO , patrimonio de la Humanidad y constituyen la mayor reserva marina del planeta.
Estas islas son un archipiélago en el océano Pacífico a unos mil kilómetros de distancia de la costa ecuatoriana, compuesto por trece islas grandes con una superficie mayor a 10 km², nueve islas medianas con una superficie de 1 km² a 10 km² y otros 107 islotes de tamaño pequeño.
Una de las islas grandes se llama Isabela, quienes me conocen sabrán por qué lo digo.
¿Y por qué constituyen las más gran reserva marina del mundo? Pues porque la convergencia de corrientes oceánicas procedentes de rincones distantes del planeta, ha traído una variedad de vida marina absolutamente única a las Islas Galápagos.
Todo esto se va a acabar porque Trump las va a convertir en una base militar. Allí se van a instalar bombas ¿atómicas? No lo sé. Pero sí armas de todo tipo, soldados en lugar de tortugas gigantes, barcos de guerra, submarinos y todo lo que ustedes se pueden imaginar. Y hay que imaginar lo peor.
¿Por qué una base militar en América Latina? Pues para someter a nuestros países, que hasta ahora habían estado lejos de las guerras actuales: la de Ucrania y la de Israel. Pero hace 50 años no fue así y el gobierno de izquierda de Chile fue atacado por militares coludidos con los yanquis. ¿Vamos a volver atrás? Creo que Chile ahora no le interesa tanto a Trump, pero sí que le interesan México, Colombia, Venezuela, Brasil y quién sabe qué más. Ya les sugirió a Canadá y a México que deberían convertirse en estados de Estados Unidos. ¿Habrase viso semejante prepotencia?
Todo esto es más grave de lo que se creía hasta ahora. Pensémoslo, pensémoslo y volvamos a pensarlo. Para comenzar, creo que se debería recurrir a la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que es competente para dirimir los conflictos entre estados, en este caso entre varios estados de Latinoamérica y Ecuador.
Margarita Labarca Goddard