Semanario SurAndino
EDITORIAL
Gabriel Boric debe mantener su correcta posición frente a Israel
Nadie en el país puede darse el lujo del fanatismo y, así como desde la independencia del periodismo crítico hemos reprobado las conductas del gobierno que consideramos lesivas para el pueblo, sin tratar de imponer una verdad sacrosanta, hoy tenemos que respaldar la posición que asume el presidente de la república. Queremos que Chile rompa sus relaciones con Israel, pero la decisión de no invitarlo a la FIDAE es un paso correcto y valiente que se suma a los de numerosos gobiernos de Latinoamérica que no se han dejado presionar por el Imperio.
Porque el punto central es, bajo qué argumento, legalidad y legitimidad, se puede en pleno siglo XXI ejecutar un genocidio como el que hoy se observa en Gaza y, lo más importante, bajo qué concepto se puede justificar, como es el caso de Estado Unidos o Alemania, el apoyo si ningún respaldo ético, solo por el interés de mantener el Estado que defiende el capitalismo liberal, cuya derrota ni siquiera significará un cambio sistémico, sino que debilitaría el tipo de modelo que defienden algunas facciones empresariales a escala planetaria.
Ni el régimen de Irán o Hamás, los primeros chiitas y los segundos sunitas, son cercanos a una ideología de izquierda. Es más, el régimen de los ayatolas ha perseguido a las agrupaciones revolucionarias pro socialistas y Hamás, organización dependiente de la derechista Hermandad Musulmana, durante la guerra civil en Siria formó parte de las fuerzas que Estados Unidos, la Unión Europea e Israel, constituyeron para derrocar a Bashar al Asad, incluso asesinaron a militantes de la izquierda palestina en el extenso campamento de Yarmouk.
Por tanto, ¿es una guerra entre capitalistas? ¿Por qué la izquierda de todo el mundo de manera incondicional apoya al pueblo palestino? Es mucho más complejo que eso, está relacionado con la ―gobernanza global‖ que excluye a quienes no obedecen al Imperio, en especial, a las fracciones nacionalistas que rechazan que sus recursos sean usurpados, relegando a sus pueblos a un desarrollo menor mientras las transnacionales aumentan sideralmente sus utilidades.
En Palestina la confrontación se debe a intereses económicos contrapuestos y al dominio geopolítico de las grandes potencias, la religión es una excusa y la Biblia una absurda base histórica, que sería cómica si no fuese justificadora de la muerte de miles personas no combatientes. Por ello, en dicho conflicto las posiciones debe asumirse principalmente desde la ética, lo que realza la actitud del presidente de la república.
Después de 30.000 asesinados por el régimen sioista. ¿Cuántos tienen que morir para que sea genocidio?. ¿Van a romper relaciones cuando no quede nadie?. Está claro, vale más un milico traidor que un niño palestino. Vergüenza y asco.