La dura lucha dada por los sucesivos gobiernos de la Concertación para negarle una indemnización a Víctor Pey para relanzar el diario Clarín –que fue el de mayor circulación en Chile hasta 1973- constituye una rotunda demostración de los grados extremos de subordinación a que llegó la dirigencia de la Concertación respecto de la derecha tradicional.
Pero, además, aquello incluyó severas formas de corrupción que han quedado impunes. Es lo que denunció –sin ser nunca desmentida- la Premio Nacional de Periodismo, Patricia Verdugo, en 2002. Aquí se incluye textual gran parte de su denuncia publicada en la revista Rocinante de septiembre de ese año; y que, obviamente, ha sido ocultada a la generalidad de la opinión pública.
TEXTO
“Partamos por lo simple. En 1998, el Comité de Inversiones Extranjeras –dependiente del Ministerio de Economía-
encargó un estudio en derecho al abogado Enrique Testa sobre el ‘caso Clarín’. En 1999, se constituyó la sociedad
Asesorías e Inversiones S. A. (ASINSA) con dos socios: Isidoro Gorodisher Rapaport y Ronald Youlton Vasen. Capital: cien
mil pesos. El socio Gorodisher es yerno del abogado Testa.
Cinco días después de constituída, el 27 de abril de 1999, la sociedad ASINSA compró el 40 por ciento de los derechos
hereditarios de la Sucesión de Emilio González González en un millón 600 mil pesos. ¿Qué tenían los herederos de
González, muerto en 1991, que ameritara esta compra? Nada. El inventario, protocolizado ante notario, lo dice todo:
una caja de fondos, un amoblado de comedor, un amoblado de living de madera, cuatro camas, dos veladores, un juego
de vajilla de 41 piezas y restos de una destartalada camioneta Toyota del año 89. Peor aún. Los socios de ASINSA
compraron un pasivo de nueve millones 325 mil pesos, la mayor parte adeudado al Banco del Estado.
Cualquiera, con dos dedos de frente, dice ‘aquí hay gato encerrado’. Y el gato resultó millonario en dólares cuando el
Ministerio de Bienes declaró luego al fallecido González como uno de los propietarios del diario Clarín. De este modo,
sólo en esta operación, ASINSA invirtió 1,6 millones y obtendría una ganancia de mil 260 millones de pesos. Negocio
redondo, con una utilidad sobre el capital invertido ¡de 78.750 por ciento!
Buscamos al ingeniero civil Isidoro Gorodisher, hoy concejal PPD por Las Condes. Y esta fue su explicación: La verdad de
las cosas es que formé la sociedad con Youlton, para buscar negocios, hacer asesorías y meternos en el tema de la
restitución de bienes expropiados por el gobierno militar. Pero a los 30 días me retiré de la sociedad y no tengo ningún
antecedente sobre el caso Clarín…
Si fue socio por un mes, debería saberlo. Porque ASINSA se constituyó el 22 de abril y la compra de los derechos a la
Sucesión González ocurrió el 27 de abril del mismo año 1999. Así lo indican los documentos que tengo en la mano,
firmados ambos en la notaría de Samuel Klecky Rapaport.
No participé de esa compra y no firmé ningún documento. Me salí de ASINSA, porque no quería tener cuentos que
pudieran tener después connotación pública. Otra persona me reemplazó en la sociedad.
¿Se salió cuatro días después de entrar? Me salí, no me acuerdo cuándo exactamente, y nada supe de esa compra de
derechos.
¿Quién lo reemplazó? No me acuerdo del nombre. Eso fue hace tres años…
Su suegro, el abogado Enrique Testa, sabía desde el año anterior, 1998, del caso Clarín a fondo. Todo indica que fue él
quien les pasó los datos…
Clarín nunca fue tema entre nosotros. No tuve idea de este asunto.
El socio Ronald Andrew Youlton Vasen no figura en la guía telefónica. Pero dimos con su oficina y, tras pasar por
confusas secretarias que desconocían a ‘Ronald’ y trabajaban para ‘Andrew’, salió finalmente al teléfono para rechazar
toda posibilidad de entrevista.
Quiero hablar con usted sobre el caso Clarín.
No, ninguna posibilidad…
¿Por qué?
Porque hay gente involucrada a través de nuestra empresa y esto no se ventila por la prensa.
Pero se está ventilando, con portadas y páginas completas en los principales diarios.
Mire, nosotros hicimos un negocio privado, no público.
¿Y cómo se enteraron de este negocio?
No le voy a contestar…
¿El señor Testa es abogado de su empresa?
No. No le voy a contestar.
El abogado Enrique Testa no contestó nuestra reiterada petición de entrevista.
La venta en Estoril
A esta altura la pregunta es qué tiene que ver la Sucesión de Emilio González con la propiedad del diario Clarín. Vamos
por la respuesta.
Clarín nació en 1954, por iniciativa del entonces director de La Nación, Darío Sainte-Marie, un hábil comunicador nacido
en Bolivia. Su seudónimo periodístico era Volpone. Fue un poderoso asesor del Presidente Carlos Ibáñez, con tanto
poder como para instalar a su hermano en dos cargos ministeriales (Justicia y Relaciones Exteriores). Hasta su dentista
fue ministro de Tierras y Colonización (actual Ministerio de Bienes Nacionales). Hombre de izquierda sin militancia, hizo
de Clarín un poderoso instrumento comunicacional -250 mil ejemplares de tiraje diario- contando con el talento de un
director de excepción, Alberto Gamboa.
Para la elección presidencial del 70, Sainte-Marie estaba convencido del papel clave de Clarín en los poco más de 30 mil
votos que determinaron el triunfo de Salvador Allende, su amigo de larga data. ‘Históricamente, yo te elegí Presidente’,
le decía en una carta. Pero una vez en La Moneda, Allende no le dio poder de influencia tras bambalinas. Así, entre su ya
frágil salud, su nostalgia de poder y otras razones personales, decidió partir a España y vender el diario. ¿A quién? A otro
de sus grandes amigos, el español Víctor Pey.
-Eramos muy buenos amigos y recuerdo que iniciamos conversaciones para la venta del diario a comienzos de 1972.
Desde antes, claro, yo le había ayudado en el diseño del nuevo edificio y a decidir la compra de rotativas –asegura Pey.
Sainte-Marie se fue en marzo a España y pidió a Pey que el negocio se formalizara en Madrid. Pero éste no quería volver
a España, con Franco en el poder, y pidió que la reunión fuera en Lisboa.
-El, con su peculiar sentido del humor, dijo ‘mejor en Estoril, capital de los monarcas destronados’. Y así fue como
firmamos el contrato en Estoril finalmente, en tanto yo había asumido la presidencia del directorio ya desde el 30 de
marzo de 1972 –asegura Pey.
Pocos meses más tarde, septiembre del 72, Sainte-Marie y Pey se reunieron en Suiza. El vendedor entregó las acciones y
los traspasos firmados en blanco. El comprador pagó un total de un millón 280 mil dólares.
-El dinero era mío. Sé que se divulgó la especie de que mi ´socio secreto’ era el Presidente Allende, pero eso es falso. ¡Yo
no soy testaferro de nadie! –asegura Pey.
¿Quién es Pey?
El ingeniero Víctor Pey Casado es un respetable personaje que ha jugado un rol clave, tras bambalinas, en la historia
política de Chile de las últimas tres décadas. Su nombre figura en la historia de la Guerra Civil española, en la defensa de
Barcelona contra las tropas fascistas de Franco. Tras la derrota republicana, cruzó los Pirineos y finalmente llegó a Chile
como refugiado, en 1939, en el barco Winnipeg.
Pey hizo luego fortuna en Chile, junto a su hermano Raúl, también ingeniero, como contratistas de obras públicas.
Muchos puertos, puentes, carreteras y edificios a lo largo del país llevan la impronta de estos ingenieros españoles que
aprendieron a amar a Chile al tiempo que nacían sus hijos y sus obras de infraestructura desde Arica hasta Puerto
Williams. Así también los hermanos Pey Casado fundaron en Perú, en 1964, la próspera empresa Ingeniería Civil e
Industrial ICISA.
La historia registra, por ejemplo, que fue Víctor Pey quien dio refugio al senador comunista Pablo Neruda cuando se
dictó la orden de arresto tras promulgarse la vergonzosa Ley de Defensa de la Democracia en 1948 e hizo los arreglos
para que escapara de Chile por un sureño paso cordillerano.
Así también se registra su íntima amistad con el senador Salvador Allende durante muchos años. Todos los datos
apuntan hacia el papel clave y leal de Pey junto al Presidente Allende, a partir de 1970, en sus casi cotidianos encuentros
ya sea en el Palacio de La Moneda o en la residencia de Tomás Moro. De eso dan fe todos los dirigentes de la Unidad
Popular, aunque el común de los chilenos nada supo dada la personalidad de Pey, enemigo de cámaras y flashes.
En las Memorias del cardenal Raúl Silva Henríquez quedó registrado su nombre como ‘el asesor de confianza’ a quien
Allende encarga, en el difícil invierno de 1973, un punto clave de lo acordado con el entonces senador Patricio Aylwin,
presidente del PDC: resolver el conflicto con la Papelera, poderosa empresa privada del Grupo Matte, cuyo suministro
aseguraba la plena libertad de prensa. Y Pey llegó a un acuerdo.
El mismo día del golpe de Estado, sabiendo que se jugaba la vida, el Presidente Allende confió en sus dos amigos y
asesores españoles: Joan Garcés y Víctor Pey. Con Garcés se fue a La moneda y luego lo obligó a salir, antes del
bombardeo, con el encargo de relatar al mundo lo allí ocurrido. Pey se quedó en la residencia presidencial.
La lealtad de Pey y Garcés los llevó a fundar en Madrid –en 1990- la Fundación Presidente Allende. Y, ese mismo año,
Pey donó a dicha Fundación el 90 por ciento de las acciones de Clarín. Luego, en 1996, la Fundación gatilló en España la
acusación contra el general Pinochet que finalmente determinó su arresto por 504 días en Londres y el cambio en la
transición chilena. Entre el desafuero, la encargatoria de reo y la renuncia a la senaturía vitalicia, el ex dictador quedó
fuera del escenario político.
Hablan los periodistas
Volvamos a 1972. El mando de Pey en Clarín no implicó cambios en el equipo periodístico ni en la línea editorial del
diario. El director Alberto Gamboa, hoy periodista de La Nación, reconoce que ‘fue muy respetuoso, al igual que lo fue
Sainte-Marie, de la libertad periodística. De modo que tuvimos una muy buena relación’.
El subdirector Alejandro Arellano, hoy radicado en Australia, recuerda que ´días antes de viajar a España, Sainte-Marie
me informó que ‘Víctor Pey es ahora el hombre que está a cargo de todo’. Ya todos conocíamos en el diario al señor Pey.
Pero desde ese ceremonioso anuncio, a mí no me quedó duda alguna de que se había concretado el traspaso de
propiedad. De hecho, se produjeron cambios evidentes en el aparato administrativo, entraron nuevos directivos y,
desde luego, a nivel de gerentes se produjo un recambio. El equipo periodístico no fue tocado, ya que Alberto Gamboa
es, lejos, el mejor director de diario que haya habido en la historia del periodismo chileno’.
La segunda prueba acerca de la venta la tuvo el subdirector Arellano en Madrid: ‘En 1974, viviendo con mi familia en
España, me reunía con Sainte-Marie casi todas las semanas, comentando las noticias de Chile. Como era natural, me
contó de la venta y traspaso de Clarín. Y creo entender que los tres o más departamentos que él adquirió en el edificio
Colón, uno de los más elegantes y caros de Madrid, fue con el dinero que recibió de la venta de Clarín. Y también estaba
preocupado porque aún se le adeudaba plata. ‘Aún queda que algunos elefantes crucen el oceáno’, me dijo en su
imaginativo lenguaje. Y me pidió averiguar dónde estaba viviendo Víctor Pey luego del golpe militar. Sé que se reunieron
en Madrid, fui testigo de eso, y Sainte-Marie me informó luego que todo estaba bien’.
Para Arellano, la prueba concluyente está en el testamento de Volpone: ‘Si aún hay quienes dudan en Chile que Sainte-
Marie vendió Clarín (o quisieran creer o hacer creer que esto no ocurrió) sería conveniente que revisaran su detallado
testamento. Nadie en su sano juicio podría pensar que Darío Sainte-Marie Soruco se olvidó de incluir su más exitosa
empresa comercial y periodística entre los bienes que dejó a sus legítimos herederos’.
Pero el hecho es que Víctor Pey decidió no ser el único propietario de Clarín. Y pactó –en 1972- la venta de parte de las
acciones a tres amigos: Emilio González (DC), Jorge Venegas (PS) y Ramón Carrasco, abogado del diario. ‘Pactamos que
tanto el precio como la forma de pago se convendrían una vez que se estabilizara la economía. De ahí que yo me quedé
con todas las acciones en mi poder y ellos me firmaron los traspasos en blanco. Vino el golpe de Estado y obviamente no
hubo pagos’, explica Pey.
Tras el golpe militar y la clausura de Clarín, vino la persecución. El director Gamboa fue prisionero político en campos de
concentración. Y Víctor Pey logró salir al exilio. Su oficina fue allanada y su caja fuerte, abierta con una carga de
dinamita. Dentro estaban las acciones de Clarín y el contrato de ventas firmado en Estoril. Con escándalo público, el
coronel Enrique Montero –subsecretario del Interior- y el contralor Lorenzo de la Maza denunciaron que ‘de los
antecedentes expuestos y considerando que se encontraron en poder de Víctor Pey todos los títulos de las acciones y los
traspasos en blanco de las personas a cuyo nombre figuran esos títulos (…) resulta que fue éste quien compró el
Consorcio Publicitario y Periodístico S. A. y la Empresa Periodística Clarín, efectuando los pagos correspondientes’.
Al ´criminal´ Pey, entonces, se le confiscaron ´todos los bienes muebles e inmuebles, derechos y acciones’ por decreto
supremo 580, donde expresamente se libera de toda confiscación a Emilio González y Jorge Venegas. ¿Qué pasó con los
inmuebles del diario? El nuevo edificio de Clarín pasó a manos de la justicia militar. El antiguo edificio se transformó en
cuartel central de la Dirección de Inteligencia de Carabineros. Las dos bodegas, con reserva de papel para seis meses,
pasaron a manos del Estado. La rotativa en uso estaría en poder del Instituto Geográfico Militar. Pero de la nueva
rotativa GOSS y de todas las máquinas de los talleres, nunca más se supo. ‘Yo asesoré en la compra de esas rotativas en
Alemania Oriental y Estados Unidos, en los muchos años que ayudé a Sainte-Marie’, dice Pey.
La pesadilla
Retornado del exilio y ya iniciada la transición, Pey pidió la devolución de sus acciones al 8° Juzgado del Crimen. Y el
tribunal resolvió en su favor en mayo de 1995. Hoy las acciones están en la bóveda de un banco madrileño. Ese mismo
año, entabló una demanda pidiendo la devolución de la flamante rotativa GOSS. El juez fue a los subterráneos de las
fiscalías militares y no la halló. Le dijeron que estaba en FAMAE, institución del Ejército que luego explicó que ‘había sido
vendida como chatarra’. El Consejo de Defensa del Estado sostiene que fue confiscada por decreto supremo y por tanto
sólo el Estado puede reclamarla. Pero la Corte Suprema –en mayo del 2002- declaró nulo el decreto confiscatorio de la
dictadura. Y el litigio sigue…
Con las acciones ya en su poder, desde 1995, Pey intentó repetidas veces negociar con el gobierno de Eduardo Frei, de
modo que el Estado compensara la expropiación hecha por la dictadura. Objetivo: volver a poner a Clarín en circulación.
Al no tener respuesta, en 1997 decidió –con Joan Garcés- recurrir al arbitraje del CIADI, tribunal internacional del Banco
Mundial. Podían hacerlo en su calidad de inversionistas españoles, amparados en el tratado de protección recíproca de
inversiones firmado por Chile y España. Como en dicho tribunal comercial se contempla el lucro cesante, se hizo el
cálculo de las ganancias que habría dado Clarín de haber circulado libremente desde 1973 y el resultado fue de 517
millones de dólares.
En 1998 se promulgó en Chile la ley 19.568 que restituía o indemnizaba los bienes confiscados, sin contemplar la
posibilidad de demandar lucro cesante. Pey y Garcés no se acogieron a dicha ley, por estar el caso en el tribunal
internacional. A esta altura, el abogado Testa ya estaba haciendo el estudio en derecho para el Comité de Inversiones
Extranjeras. Y aquí conectamos con el comienzo de esta historia. El yerno de Testa, el concejal PPD Isidoro Gorodisher
formó ASINSA con Youlton, esa empresa compró los derechos sucesorios y así –acogiéndose a la nueva ley- entró en
1999 al Ministerio de Bienes Nacionales un curioso ´paquete’ de herederos pidiendo indemnización.
Aunque las acciones no figuran en los testamentos de Sainte-Marie, González y Carrasco, sus herederos y la curiosa
empresa ASINSA dijeron ser dueños a partir de un oficio de la Superintendencia de Sociedades Anónimas de fecha de
octubre de 1974, más de un año después del golpe. Y representado por la misma empresa ASINSA, se sumó Jorge
Venegas, único ‘socio’ sobreviviente de la operación de traspaso que Pey asegura que nunca se materializó. No se sabe
cuánto ganará ASINSA por representar a Venegas, quien recibiría más de mil millones de pesos.
Según el abogado (Joan) Garcés, tanto el Código Civil como la ley de Sociedades Anónimas y el Código de Comercio
chilenos establecen que es dueño quien tiene un contrato de compraventa de acciones, posee las acciones originales y
los traspasos firmados, así como los justificantes del pago de su precio. Y Víctor Pey tiene todos esos elementos.
Pero el Ministerio de Bienes Nacionales decidió lo contrario en abril del 2000. Y el entonces ministro Claudio Orrego
acogió la solicitud de ASINSA y los herederos, fijándose luego la indemnización en seis mil millones de pesos (nueve
millones de dólares). Y a fines de julio pasado, el contralor Arturo Aylwin tomó razón de los decretos y ordenó el pago.
Pey pidió al contralor que enmendara el acto que calificó de ilegal. Joan Garcés, por su parte, declaró a TV-13 que el
pago de esos nueve millones de dólares ‘es una operación delictual. Se trata de un caso de corrupción con complicidades
muy altas en las esferas más altas del gobierno de Chile’”.