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¿Por qué la derecha avanza por todos lados?

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El Porteño
por Miguel Silva

Bueno, se puede dar la respuesta fácil, es el reformismo sin reformas y el progresismo sin progreso, lo que ha abierto el portón para la nueva derecha radicalizada. Pero veremos en un poco más de detalle la situación que nos enfrenta.

El peso del pasado.
Antes de nada, tenemos que recordar qué es lo que nos ha pasado durante los últimos 40 años y tanto. Primero, las décadas negras de la austeridad neoliberal globalizada, cuando, en la gran mayoría de los países, las clases capitalistas lograron a retirar las mejoras en sueldos y condiciones de vida que los trabajadoras y trabajadores habían ganado durante las décadas de lucha de los 1960-1970. Bajaron la cobertura de la salud, las pensiones y la educación y aumentaron las horas e intensidad de trabajo a cientos de millones de familias trabajadoras en todo el globo.

Luego de esa época de “felicidad para todos”, es decir felicidad para ellos y problemas para nosotros, vivimos la crisis mundial de 2008 y el estancamiento global que todavía nos enfrenta.
Pero no hubo una reacción global a esta crisis global, sino una reacción, una rebelión, que fue notable por su ausencia. Parecía que la caída de los países del “socialismo real” — es decir de lo que era, de verdad, el capitalismo del estado, que su caída había llevado la esperanza y las ganas de luchar consigo.

Claro, había excepciones, como las guerras del agua y del gas en Bolivia en 2005, los levantamientos masivos de la primera árabe en 2011 y la ola larga de huelgas en Grecia en ese mismo período. También unos éxitos en la política parlamentario relacionados con movimientos de base anteriores, como lo de Evo Morales y el MAS en Bolivia en 2006, Podemos en España en 2015 y las elecciones de Tsipiras y Boric como presidentes de Grecia y Chile en los años de 2015 y 2021. Pero esos éxitos casi nunca se tradujeron en nuevos movimientos aún más poderosos, porque sus voceros en los parlamentos ya habían entrado en el mundo muy sucio de la política parlamentaria. Utilizaron como naipes en el juego las ganas de sus bases y así los desmovilizaron.

En otros países, gobiernos se instalaron o volvieron gobiernos progresistas que no tenían raíces en movimientos por reivindicaciones propias, como lo de Lula en Brasil, Pedro Castillo en Perú, o Daniel Ortega en Nicaragua.
Hoy día, los “expertos” nos dicen que América es un continente de “izquierdas”, porque los gobiernos de Colombia, de Panamá, de México, de Bolivia, de Chile y de Brasil, son “de izquierda”.
Pero, en la verdad, esos gobiernos han sido gobiernos de reformas, pero sin hacer grandes reformas. O gobiernos progresistas sin traer el progreso para su gente.

Mientras tanto, avanza la derecha. Le Pen en Francia, Meloni en Italia, gobiernos en Polonia, Hungría y Holanda. Milei en Argentina y Trump (probablemente) en Norteamérica. Más gente en la ex-RDA vota por las neofascistas del AfD que en la Alemania del oeste. Los AfD ganaron su apoyo popular organizándose contra los migrantes que iban a “robar los trabajos de los alemanes y violar a sus mujeres”.

Claro, hay racismo contra los migrantes en muchos países, pero también el movimiento de apoyo a los Palestinos también es un movimiento masivo en muchos países, de base, y las familias palestinas son migrantes. Como siempre, millones de personas tienen en sus cabezas ideas muy contradictorias, pero así es la consciencia que tenemos que cambiar.

¿Por qué es así?
¿Por qué los que implementaron la austeridad neoliberal, están cosechando sus frutos?
¿Por qué no son los anticapitalistas, sino los capitalistas, que están avanzando?

Una razón es que mucha gente nunca ha visto un gobierno radical que los apoye a ellos, entonces ni siquiera sabe de qué se trata. Misma razón por la falta de sindicalización en este país, porque son pocos y pocas lo que saben para qué sirve un sindicato.
En otras palabras, se ha perdido la experiencia histórica de los gobiernos “nuestros” radicalizados. En muchos países los partidos históricos del PC/PS son poco importantes o hace años perdieron sus “principios” radicales. Se acostumbraron a administrar el sistema a través de la política parlamentaria, y sobre la no-participación de las bases, sobre ese divorcio entre los representantes y los representados, creció esa certeza que los “políticos” presentan solamente sus propios intereses y no los nuestros.

Quizás el mejor ejemplo es lo que ha pasado en Francia, donde los neonazis avanzan, hay un gobierno de derecha y también hubo una ola de huelgas y marchas contra los planes que tiene el gobierno de cambiar la edad de la jubilación. Ese movimiento logró movilizar millones y millones de personas y organizar huelgas generales. Pero sus dirigentes nacionales no querían llamar a todos a salir en huelga indefinida, y al final, perdieron la dinámica del movimiento y perdieron la lucha. En el futuro no va a ser una sorpresa si los neonazis avanzan aún más porque nuestro lado no ha mostrado que puede ganar.
En Francia, se mezcla la derecha radicalizada con los dirigentes de la izquierda parlamentaria y de la burocracia sindical poco radicales… y gana la derecha.

Perder nuestra historia esa es una razón.

Otra razón importante es que el nivel de organización propia de base de los millones de hombres y mujeres trabajadoras, que tiene que ver con la pérdida de nuestra historia, es muy bajo y la combinación, de la falta de voceros nuestros, y de capacidades propias, ha dejado abierta la puerta de una nueva alternativa radicalizada, de la derecha. Ellos dan la impresión que son contra el sistema… porque pueden sentir que algo de rebeldía sopla en el viento. Y ellos están construyendo una derecha rebelde. Hasta han logrado ponerse delante rebeliones contra gobiernos que se llamaban progresistas pero que no trajeron el progreso.

SÍ, hemos olvidado qué es y cómo es nuestra alternativa.
Pero algo podemos rescatar del pasado de lo mejor de nuestra historia.
Nuestra alternativa tiene que estar basada y ser parte de movimientos base que luchan por mejoras reales en nuestras condiciones de vida, que luchan por algo tangible. Porque los millones de hombres y mujeres nuestras tienen que SENTIR sus propias fuerzas. Quizás una razón por la derrota abrumadora de la izquierda en Argentina es porque no estaba integrada en luchas de base, porque grandes luchas de base no había. Y acá en Chile, la política de la lucha contra la opresión, sin relacionarla estrechamente a luchas por ganar mejoras “prácticas”, deja a millones que no entienden la palabrería política fuera de la cancha. No ha sido exitosa en Chile la política «abstracta» que no se relaciona con luchas por demandas «prácticas».

Nuestra alternativa tiene que estar dirigida en forma democrática, desde la base hacia arriba y no manejada desde arriba como un peón más en el gran juego global del ajedrez del poder.
Nuestra alternativa tiene que tener sus propios principios, sus propias ideas sobre su futuro, su propia imaginación del tipo de país queremos. Y sus dirigentes tienen que entender CÓMO integrar estos principios con la lucha por mejoras reales, tangibles, en nuestras vidas.

¿Estamos diciendo que hay que creer en un futuro distinto, con una ideología propia, para luchar en el presente?
SI y NO.

Algunas buscan una ideología nueva (lo que algunos llaman un “programa”), mientras otros luchan por ganar una demanda muy específica. Entonces, la respuesta de la pregunta es SI para algunas, y NO para otros.
Claro, si entendemos que los gobiernos de reformas sin reformas y los gobiernos progresistas sin progreso, son parte del problema y no parte de la solución, no deberíamos tener miedo de tomar parte (y dirigir) levantamientos y rebeliones en su contra. Si no estamos al lado de esas rebeliones, la derecha radicalizada sin duda va a dirigirlas.

La derecha tiene sus principios “nuevos”, echa piedras a los “políticos” y habla de la fuerza del pueblo nacional. Nosotros tenemos que volver a crear la rebeldía de los y las trabajadores, de hombres y mujeres, en la lucha por crear una nueva alternativa que millones y millones de los nuestros puedan sentir en sus cabezas y sus corazones.

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