Ante la embestida del matonaje patronal las y los trabajadores debemos fortalecer el clasismo, la solidaridad efectiva y la autodefensa de masas.
“La historia de toda la sociedad hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otra franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases en pugna”
C. Marx y F. Engels
Bien sabemos las y los trabajadores que cuando reclamamos por nuestros derechos la patronal se defiende para mantener las condiciones de injusticia que están a la base de nuestra explotación que es a la vez su fuente de riqueza. Más aún, si estas luchas tienen como motor la conciencia de clase y la combatividad, la patronal no va a escatimar en aplicar diferentes formas de cooptación y persecución contra quienes luchamos por nuestros derechos históricamente negados por los dueños del poder y la riqueza.
También es de público conocimiento que la legalización de los sindicatos, la promulgación del Código Laboral y la regulación de la huelga son formas que la burguesía a través del estado burocrático ha ocupado para limitar la fuerza de las y los trabajadores organizados. Junto con ello, precarizar las condiciones laborales, dividir a la clase por medio de formas diferenciadas de contratación y externalización de servicios no solo permiten que se enriquezcan más a costa de nuestra precariedad, aumentando la plusvalía, sino también fragmenta y debilita la organización sindical, por lo tanto, la capacidad de lucha y combate del proletariado.
Sin embargo, y la historia lo demuestra una y otra vez, las y los trabajadores siempre encuentran la forma de organizarse y enfrentar los problemas de forma colectiva, implementando la solidaridad, la creatividad y la organización por la vía de los hechos. El ciclo de lucha de los 2000 en adelante, se abre con la irrupción de los trabajadores subcontratados. En sectores estratégicos de la economía nacional como la minería e industria forestal, se levantan las y los trabajadores postergados, que carecían de protección social o derechos básicos como vacaciones o sueldos regularizados. El subcontrato comienza a evidenciarse como una forma de precariedad laboral brutal. La oleada de protestas de subcontratados fue impulsando y propagando su organización y avances en sus derechos, sin embargo, la historia de esta lucha no está exenta de caídos. Rodrigo Cisterna, Nelson Quichillao y Juan Pablo Jiménez, subcontratados forestal, del cobre y electricidad, todos asesinados, los dos primeros por las fuerzas policiales al servicio de los ricos, el último por el sicariato empresarial.
En este proceso de lucha, nace la gloriosa Federación Nacional de Peonetas de Coca Cola que al igual que los ejemplos mencionados, irrumpe con clasismo y combatividad, no claudica y se ha mantenido en pie por más de 15 años pese a los constantes hostigamientos de la patronal y sus lacayos. Han salido adelante pese a la claudicación de dirigentes a cambio de dinero del empresariado, pese a despidos y constantes amedrentamientos de los cuales han sido víctimas. La dirigencia ha sufrido cambios de puestos de trabajo, suspensiones, agresiones, y pese a ello se han logrado rearmar una y otra vez. Pero en este último año la situación se ha agravado. En marzo la Federación notifica al empleador de un nuevo delegado sindical, acto seguido el trabajador es despedido. Posteriormente por orden del tribunal deben reincorporarlo en la empresa, momento en el cual es amenazado, discriminado y han buscado cooptarlo a través de ofrecimientos millonarios. Asimismo, el conjunto de la directiva ha recibido innumerables acosos, inclusive golpes en inmediaciones de la empresa. La situación ha ido en escalada hasta que las amenazas ejercidas al interior de la empresa culminan con el ataque a disparos en el hogar de uno de los dirigentes sindicales, ejemplo palpable de que el empresariado no escatima esfuerzos con tal de detener el avance sostenido del sindicalismo clasista y combativo.
Resulta imperioso que el conjunto del movimiento sindical y el campo popular en general no solo repudie esta situación, sino también ejerza la solidaridad efectiva con FENASIPEC o cualquier otro sindicato que sea amedrentado por medio del matonaje impulsado por la patronal o sus perros de presa. Llevamos a cuestas el peso de la mal llamada Bala Loca que dio muerte hace diez años a Juan Pablo Jiménez, que sabemos fue víctima del sicariato patronal. La burguesía enemiga irreconciliable de la clase trabajadora está dispuesta a emplear los mecanismos más sucios y criminales con tal de callar la voz de las y los que luchamos por acabar con este sistema de explotación.
Se hace urgente fortalecer y multiplicar la organización popular en sindicatos, poblaciones, casas de estudio, fortalecer lazos de apoyo entre cada sector, impulsar un proyecto anticapitalista común que aúne nuestras fuerzas y desarrollar la autodefensa de masas que nos proteja de la embestida de los poderosos que actúan a través de medios legales (represión policial y leyes) e ilegales (sicariato y matonaje) y no dudará en mutilarnos, perseguirnos o asesinarnos.
Vivimos tiempos difíciles para la clase trabajadora donde el sueldo no alcanza, nos precarizan las condiciones de trabajo y de vida, y donde lo único que sube son los precios. Mientras se ensanchan los caudales de las y los pobres, muy pocos concentran todas las riquezas. Ante esta miseria, cesantía y hambre no hay más salida que la lucha, hoy más que nunca la rebelión se hace urgente, ante tanta injusticia es necesario desarrollar la solidaridad y autodefensa del pueblo.
A rebelarse contra la precariedad – Por un Sindicalismo Clasista y Combativo
Ariel Orellana Araya
Asociación Intersindical de Trabajadores y Trabajadoras Clasistas – AIT