En Sudamérica hay un país llamado Chile, donde nada es de Chile
Arturo Alejandro Muñoz
Me hago absolutamente responsable de lo que digo y de lo que escribo, dado que los datos duros y fríos confirman mis asertos.
Hay asuntos que parecen inamovibles, pétreos. Algunos resultan dolorosamente indignos. Chile lo es, pues su sociedad civil representa fidedignamente lo anterior. No se trata de algo nuevo; por el contrario, tiene más de doscientos años de existencia. Por ello duele tanto.
Durante un siglo y medio imperó en nuestro país el ‘inquilinaje’, el cual, más que un concepto sociológico era una forma de vida, un estilo de administración y una estructura sociopolítica que asfixió a millones de personas, condenándolas a vivir bajo el látigo veleidoso de un patrón, del hacendado, del dueño de fundo (cuando los fundos eran muy extensos).
Allí, en el fundo, en la hacienda, se encontraba la globalidad planetaria. El fundo era el país, el mundo, todo lo existente, era la obra de Dios…y el patrón representaba la autoridad absoluta…la única autoridad posible. En Chile, las haciendas y los fundos eran pocos, por lo tanto, los dueños del país eran también unas escasas familias dueñas de la tierra, de los yacimientos mineros, del dinero, de la iglesia, la milicia y el gobierno. El país de unos pocos.
Y sigue siéndolo. En algún momento la Historia, la sociología, la investigación periodística, o la simple opinología, se encargarán de demostrar que los principales recursos naturales del país, así como también sus instituciones fundamentales, se han convertido en propiedad privada de un grupo de familias que, además, entrecruzan lazos familiares y económicos conformando una poderosa agrupación que maneja a su amaño el gobierno, la legislatura, la prensa, las fuerzas armadas y las policías. ¿Cuáles son esas familias? Helas aquí: Fontbona/Luksic, Angelini, Ibáñez, Solari, Piñera, Cueto, Ponce Lerou, Saieh, Paulman, Matte, Salata, Yarur, Edwards.
Vea usted, por ejemplo, lo que además ocurre en la política. Familias como los Walker, Lavín, Larraín, Chadwick, Zaldívar, Frei, Aylwin, Coloma, se han apropiado del escenario legislativo y edilicio, amenazando ahora con inundar los espacios de ‘convencionales’ `para redactar la nueva Constitución Política del Estado, esa misma Carta Magna que rechazaron con alevosía y maldad durante décadas, en beneficio de sus mecenas protectores. De hecho, varios de ellos han vivido casi exclusivamente –desde su tierna juventud- mamando la teta del Estado, como es el caso de ciertos insoportables politicastros, a saber, Zaldívar, Coloma, Chadwick, Melero, los Larraín, Letelier Morel, Soria, Girardi, y otros que prefiero olvidar.
Son, además, padres, hermanos, hijos, primos, sobrinos, nietos, suegros, consuegros, yernos, nueras, cuñados, padrinos, socios, de quienes detentan el poder económico, de aquellos que se han agenciado (y no con buenas artes) los recursos naturales de mayor importancia para el desarrollo del país, como minerales, bosques, océano, glaciares, lagos, ríos, carreteras, hidro y termoeléctricas, comunicaciones, prensa, la banca, previsión social, salud, educación…pero pese a ello, lo anterior parece no bastarles. Quieren aún más, mucho más.
Son, en efecto, dueños de todo Chile, además del comercio, el turismo, el deporte y el entretenimiento. Amos y señores, patrones y feudales, del fútbol, de la TV, de los casinos, de los festivales, de los cementerios, de las encuestas, de las iglesias y de las fuerzas armadas (donde ascienden como oficiales sus propios hijos/sobrinos/nietos/ahijados/yernos, etc.).
Todo ese grupo no alcanza a superar el 3% de la población nacional…pero son los que mandan, los que imponen a voluntad las reglas generales y pueden cambiarlas a placer cada vez que así requieran hacerlo. Lo demostraron en noviembre 2019 cuando amañaron las exigencias del estallido social, y hoy millones de chilenos creen que aquello era lo correcto, que “estaba bien” que así fuese porque la TV y la prensa de los amos lo aseguraba, y esa era y sigue siendo para ellos la “verdad objetiva”.
Esos patrones viven felices y forrados merced a la explotación ‘democrática’ del 97% que jura estar viviendo en una especie de ‘Jauja’, ya que los dueños de la férula se encargan de mostrarles solamente las sombras de la verdadera situación a la que se les permite acceder mediante el endeudamiento permanente, creciente e intocable.
Definitivamente, aquella frase que escribí hace doce años, y que nunca ha sido desmentida, retrata de manera fidedigna lo que somos: “En Sudamérica hay un país llamado Chile, donde nada es de Chile”.
Claro que sí, nada es de Chile, todo es de 10 o 15 familias entrelazadas sanguínea, política y comercialmente; muchas de ellas asociadas a gigantescos intereses transnacionales, esos que no reconocen patria, dios ni ley.
Este sigue siendo el país de unos pocos. ¿Será entonces, en términos rigurosos, un ‘país’, o es un territorio feudal perteneciente a unos escasos ‘caballeros’?
¿Se percatan, pues, de la real importancia que tiene hoy día el redactar adecuada, moderna y democráticamente una nueva Constitución Política del Estado, ‘madre’ de todas las leyes? Lamentablemente, esa Constitución la están redactando hoy día los representantes de << Esos patrones que viven felices y forrados merced a la explotación ‘democrática’ del 97%>>.
Lo dicho; Chile, el país de unos pocos.