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La crisis del Gobierno israelí desencadena una huelga general

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El siguiente artículo fue escrito antes que el primer Ministro israelí Benjamin Netanyahu del gobierno de extrema derecha israelí se viera obligado a aplazar su propuesta reforma de la Justicia. La situación parece tan grave que el propio Netanyahu justificó el aplazamiento para evitar una guerra civil. Amenaza de la cual ya había advertido antes el presidente de Israel, Isaac Herzog.

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CIT 27 de marzo de 2023 Amnon Cohen

La destitución por Netanyahu del ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, el domingo por la noche desató una erupción espontánea de protestas. 600.000 personas salieron a las calles y bloquearon las carreteras con barricadas en llamas. En Jerusalén, los manifestantes rompieron las barreras que rodeaban la casa de Netanyahu. Con universidades, médicos y estudiantes de secundaria ya en huelga, Arnon Bar-David, Secretario General de la Histadrut, el mayor órgano sindical, anunció una huelga general este lunes por la mañana, en presencia de banqueros y directores generales de empresas, que ovacionaron a Bar-David. El transporte público ha quedado exento de la Huelga General para permitir a la gente desplazarse a las manifestaciones antigubernamentales previstas en Jerusalén este lunes por la tarde.

Se esperaba que Netanyahu anunciara la congelación de sus polémicas reformas judiciales (que habrían permitido al Gobierno abarrotar el Alto Tribunal con sus partidarios). Pero su anuncio se pospuso después de que los partidos ultranacionalistas de su coalición amenazaran con derribar el Gobierno si Netanyahu se rendía a los «anarquistas de la calle».

Netanyahu está asediado, paralizado por sus socios de coalición ultranacionalistas dependientes. Ha intentado escapar de las protestas pasando los fines de semana en lujosos e innecesarios viajes al extranjero: a Roma, a Berlín y el pasado fin de semana a Londres. Pero en cada destino se vio acosado por las protestas de cientos de israelíes y miembros de las comunidades judías locales.

Las demandas de la huelga general de la Histadrut no están claras. Bar David exigía que se congelaran las reformas legales y se revocara el despido de Gallant. Pero la agitación social no se resolverá con la congelación de la reforma judicial ni con un nombramiento ministerial.

El gobierno de Netanyahu dice que fue elegido democráticamente hace sólo unos meses. Pero ha perdido toda legitimidad. Los cientos de miles de personas que protestan en la calle contra el gobierno son la verdadera expresión de la democracia, mientras que los partidarios del gobierno sólo fueron capaces de movilizar a unos cientos de colonos para el pogromo de Hawrwa.

Es necesario derrocar al gobierno capitalista de los fanáticos colonos ultranacionalistas. Pero la experiencia de las administraciones formadas tras cinco elecciones desde 2019 demuestra que los políticos capitalistas son incapaces de formar un gobierno estable que pueda hacer frente a la crisis de la sociedad. Ninguno de los partidos capitalistas que componen la Knesset puede resolver la crisis de la sociedad israelí: todos son parte del problema. Ahora existe la oportunidad de empezar a socavar el apoyo popular de populistas como Netanyahu, la extrema derecha y los ultranacionalistas ofreciéndoles una alternativa real.

Los periodistas que cubren el anuncio de la Histadrut afirman que se trata de una fuerza que ningún gobierno puede resistir. La Huelga General obligará al gobierno a posponer la reforma legal. Pero mientras este gobierno siga en el poder, volverá a los ataques en cuanto amainen las protestas. Sin embargo, la experiencia del anterior gobierno Lapid-Bennett demuestra que una constelación diferente de políticos capitalistas, o un gobierno de Unidad Nacional no resolverá la crisis de la sociedad. Está claro que muchos capitalistas israelíes quieren un gobierno diferente, que sirva mejor a sus intereses. Pero las organizaciones obreras como la Histadrut, otros sindicatos y organismos populares deberían formar un gobierno obrero no formado por podridos MK (diputados), sino basado en representantes electos de cada lugar de trabajo, cada escuela, cada comunidad -religiosa y laica, judía y árabe. Un gobierno así debe poner fin a la represión de los palestinos, a los ataques a la clase obrera y defender los derechos nacionales y democráticos de palestinos e israelíes. Debe nacionalizar la riqueza de la sociedad y organizarla para proporcionar una vida digna a todos, al tiempo que debe ser la base para que los trabajadores palestinos e israelíes acuerden una solución socialista al conflicto nacional que domina la región desde hace décadas. Ésta es la única forma de salir de la crisis.

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