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Es mejor sólo explorar a Marte, no vivir allí

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Por Adán Salgado Andrade

Los viajes espaciales a distantes planetas, con la rudimentaria tecnología que poseemos, sólo son producto de la ciencia-ficción.

Apenas si hemos podido llegar a la Luna, ubicada a unos 300,000 kilómetros, lo que lleva alrededor de tres días con las actuales naves que poseemos (ver: https://coolcosmos.ipac.caltech.edu/ask/174-How-long-does-it-take-to-travel-to-the-Moon-).

Por ello, hay proyectos para llegar, al menos, a lo alcanzable. Y ese es Marte, el planeta rojo, que varias sondas espaciales han estado investigando. Hasta este momento, no se han hallado indicios de que alguna vez existiera vida allí.

Pero agencias espaciales y empresas privadas, se han empecinado, no sólo en llegar, sino, incluso, en “colonizar” a ese polvoso, rocoso, muerto planeta.

Sin embargo, Ramin Skibba sugiere en su artículo “Vayamos a Marte, no vivamos allí”, publicado por el portal Wired, que, de acuerdo con los actuales avances tecnológicos, lo más sencillo es, simplemente, explorar a ese planeta, pues habitarlo “sería casi imposible” (ver: https://www.wired.com/story/lets-go-to-mars-lets-not-live-there/).

Comienza enumerando todos los planes para explorar y habitar a Marte, incluido el del prepotente, nefasto Elon Musk, quien pretende que para el 2050, ya hayan varias colonias de humanos viviendo permanentemente allí, “lo que costaría billones de dólares, si fuera posible”.

Por sus características, sería un planeta ni tan caliente, ni tan frío, “en donde podría vivirse, pero con algunas adaptaciones”.

Esas “adaptaciones”, dice Skibba, serían invasivas, “justo como lo que hemos hecho a la Tierra, de irla destruyendo gradualmente. Que se quiera terraformar a Marte con misiles nucleares, para crear un ‘invierno nuclear’, como propone Musk, con tal de incrementar las temperaturas, iniciar un cambio climático y derretir algo de su hielo, conllevaría riesgos”.

Pero todo eso, por fortuna, está, de momento, en la imaginación.

Sí hay varias sondas explorando al planeta, estadounidenses, europeas y hasta una china, pero porque se trata de naves robots, que no requieren condiciones para que humanos viajen en ellas.

Dice Skibba que tan sólo para enviar a naves tripuladas, lo que podría ser hasta los 2040’s, implicaría hallar un combustible que pudiera durar algo así como 2.5 años, “el tiempo que llevaría un viaje allá, incluyendo los nueve meses de ida, los nueve, de regreso, y permaneciendo poco más de un año en el sitio. Además, los astronautas estarían todo ese tiempo, aislados, y si la pandemia pasada fue una prueba de los efectos que nos ocasiona estar aislados, les provocaría fuertes daños psicológicos”.

No sólo eso, sino que tendrían que sobrevivir al aterrizaje, “las tormentas de arena, podrían dañar equipo vital o los paneles solares. No tendrían tierra para sembrar comida, así que se atendrían sólo a lo que pudieran cargar. Un agujero en sus trajes, sería la muerte y cualquier problema de pérdida de poder, oxígeno, agua o comida, lo tendrían que resolver por su cuenta, pues estarían solos, a 175 millones de kilómetros de la Tierra, su hogar”.

Como dice Skibba, no es lo mismo haber llegado ya a la Luna en los 1970’s, pues está sólo a cientos de miles de kilómetros. “Pero Marte, a millones de kilómetros, requeriría sistemas de propulsión y de almacenamiento de combustible más adelantados, pues no es lo mismo una nave autónoma, que llevar a tripulantes”.

Dice que se entiende ese deseo de llegar y hasta vivir en Marte, “pues el humano es, por naturaleza, curioso, deseoso de saber lo que lo rodea. Sasha Sagan, hija del famoso astrofísico Carl Sagan (1934-1996), dice que ‘una de las mejores cosas que tenemos como especie, es nuestra curiosidad y nuestro deseo de saber cómo somos parte del Universo’, quien escribió el libro For Small Creatures Such as We, sobre dicha temática”.

Sagan mismo, estaba a favor de los vuelos espaciales tripulados, “pero que fueran pacíficos, sin buscar un fin bélico o militar”. Eso, seguramente, lo decía porque en la ciencia-ficción, siempre se presentan a las misiones espaciales, como buscadoras de planetas qué conquistar, para incrementar poder y territorios. Es la clásica visión imperialista que privó, desde siempre, entre los europeos, quienes todo el tiempo estaban peleando entre sí, para conquistarse entre ellos o apoderarse de “nuevos mundos” – nosotros, los latinos, por desgracia, somos el resultado del mezquino, saqueador latrocinio español.  

Volviendo a los viajes a Marte, si tan sólo enviar una nave tripulada, para apenas explorar ese planeta, dice Skibba,  es difícil, “vivir allí sería una casi inalcanzable proeza”.

Es un planeta con débil atmósfera, compuesta sólo de CO2,  varias veces más seco que el desierto de Atacama, que es el lugar más seco de la Tierra, Hace unos 3000 millones de años, probablemente tuvo ríos y lagos, que la falta de un núcleo, como el terrestre y la débil atmósfera, hicieron que se perdieran. “Y la cantidad de hielo que tiene, también es limitado, así que sería un nuevo saqueo, en el cual, nadie tendría control”, cita Skibba a Natalie Treviño, teórica espacial de la Open University en Inglaterra, quien agrega que “seria más fácil justificar el ir a la Luna, que a Marte, ahora que hay gente que se muere de hambre y de sed. No me parece que haya una razón científica para hacerlo. Pero son cosas que nadie cuestiona, así como cuando hacemos música o arte. El ser humano es contradictorio, lo que es fascinante y trágico a la vez”.

En efecto, si vivimos en este pobre planeta, al que le hemos provocado muchos problemas, por todo lo que lo hemos depredado y contaminado, sería más sensato que los millonarios recursos que se dedicarían “para llevar a unos pocos humanos a Marte, mejor se emplearan para resolver los graves problemas que tenemos”, dice Skibba.

Sí, pero priva el egoísmo de tipos como Musk o su rival, Jeff Bezos, con Blue Origin, para ver quién llega primero a Marte. Se impone su personal ego, su deseo de superar al otro, e invertir miles de millones de dólares en una aventura aún incierta.

La misma Sasha Sagan lo dice, “sospecho que entre más lejos vayamos, mejor nos daremos cuenta de lo valioso que es nuestro planeta”.

¡Claro, un planeta con tanta biodiversidad, con tantos climas, con tantos recursos!…

No se podía hallar tan fácilmente en otro lado.

Por ello, es realmente una necedad que se quiera habitar a una gran roca muerta como lo es Marte.

Mejor, sigamos cuidando a nuestro planeta y dejémonos de estupideces.

Contacto: studillac@hotmail.com  

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