Diario Universidad de Chile 12 de diciembre 2022
Joana Carvalho
La directora de la institución, Marcela Sandoval, sostuvo que el informe cruza múltiples discriminaciones que influyen en la autonomía económica de las mujeres indígenas y aquellas que viven en sectores rurales.
A partir del estudio Desigualdades Socioterritoriales en La Araucanía realizada por la Fundación PRODEMU, Radio y Diario Universidad de Chile conversó con la directora de la institución y periodista especializada en género e investigación, Marcela Sandoval, respecto de los resultado del informe. En el documento no solo se refuerza la evidencia de que La Araucanía es una de las regiones más empobrecidas del país, sino que las mujeres de ese territorio son las más afectadas.
El objetivo de la investigación se centró en describir las desigualdades socioterritoriales y de género en la región, caracterizar la oferta programática de PRODEMU y analizar los límites y posibilidades de mejora de la oferta programática para mujeres.
De acuerdo al estudio, dicho territorio se posiciona como uno de los más pobres de Chile, con un 17,4% de personas bajo la línea de la pobreza por ingresos. “Las mujeres de sectores rurales, cordilleranos y zonas limítrofes de La Araucanía, con las regiones de Biobío y de Los Lagos, son las mujeres más empobrecidas de esas zonas”, señaló la directora de PRODEMU. Así, las mujeres rurales en situación de pobreza multidimensional de la región superan el 50%. Esto se distribuye de manera heterogénea a nivel comunal: Cholchol (87%) y Lautaro (24,3%).
“La lectura que arroja este estudio no solo muestra cómo interviene PRODEMU, sino también la ausencia del Estado en cierto sectores”, agregó.
La tasa de participación laboral femenina ha retrocedido más de una década en gran parte debido al contexto de la pandemia del Covid-19 y la crisis económica. Además, se evidencia una brecha de género en términos de búsqueda de empleo principalmente porque las tareas del hogar les han impedido a las mujeres buscar empleo.
“Esto tiene relación con que las mujeres han tenido que desplazarse de zonas donde habitualmente desarrollaban labores agrícolas u otro tipo de actividades, pero hoy las fuentes de trabajo se han visto limitadas”, detalló. Asimismo, explicó que la oferta femenina en las zonas urbanas es escasa porque se limita a rubros que son históricamente feminizados. A eso se le suman las limitaciones de accesos a ciertos lugares debido a “que están asociadas a la conflictividad político social que hay en la zona”.
Según la investigación, la mayoría de mujeres en la Región de La Araucanía no han completado el nivel básico escolar, lo cual se acentúa en aquellas mujeres indígenas o que habitan en zonas rurales. El 29,1% (278 mil 680) de la población vive en áreas rurales, el 71% en áreas urbanas y 27,4% (134 mil 955). De esa manera, otro factor de peso que se agudizó en pandemia es que las zonas rurales y cordilleranas tienen problemas de conectividad, tanto de transporte como de conexión a internet.
La periodista sostuvo que el informe cruza múltiples discriminaciones que influyen en la autonomía económica de este grupos de la población. Las mujeres indígenas en situación de pobreza multidimensional superan el 45%, siendo una distribución heterogénea a nivel comunal que va desde un 12% en la comuna de Lautaro, a un 82% en la comuna de Lonquimay. Igualmente, la recolección de datos expuso que 163 mil 762 (33,9%) mujeres se auto reconocen como pertenecientes a algún pueblo indígena.
“En término de desafíos, las mujeres rurales indígenas tienen mucho que enseñarnos sobre la innovación considerando el conocimiento que tienen sobre la tierra, el conocimiento ancestral, sus propias tradiciones, cuáles son los productos que comercializan”, afirmó y comentó que en PRODEMU han tenido programas en que las mujeres emprenden en la gastronomía mapuche con sello ancestral y con innovaciones en gastronomía gourmet.
La directora de la fundación destacó que es necesario avanzar en la alianza público-privada para llegar a esas comunidades, “poniendo el foco en el respeto a sus formas de funcionamiento, de colectivizar sus saberes y cómo emprender”. “El Estado no puede llegar a proponer planes sin conocer a las comunidades, el saber está ahí”, enfatizó y agregó que las herramientas deben ir orientadas a poner en valor económica y culturalmente esos saberes.