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Ya se mina el fondo marino costero desde hace décadas

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Por Adán Salgado Andrade

La minería marina profunda es la nueva agresión que se cometerá contra los océanos. No estamos conformes con que nos alimentan, con que absorben el 90 por ciento del calor que se genera cada año por las actividades contaminantes y depredadoras, impulsadas por el capitalismo salvaje, que son el basurero mundial, que están invadidos por plásticos, microplásticos, derrames petroleros, aguas negras, hundimiento de todo tipo de barcos… ¡y ahora, esta nueva infamia!

Para el 2023, si no hay superiores leyes y fuerzas internacionales que se opongan a minar el fondo marino, ya se autorizará “oficialmente” su ejecución. El sistema es invasivo, depredador y sumamente contaminante. Consiste en que enormes vehículos submarinos, parecidos a buldóceres, recorrerían el fondo marino, para ubicarse junto a fumarolas, que son como géiseres submarinos que expelen agua hirviendo, rica en minerales. Es en esos sitios en donde, dicen las mezquinas empresas, ávidas de minar el lecho marino, abundan los codiciados minerales y hasta en mayores cantidades que en las minas de la superficie. (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/07/la-necedad-de-minar-el-mar.html).

De todos modos, independientemente de que se autorice o no – que seguramente sí se autorizará, pues son mayores los mezquinos intereses capitalistas salvajes ávidos de ganancias, que la salud ambiental planetaria –, ya se hace minería marina en aguas someras de las costas, desde hace años. Es lo que el artículo de la revista digital Hakai Magazine expone en el artículo titulado “Con todo detalle: en dónde se minan las aguas someras costeras”, firmado por la periodista Elham Shabahat, la que agrega que “mientras los que protegen a los océanos, se preocupan de que se pretende minar el mar profundo, la explotación minera de las aguas someras costeras es ya un hecho” (https://hakaimagazine.com/videos-visuals/in-graphic-detail-mining-the-shallow-seas/).

Shabahat muestra un mapa, elaborado por Kaikkonen y asociados, en donde se señalan los sitios en los cuales ya se minan metales, junto con gemas (diamantes), fosforitos (minerales base para fabricar fertilizantes), así como nódulos polimetálicos (cuentas pétreas redondeadas, que contienen metales como manganeso, níquel, cobre y cobalto, sumamente buscadas también), en el que, prácticamente, todas las costas del mundo, están siendo explotadas (en México, están presentes a lo largo de las costas de Baja California Norte y Sur, de acuerdo con el mapa).

Como señalé, son zonas que ya se están explotando desde hace décadas. “En aguas costeras de Namibia, país africano, por ejemplo, varias compañías han minado diamantes desde el 2002. Y estaño, se obtiene del dragado en las costas de Indonesia, que es una de las mayores operaciones de minado marino del mundo. En contraste con los mineros que pretenden hacerlo en las profundidades, una empresa sueca planea prospeccionar el mar que separa a Suecia de Finlandia, a profundidades no mayores de 150 metros. Muchos recursos minerales que se encuentran en aguas someras, permanecen sin ser explotados, pero ¿por cuánto tiempo?”.

La contestación a la pregunta que plantea Shabahat, es que no por mucho tiempo. La sed por seguir depredando el planeta, en busca de energéticos y materias primas, para seguir sosteniendo este sistema de sobreproducción e híperconsumo impuestos por el capitalismo salvaje, no tiene límites. Se dejará de hacer cuando la pobre Tierra, ya nada tenga que ofrecer, cuando tanta mezquindad la convierta en un indigente espacial sin recursos. Los afectados, seremos nosotros, por supuesto, pues el planeta podrá continuar su curso, pero ya no ofrecerá condiciones para habitarlo (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/02/al-acabar-con-sus-recursos-estamos.html).

Y aunque la minería costera se hace desde hace años, los investigadores indican que no se han medido las consecuencias ambientales que puede ocasionar. “La minería marina (de la forma que sea), podría afectar ecosistemas en el piso marino y en el agua circulante, y su recuperación, llevaría años. Esa práctica, podría remover el hábitat marino, ocasionando potenciales extinciones locales de fauna y el sedimento removido, podría sofocar a organismos marinos (el smog acuático generado, les penetraría sistemas respiratorios, a través de las branquias, así como sus intestinos), además de que perturbaría la calidad del agua. Se afectaría a la gente cercana, tanto por la infraestructura terrestre requerida para las operaciones, como porque se dañaría al ecosistema en el que se apoyan para su subsistencia (los pescadores, por ejemplo, verían afectadas o desaparecidas a las especies que capturan)”.

Pero en lo que menos piensan empresas y mafias en el poder que las alientan es, justamente, tanto en el ecosistema marino, así como en la gente que locamente se beneficia de éste. Japón, por ejemplo, pretende, por falta de espacio para seguirlas almacenando, arrojar las aguas radioactivas que se generan por el enfriamiento de la colapsada planta nuclear de Fukushima – dañada durante el tsunami resultante del terremoto del 2011 –, “previamente tratadas”, sin consultar, en absoluto, a los pescadores locales, quienes serán afectados por la medida, por mucho que les digan que esas aguas radiadas “tratadas” son “seguras” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/10/japon-arrojara-al-mar-el-agua.html).

Así que si eso se hace con aguas radioactivas, de no consultar a la gente, mucho más con la minería costera, que ya se realiza.

Dice Shabahat que “los ambientes costeros ya están, de por sí, sobrecargados con el impacto acumulado del cambio climático y de otras industrias, así que la minería costera es una infamia más que están soportando. Muchas fábricas de papel, por ejemplo, operan en las costas, y sus operaciones son muy contaminantes y depredadoras (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/11/las-contaminantes-fabricas-de-papel.html).

Otro caso son las desalinizadoras, que extraen agua marina para hacerla bebible, pero que, en el proceso, generan muchos desperdicios y regresan salmuera, agua sumamente salada. No se ha medido el impacto ambiental oceánico que están generando esas operaciones (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/08/las-contaminantes-muy-demandantes-de.html).

Y no hay una real regulación para la actividad, “pues, como dicen los autores del estudio, es ‘un área de regulación gris’. La que se está implementando, sólo regulará a la minería profunda, en tanto que la somera, sólo depende de cada país y no todos tienen legislaciones ambientales fuertes, a la vista. El estudio enfatiza que no debe de considerarse a la minería de aguas someras como una panacea de bajo riesgo, con tal de que la sociedad siga haciéndose de metales necesarios”.

En efecto, dependiendo de qué país se trate, esas “regulaciones”, si las hay, pueden ser nulas o medianamente estrictas.

Pero, como señalé, mientras sobreproducción e híperconsumo reinen, ¡adelante con la destrucción oceánica!

Contacto: studillac@hotmail.com  

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