Pablo Anino *
El Juguete Rabioso
Newsletter, 1-8-2022
El próximo sábado 3 de septiembre se cumplirá un mes desde que Sergio Massa asumió como “superministro” de Economía. En su primera conferencia de prensa, realizada en el Palacio de Hacienda, Massa realizó anuncios económicos ordenados alrededor de cuatro ejes: 1) orden fiscal; 2) superávit comercial; 3) fortalecimiento de reservas; 4) desarrollo con inclusión.
Aunque un mes es poco tiempo para evaluar una gestión, resalta el lento avance en relación a las expectativas que Massa generó sobre sí mismo: se postuló como el Mesías que llegaba para salvar la economía.
En el “orden fiscal” es donde más avances puede exhibir, aunque para los “mercados” y para las metas acordadas con el FMI aún resulta insuficiente. En los otros ejes, el panorama sigue embarrado. Ni que decir que el eje de “desarrollo con inclusión”, que fue postulado en último orden, no tiene perspectivas de lograrse, ni en el corto, ni en el mediano, ni en el largo plazo.
Massa ratificó las restricciones presupuestarias que había impulsado la efímera ministra, Silvina Batakis: entre otras, el congelamiento de la planta de la administración pública nacional, centralizada y descentralizada, la “cuenta única del Estado” para secar de efectivo a los organismos públicos. Pero al “no vamos a gastar más de lo que tenemos” pronunciado por Batakis, el “superministro” lo convirtió en una suerte de “vamos a gastar mucho menos de lo que tenemos”.
Es lo que ocurre con los recortes anunciados a través de la decisión administrativa 826/2022, firmada por Massa y por Juan Manzur: allí se decidió podar los fondos disponibles para educación (jardines de infantes, Conectar Igualdad, infraestructura), salud y para el plan Procrear, entre otros tijeretazos, que suman un total de $128 mil millones.
A este ajuste, se agrega una práctica de atraso en los pagos y en la ejecución de las partidas presupuestarias vigentes. Hay varias áreas del Estado que sufren el envío de recursos a cuenta gotas por parte Economía. Tal vez algo de esto queda expuesto con las denuncias y manifestaciones contra los atrasos en los pagos de las prestaciones para la discapacidad.
No es una novedad. De hecho, es lo que hizo Guzmán para cerrar las cuentas el segundo trimestre en función de las metas fondomonetariastas: atrasó hasta los pagos de los censistas del Censo de Población. Para cumplir con el FMI, Economía va a retrasar los pagos de todo, todo lo que pueda.
La inflación hace el resto del ajuste que no se anuncia, pero que es igual de efectivo para diluir partidas presupuestarias.
El poder financiero
El recorte presupuestario avanza por el hilo más débil. Tiene la función de reorientar el gasto público hacia el pago de la deuda, que este año, a pesar de ser un año de vencimientos bajos por las reestructuraciones de Guzmán con los lobos de Wall Street y con el FMI, insumirá $1,2 billones: esos pagos se llevan el 7,3 % del presupuesto nacional, superando los presupuestos de educación (6,4 %) y salud (4,26%).
Uno de los logros de Massa en su primer mes fue un canje de la deuda en pesos, el cual le permitió patear vencimientos por $2 billones hacia el año próximo. El logro es parcial: gran parte de la deuda canjeada está en manos de organismos públicos. No obstante, el canje fue aceptado por el sistema financiero local.
Para eso ofreció bonos con cobertura frente a la suba del dólar y de la inflación (en este caso más un cupón): es decir, ofreció tasas de interés exorbitantes en favor del capital financiero. El aumento de la tasa de interés implica más gasto público en concepto de deuda. El contraste es claro, se recorta en jardines de infantes, en Conectar Igualdad, en infraestructura educativa, en viviendas, mientras por otro lado se eleva el gasto público en pago de servicios de la deuda.
Un reporte de Economía previo a la asunción de Massa indicaba que la deuda en pesos tenía un stock de 11 billones en junio (https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/informe_deuda_ars_-_junio_22.pdf) A “ojímetro” se puede estimar que por cada punto que sube la tasa de interés, esa deuda insume un gasto público adicional por pago de intereses de $110 mil millones. Pero la tasas de interés que ofrece Economía no subió un punto. Subió varios. De esto se puede deducir que los pagos de deuda incrementales por la suba de tasas superan con creces el “ahorro” por los recortes presupuestarios y quita de subsidios energéticos.
Esa deuda en pesos de Economía es una bola de nieve que no para de crecer. Otro tanto ocurre con la deuda del Banco Central, estimada en unos $ 7 billones y que implica un déficit cuasi fiscal de unos $2,3 billones anuales. No solo eso. Hacia fines de 2024, se incrementan fuertemente los pagos de deuda en dólares. La presión por el recorte de partidas por hilo más débil se reforzará.
La metástasis de los tarifazos
Batakis logró implementar la famosa declaración jurada para avanzar en la segmentación tarifaria que no había logrado poner en práctica Martín Guzmán debido al asedio del kirchnerismo. Aquella oposición de los funcionarios que responden a Cristina Fernández de Kirchner parece un recuerdo de un pasado lejano.
Sin que le tiemble el pulso y sin encontrar ningún reparo dentro del Frente de Todos, Massa extendió el tarifazo en gas y electricidad al ámbito del agua. (https://www.laizquierdadiario.com/Segmentacion-un-eufemismo-para-no-hablar-de-tarifazos) No solo eso. También amplió la cantidad de usuarios que recibirán facturas con aumento. El 10 % de usuarios que se suponían “ricos”, según los cálculos de Guzmán, y que pasarían a pagar la tarifa plena de electricidad y gas se extendió hasta comprender a alrededor del 30 % de los que utilizan la electricidad. Se trata de aquellos que no pidieron mantener los subsidios porque desconocían que tenían que presentar la declaración jurada, porque no pudieron hacerlo o porque decidieron no hacerlo.
Las facturas de electricidad de los usuarios a los que se les quita todo el subsidio tendrán un aumento de manera progresiva: podría llegar al 170 % en febrero del año próximo, según cálculos moderados que realizan especialistas del sector. En los comercios, las facturas podrían aumentar alrededor de 140 %. Pero aquellos usuarios que solicitaron conservar los subsidios y consumen más de 400 kwh al mes (o 550 kwh para las localidades que no cuenten con gas natural por redes) deberán pagar la tarifa plena por el consumo que exceda ese parámetro.
Las beneficiarias de los aumentos de tarifas, entre otras empresas del país, serán Edenor y Edesur. La primera pertenece a Daniel Vila y José Luis Manzano, los promotores de Massa, y a Mauricio Filiberti, dueño de una compañía que es la principal proveedora de productos de potabilización de AySA, presidida por Malena Galmarini, cónyuge del “superministro”. Edesur tiene como accionista a Nicolás “Nicky” Caputo, el amigo del alma de Mauricio Macri. Caputo también tiene otros negocios en la electricidad, como ser accionista de Central Puerto, una de las mayores generadoras de energía eléctrica del país. Es decir, la política tarifaria de Massa beneficia al hombre que Cristina Fernández de Kirchner puso en el centro de su defensa en la Causa Vialidad (https://www.laizquierdadiario.com/Corrupcion-capitalismo-y-justicia) al imputarle conversaciones turbias con José López, el revoleador de bolsos en los conventos.
En el caso del gas, también pagarán la tarifa plena durante los primeros meses de 2023 quienes no solicitaron mantener los subsidios. En el Boletín Oficial de este miércoles 31 de agosto, el Enargas estableció nuevos cuadros tarifarios con aumentos que podrían llegar al 107 %. En cuanto al agua, se quitarán los subsidios a todos los usuarios, excepto a aquellos que pagan la tarifa social. Según criterios de zonificación que existen en su marco regulatorio, desde noviembre AySA quitará totalmente los subsidios en zonas consideradas altas. En el resto, la quita será progresiva hasta marzo (nivel medio y bajo) o hasta mayo (nivel bajo). Los tarifazos van haciendo metástasis hasta alcanzar una gran parte del cuerpo de los usuarios de servicios públicos.
No cede…
Los tarifazos en los servicios públicos alimentarán la inflación durante los próximos meses. La inercia inflacionaria de julio con el 7,4 % de aumento de precios se mantuvo, aunque con cierta moderación, durante agosto: las estimaciones privadas indican que la inflación del octavo mes del año no bajaría del 6 %. En el río revuelto inflacionario, las empresas remarcan sin piedad con el bolsillo de las trabajadoras y trabajadores.
Es lo que se observa en la industria alimenticia. Los comercios denuncian que recibieron productos de empresas como Arcor, Mondelez o Granix con aumentos que en algunos casos superan el 10 %. No solo eso. Las primeras marcas industriales realizan ventas cuotificadas de harina, aceite, azúcar, cervezas, café, entre otros productos, a la espera de definir nuevos precios. La contrapartida de esos aumentos es la mejora de las ganancias que reflejan los balances contables de varias empresas alimenticias.
El último Relevamiento de Expectativas de Mercado del Banco Central ubica las proyecciones de inflación de 2022 en 90,2 %. El poder de compra de los salarios, que venía golpeado, sufrió un nuevo shock con la inflación de los meses recientes. El encuentro para recuperar los salarios, que Massa anunció para el 11 de agosto en su primera conferencia de prensa, todavía no fue convocado. Ni siquiera se activó con la marcha de la CGT contra nadie.
¿La “máquina de dólares”?
Massa aseguró que pondría en funcionamiento una “máquina de dólares”. De hecho, en su primera conferencia de prensa aseguró que traía bajo el brazo un ingreso de U$S5.000 millones por adelanto de exportaciones que había acordado con sectores empresariales. Pasaron cosas. Los dólares no aparecen. Las reservas brutas del Banco Central pasaron de ser U$S37.819 millones el día que asumió el “superministro” a terminar en U$S36.841 millones el 29 de agosto (último dato disponible). Las reservas netas, directamente, están en terreno negativo, según varias estimaciones privadas.
Mientras tanto, el gobierno lanzó un festival de beneficios para que las empresas aumenten las exportaciones. Estos días, anunció retenciones cero en las exportaciones incrementales de la industria automotriz. Previamente, había otorgado beneficios a la producción de gas y petróleo; en las próximas jornadas implementaría un régimen especial para las mineras con acceso privilegiado al dólar.
La tensa calma en los dólares paralelos tiene como principal factor explicativo el aumento de tasas de interés en la deuda pública en pesos y en la deuda del Banco Central: un relativo incentivo para “invertir” en moneda nacional. Pero la escasez de dólares impide que los fantasmas de la devaluación desaparezcan. A la falta de dólares, estos días se sumó la “filtración” de un documento del recientemente asumido viceministro, el polémico Gabriel Rubinstein, que propone una devaluación del 50 % para llevar la cotización del dólar oficial a $200. Hay que prestar atención a este número.
El documento es de fines de julio, previo a que asuma Massa. El propio Rubinstein se vio obligado a desmentir una inminente devaluación. No obstante, luego del fracaso del “dólar soja”, todos los trascendidos indican que estos días habría un anuncio en favor del “agropower”: por un tiempo limitado habría un dólar a $200 para la soja (la cotización de Rubinstein) o un bono que otorgaría el Estado equivalente al 30 % de las exportaciones a los agroexportadores para pagos de impuestos, lo cual es casi sinónimo de quitar las retenciones.
El primer mes de Massa en Economía es ilustrativo de ganadores y perdedores en la “etapa superior” del Frente de Todos.
Cosas para cuando las horas bajan
“Europa se dirige a la recesión. ¿Qué tan malo séra?”, titula The Economist, el tradicional periódico económico británico. La guerra de Rusia contra Ucrania, una recuperación desigual de la pandemia del Covid-19 y una sequía en gran parte del continente son los factores detrás de la crisis energética, de la alta inflación, de las interrupciones del suministro energético y de una enorme incertidumbre sobre el futuro. Se puede leer acá.
El economista marxista Michael Roberts explica en el “Agujero de Jackson” (en referencia a Jackson Hole, el sitio donde se desarrollan los encuentros anuales de la FED de los Estados Unidos) que el país del norte del continente presenta signos que indican que quizás ya esté en recesión. (Leer artículo en: https://thenextrecession.wordpress.com/2022/08/27/down-the-jackson-hole/)
El mundo que nos rodea no trae buenas noticias. En parte, la recesión es inducida por el combate a la inflación vía la suba de tasas. ¿Llevará a la misma situación la suba de tasas del Frente de Todos? Esperar y ver.
* Pablo Anino, es Licenciado en Economía con Maestría en Historia Económica. Es docente en la UBA (Universidad de Buenos Aires). Milita en el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Es columnista de economía en el programa de radio El Círculo Rojo y en La Izquierda Diario.