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HISTORIAS IGNORADAS: LEVANTAMIENTO MAPUCHE DE 1859

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Editor OJO CON EL LENTE

La Guerra Civil en Chile de 1859 en que hubo participación mapuche, acabó con un levantamiento generalizado en defensa de sus tierras y de sus reivindicaciones históricas.

Pedro Ruiz Aldea, en manuscrito guardado por Vicuña Mackenna, señala textual: “Mediante el apoyo al sector liberal de oposición, los araucanos quisieron expresar su abierta resistencia al plan de colonización del gobierno de Montt. Este plan consistía en coaccionar a los indios para que vendieran sus tierras al Estado o a particulares. Los indios se vieron en poco tiempo despojados de sus haciendas, impedidos de apacentar sus rebaños y aherrojados con el pretexto de que eran revoltosos. Se hizo más: se les trajo a la cárcel, se les mantuvo a pan y agua, y se les puso la escritura en venta, en este estado de aberración mental, como una condición de obtener su soltura. Las infelices víctimas compraban de esta manera su libertad y el derecho a regresar a su patria; pero para colmo de oprobio no les daban, como les prometían, el valor de sus terrenos enajenados. Para reivindicar sus propiedades tenían después que comparecer al juzgado de letras. Todos los pleitos de la provincia de Arauco tienen por origen alguno de estos tres principios: mala fe de los contratantes, extensión del terreno enajenado, falta de pago de la cosa vendida (…) La sublevación de 1859 la consideraron los araucanos como una oportunidad de vengarse de los agravios que habían recibido en sus personas y haciendas (…) El araucano ve con amargura sus campos cultivados por extraños, poblados de intrusos; y para reconquistarlos no piensa en la justicia humana, porque por mandato de ella  ha sido despojado y esa justicia también no hace nada para el desvalido; el indio toma la tea enfurecido y llevando adelante la devastación vuelve a quedar dueño y señor de lo suyo” (1)

Los abusos cometidos por los compradores de tierras habían suscrito innumerables protestas de los mapuche, pero el juez de la zona de Arauco, Salvador Cabrera, no daba lugar a los reclamos, porque estaba coludido con los terratenientes.

Señala el cronista Pedro Figueroa: “Esto atizaba la odiosidad reconcentrada de los indígenas. La revolución constituyente vendría a ser en Arauco la expresión del rencor sofocado por la impotencia, el estallido de la desesperación de ese pueblo abatido por el abuso, de esa raza heroica subyugada por la arbitrariedad y el descaro de la autoridad (…) sus propiedades le habían sido arrancadas por el fraude. La indiada se propuso vengarse de sus usurpadores y teniendo al cacique JUAN MAÑIL a la cabeza, se lanzó sobre las poblaciones circunvecinas.” (2)

La rebelión mapuche, combinada con la guerra civil de 1859, fue una sublevación generalizada que llegó incluso a amenazar a Concepción y causó la destrucción de numerosas propiedades, especialmente en Nacimiento. Las incursiones de los insurgentes, relacionadas con las montoneras de la oposición liberal, abarcaron desde la costa de Arauco hasta Chillán, en una nueva versión de su tradicional táctica de guerra móvil y de guerrillas ya probada con éxito en los levantamientos generales de 1550, 1598, 1655, 1723, 1766 y en la “guerra a muerte” de 1820.

El nuevo levantamiento araucano se inició en Negrete y fue dirigido por MAGUIL. Luego se extendió a Nacimiento y Los Ángeles, donde se reunieron con las fuerzas de Bernardino Pradel y ocuparon la fértil comarca de la isla del Laja. Los diarios oficialistas exigieron una expedición punitiva.

En “El Correo del Sur” se escribía: “Se comprende muy bien que son unos huéspedes odiosos y perjudiciales para Chile. Todo el mundo sabe que el territorio de la Araucanía es un focus donde van a refugiarse todos los criminales que se escapan de las cárceles… Si queremos quitar a la anarquía uno de sus apoyos, sepamos deshacernos de la influencia araucana”. (3)

La discriminación racial y el espíritu de usurpación de tierras de los blancos llega a extremos increíbles de ideologización cuando se afirma que los araucanos “no tienen el derecho de propiedad por ley natural, ni por el fruto de su trabajo, ni por una ley civil. No solo por el hecho de habitar en una región se va a tener el derecho de propiedad”. (4)

El levantamiento continuó por espacio de un año, a pesar de la derrota de la oposición liberal en abril de 1859. Cuatrocientos caciques se reunieron en agosto de ese año para coordinar diversos ataques. El “Correo del Sur” informaba en sucesivos números: “Los indios y montoneros roban cada vez más y amenazan a las poblaciones. Se ha organizado una montonera en el departamento de Lautaro, en el lugar denominado La Palmilla, cerca de Nacimiento, donde individuos están asolando los campos infundiendo el terror” y muchos otros reportes por el estilo.

Encina escribe en la historia oficial: “Los clamores de los habitantes de la Laja y de Arauco, obligaron al gobierno a destinar parte del ejército que acababa de triunfar en Cerro Grande. Las tropas gobiernistas descendieron a Nacimiento, que los indios tenían rodeados desde el 12 de noviembre y los derrotaron junto al rio Malleco. Los indios lograron aniquilar un destacamento de caballería, pero su principal ejército, compuesto de 2000 hombres, fue rechazado en el asalto a Negrete y una semana más tarde, en un segundo asalto a Nacimiento. Fracasaron también los asaltos que dieron a la plaza de Arauco en la Baja Frontera. En los primeros momentos, la escasez de caballería no había permitido a los jefes gobiernistas sacar a sus victorias el partido correspondiente. Remediada esta deficiencia, las nuevas derrotas de los indios terminaron en sangrientas persecuciones que los intimidaron. A principios de invierno de 1860 se presentaron a dar la paz. Pero el gobierno, comprendiendo que el nuevo parlamento solo iba a ser una tregua que nada resolvía, lo rechazó. Había resuelto empujar a los bárbaros hacia el sur y hacia la cordillera, avanzando gradualmente la línea de la frontera hasta el Malleco.” (5)

De este modo se cerraba otro capítulo más del despojo de territorios bajo la codicia de los intereses de grandes familias de la burguesía chilena, usando la mentira, el engaño, la coacción y la muerte.

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(1) Pedro Ruiz Aldea. La Política de Arauco. Manuscrito de 1860 en el Archivo Vicuña Mackenna.

(2) Pedro P. Figueroa. Historia de la Revolución Constituyente. Santiago, 1889.

(3) Correo del Sur. Periódico de Concepción. N° 1093. 1859.

(4) Correo del Sur. Periódico de Concepción. N° 1138. 1859.

(5) Francisco Encina. Historia de Chile. Editorial Nascimento. 1950.

Fuente General: Luis Vitale. Interpretación Marxista de la Historia de Chile, Tomo III. Editorial LOM. 2011.

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