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¿Quo vadis, PS?

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Más importante que saber ‘a dónde va’ debería ser enterarse por fin qué es realmente el actual PS

 Arturo Alejandro Muñoz 

Tal vez, en lugar de ese ‘quo vadis” (“¿a dónde vas?’) deberíamos preguntar  “¿qué te pasó, partido socialista’?, ya que hoy no se parece –ni en las cómicas siquiera-  a la vieja tienda que contó con insignes líderes como Allende, Ampuero, el ‘Cloro’ y el ‘Cheto’.

Mi padre aseguraba que el partido socialista chileno siempre había sufrido de una habitual enfermedad política: la falta de consistencia en sus ideas y programas, lo que permitía una especie de atomización diseñada a través de grupúsculos y colgajos que se desprendían del núcleo central cada vez que esa tienda partidista realizaba en Chile un congreso a nivel nacional, o tenía cierta participación en el gobierno de turno.

Así ocurrió durante la administración del traidor González Videla (1946-1952), cuando algunos dirigentes del PS decidieron acompañar a la clandestinidad al partido comunista de Neruda (atacado a fondo por el gobierno del serenense), mientras otros, que no eran pocos, optaron por abandonar a sus hermanos de ruta  y continuar adheridos a esa detestable legalidad que desprestigiaba a la política y mezquinaba democracia a una república incierta.

A lo anterior me permito agregar, a riesgo de ser inundado con insultos provenientes de los talibanes del socialismo oficial, otra carencia de nuestro conocido PS:  el desorden vestido de “despreocupación” irresponsable y suicida, que permitió a los agentes de la dictadura –entre 1973 y 1977- acceder fácilmente a nombres y direcciones de miles de miembros del partido, lo cual derivó en una masacre de gente inocente, puesto que, para ser sincero y directo, ninguna tienda de izquierda tuvo mayor cantidad de asesinados y torturados que el viejo PS… y ello merced al nefasto desorden  administrativo junto a una absoluta desidia en materias de inteligencia política,  características del PS que aun  hoy se mantienen intactas.

El mentado desorden se trasladó incluso al exilio, a Europa, donde luego de diez mil reuniones de análisis que pretendieron explicar el fracaso gubernativo de la Unidad Popular, hubo una atomización del PS y comenzó a hablarse del ‘archipiélago’ izquierdista, “La Chispa”, “Los Suizos”, “24 Congreso”… fueron algunos de los grupúsculos en que se fragmentó la vieja tienda, demostrando que ni siquiera con la sangrienta historia reciente había aprendido algo de ordenamiento y seguridad. Los agentes de la dictadura  continuaron infiltrando los intentos de recomposición del partido, especialmente en Italia y en México.

A tal grado y nivel llegó esa infiltración derechista-militar que el año 1983 apareció un referente bautizado como “Partido Socialista Chileno”, desglosado de otro esperpento conocido como “Frente Socialista”, una argamasa parida en el exilio europeo merced a los esfuerzos de la ‘inteligencia militar’ (o naval, para ser exactos) encabezada por el inefable Juan Carlos Moraga Duque, que terminó –desmáyese usted amigo socialista de corazón- apoyando el ‘SÍ’ en el plebiscito de 1988, y luego, trabajando arduamente para la candidatura presidencial del mayor fresco de cutis político conocido en nuestro país:  Federico ‘Frafrá’ Errrázuriz, el ‘paraguayo’, conocido también (entre los temporeros y temporeras) como el “esclavista”.

Por cierto, entre tanta locura de los viejos estandartes socialistas, es imperioso no olvidar a Marcelo Schilling, creador y administrador de la tétrica ‘oficina’, lugar desde el cual –respondiendo a las exigencias del pinochetismo- traicionó a decenas de ex compañeros suyos que habían luchado combo a combo, bala a bala, contra la dictadura, dejándolos indefensos y en descampado ante la maquinación impuesta por la sociedad Pinochetismo-Concertación (o mejor dicho, Cuadra-Brady- Cortázar-Aylwin), que impuso una política de estado llamada  “justicia en la medida de lo posible”. Obviamente, el PS, como partido, avaló la truculencia democristiana, la aceptó y la defendió con dientes y muelas. Hasta hoy, año 2021.

En ese escenario dibujado por crápulas políticas como René Cortázar, Jaime Ravinet, Patricio Aylwin, Enrique Correa, Edgardo Boenninger, Sergio Bitar, Juan Pablo Arellano, Ricardo Lagos Escobar, Alejandro Foxley, Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Carlos Ominami, se cocinó una “democracia de los acuerdos” que terminó construyendo el Chile neoliberal que hoy asfixia a gran parte de la población. En esta locura entreguista, el PS estuvo presente a través de representantes conocidos: Ominami, Bitar, Lagos y Correa.

Después arribaron a la escena política ciertos individuos cuyos apellidos nos recordaban días heroicos, de lucha y esperanza. Sin embargo, prontamente muchos de ellos legislaron para evitar la existencia de una democracia verdadera, libre e independiente para nuestro país, lo cual ha sido reconfirmado por el actuar de altos personeros del PS al oponerse casi con furibunda alergia a que la soberanía resida en el pueblo, y atacan con dureza la posible concreción de una Asamblea Constituyente.

Son como el diablo vendiendo cruces… cuestión que hoy caracteriza a muchos dirigentes del socialismo ‘oficial’ chileno, quienes pontifican respecto de justicia social, anti imperialismo y unidad latinoamericana, pero en la cancha (donde se ven los gallos) muestran una servil dependencia y aceptación de los requerimientos del capitalismo prohijado por el imperio estadounidense y por ese poderoso caballero llamado Don Dinero. Con tales antecedentes, ciertos eméritos personajes del PS muestran enojo –y a veces encono- con quienes critican el actual accionar y rumbo del partido, como si quien cuestionara las traiciones y tropelías fuese un vendepatria merecedor del repudio nacional.

El PS ‘oficial’ (el de Bitar, Lagos, Montes, Insulza, Escalona, Bachelet, Letelier, Allende, Díaz, Rossi, etc.), ya reconvertido a la fe neoliberal, formando parte de la alianza llamada “Concertación”, afirma que realizó esplendidos gobiernos de 1990 en adelante.

Ese juicio, interesado, no es de recibo.

A menos, claro, que aceptemos como «buenos gobiernos» los años del Transantiago; del descalabro de Ferrocarriles; del robo en descampado de las AFP; de la brecha económica en incremento; del escándalo y corruptela en varias instituciones fiscales; de educación pública en franco descenso; de entrega gratuita y voluntaria de nuestros recursos naturales a grupos financieros sin patria, Dios ni ley; de abandono de las regiones; de casas Serviu que se deterioran con la primera lluvia; de tasa de desempleo muy manipulada que oficialmente no baja del 7%; de salarios mínimos similares a los de cualquier nación centroafricana; de aislamiento de Chile en América Latina; de exclusión de nuestro país del anillo energético; de educación y salud basadas en el lucro; de delincuencia desatada; de previsión social cara y jubilaciones económica y socialmente inaceptables; de autopistas y carreteras en manos extranjeras; de agua potable, electricidad y teléfonos en poder de empresarios predadores; de contaminación de ríos y lagos en beneficio de capitalistas foráneos y criollos; de expoliación de recursos naturales como bosques, mares y glaciares; de abandono de nuestras etnias originarias; de desprecio por las organizaciones sociales, sindicales y estudiantiles; de legislaciones que favorecen únicamente al empresariado; de evasión de impuestos generalizada; de libertad de prensa asfixiada desde la Moneda a través del avisaje oficial; de dependencia absoluta de la voluntad y conveniencia económica de países industrializados; de gobiernos que aseguraron ‘alegría para todos’ pero que han satisfecho exclusivamente las necesidades e intereses de un exiguo sector (precisamente de aquel que nunca ha requerido de apoyo oficial); de trabajadores, etnias originarias, pobladores, estudiantes, pensionados, gremios, sindicatos, pescadores, pirquineros, portuarios, empleados, pequeños agricultores, trabajadores del agro, pequeños comerciantes, pymes y profesionales, que llevan más de dos lustros manifestando una abierta disconformidad con el actual estado de cosas.

¡Sin embargo, el PS neoliberalizado dice lo contrario, y se jacta de ello! Que nadie se mueva a engaño: quien cuestiona a este PS inscrito en la Nueva Mayoría critica también a la Derecha, puesto que ambos son abejorros del mismo panal. A los hechos me remito.

Como si todo lo escrito en estas líneas no fuese suficiente, nuestro neoliberalizado PS ’oficial’ abandonó sin pudor uno de los preceptos más nobles y sólidos que tenía el viejo partido: el de la solidaridad internacional de los pueblos. La lucha que actualmente efectúan los pueblos de Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, la República Saharahui,  Palestina, Myanmar, entre muchos otros, no cuenta con el apoyo ni con la denuncia severa de los socialistas ‘oficiales’ de nuestro país, quienes, al mantener su negativa a ser solidarios, se transforman en los hechos ciertos en cómplices coadyuvantes del imperio estadounidense y de la ambición genocida y expansionista del gobierno de Tel Aviv.  

Por ello, la interrogante principal sigue siendo “¿adónde vas y qué eres realmente, partido socialista?

Responder a esa pregunta bien podría arrojar cegadora luz, pues, ¿cuántos valiosos militantes han abandonado esa tienda en los últimos años? Algunos lo han hecho decepcionados, frustrados, molestos por el totalitarismo partidista de dirigentes que desde hace décadas rotan en los cargos principales a objeto de mantener la engorda personal.

Otros, la mayoría, tomaron la decisión de descolgarse del viejo tronco orgánico asqueados por el entreguismo y la traición de quienes se adueñaron de las oficinas, las sillas y las banderas. Estos últimos, desdeñando la propia historia, se aliaron con quienes habían coadyuvado a pavimentar los patios de fusilamientos y a llenar de combustible los estanques de los helicópteros ‘Puma’.

Así está hoy aquel viejo partido obrero, no ya únicamente con su tradicional desorden interno sino, en lo principal, convertido en furgón de cola –‘tonto útil’ pero bien pagado-  de una coalición derechista en la que brillan con fuego griego los sectores talibanes del neoliberalismo, enemigos a ultranza de cualquier asomo de democracia real y de soberanía popular.

Por ello, ¿Quo Vadis, PS? ¿Cuál será el destino que te depara el futuro cercano? No es halagüeño, ello se sabe.

 

 

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