Inicio Fuerzas Armadas “Nosotros hacemos como que mandamos y ellos hacen como que obedecen”

“Nosotros hacemos como que mandamos y ellos hacen como que obedecen”

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por Hugo Farías Moya

Esto que parece ser una broma de mal gusto se le escuchó decir muchas veces a los Ministros de Defensa de La Concertación, y que es en definitiva lo que ha evidenciado las relaciones cívico militares durante estos 30 años de seudo democracia, que sucedió a la dictadura militar de Pinochet.  Por acción o por omisión, las consecuencias de esta mala broma se han evidenciado de forma constante durante las últimas décadas, y han sido en extremo perjudiciales para nuestro país. De hecho, el ex Canciller y ex Ministro del Interior del gobierno de Ricardo Lagos y actual senador José Miguel Insulza, en un ataque de sinceridad dijo sin arrugarse: “Técnicamente las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile desde el retorno a la democracia se han mandado solas”. Muchas gracias por reconocerlo, agrego yo.

Escribo este artículo a propósito de un libro que me regalara un gran amigo y colega de trabajo, en el día de mi cumpleaños, y que lleva por título: “Traición a la patria”. Este texto sacó a la luz pública los desfalcos, robos y una trama de corrupción al interior del “glorioso” Ejército de Chile. En este libro, su autor, Mauricio Weibel, desentraña uno de los episodios más oscuros de la mal llamada “transición a la democracia”. En esta democracia a medias que aún tiene que convivir con la Constitución del 80, creada bajo la dictadura militar y de la cual quedan muchos resabios de autoritarismo y también de oscurantismo.

A esto último me refiero a la Ley reservada del cobre, creada durante el gobierno de Pinochet y que les da a los militares amplios poderes para disponer a su antojo del 10% de las ventas del cobre de Codelco. Aclaro que son el 10% de las ventas del cobre no de las utilidades. Como lo dijera hace un tiempo atrás un experto en temas militares, Eduardo Santos, sin ningún pudor: “Asumamos con franqueza como son las cosas y la digamos por su nombre, compramos la democracia entregándoles estos recursos a los militares”.

Pero el gran problema de este libro de Mauricio Weibel es que trata solamente de uno de los mayores desfalcos de una de las ramas de las FFAA, me refiero al ejército. En este libro omite o mejor dicho no se refiere a los robos en la marina, la aviación y Carabineros, que sumados es una cifra sideral que podría resolver cientos de temas sociales que aún no se hace cargo esta “democracia” de 30 años. Claro, en estos temas los ministros de defensa, todos civiles, no se meten en las “patas de los caballos” para no contrariar a los altos mandos castrenses.

Según Weibel, toda esta trama se supo porque el semanario The Clinic fue destapando los chanchullos del Ejército por capítulos, durante el desarrollo de la copa América que se jugó en Chile y que nuestro país resultó campeón por primera vez en su historia deportiva.

Al principio nadie le dio mucha importancia a este desfalco (pan y circo vivíamos en ese momento), pero al destaparse más y más capítulos, la opinión pública se fue enterando de esta trama de corrupción al interior del ejército y ya el gobierno no pudo desentenderse del incordio.  

El autor de este libro comenta que durante los años 2000 al 2015, que es el año que se descubrió esta mafia de robos, se destinaron casi 13 mil millones de dólares, por la ley reservada del cobre, a las FFAA. Con este dinero se habrían podido construido miles viviendas de material sólido de hasta 50 metros2, para erradicar todos los campamentos de Chile. También se habrían podido construir 30 hospitales de última generación. A su vez se habrían construido 100 liceos de excelencia en cada región del país. Además de la construcción y habilitación de 300 farmacias populares y por último la construcción de todos los embalses que el país necesita para que nunca más en Chile exista una escasez de agua para riego y el consumo humano. Es decir, se habrían solucionado casi todas las demandas sociales que los chilenos salieron a protestar el 18 de octubre del año 2019. Pero esto no ocurrió, se prefirió entregarles en un cheque en blanco esta inmensidad de recursos para que las corruptas FFAA y Carabineros de Chile renovaran sus “utensilios” de guerra. Se les entregó sin más a unas fuerzas armadas cuya única guerra que han tenido en su historia con una potencia extranjera fue hace largos 135 años. Desde ese momento han estado en permanente guerra con los chilenos, principalmente con los más desposeídos. (Es peligroso ser pobre amigo, cantaba el grupo Quilapayún).

En el ejército se cometieron tal cantidad de errores, que después se tuvo que rectificar miles de boletas y facturas cuyo respaldo fue cuestionado por la Contraloría. Boletas y facturas que incluso no tenían el timbre del SII. Circunstancias que dio cuenta que el sistema de control era feble, no solo en el tema contable, sino que también en lo relativo a la jefatura cuyas órdenes se cumplieron sin ningún tipo de fiscalización. Claramente el Ejército no tenía un correcto modelo organizativo que precaviera la comisión de estos ilícitos. (O si lo sabían, cayeron en manos de sus corruptos integrantes).

Muchos de estos recursos económicos terminaron no sólo en las manos de los Comandantes en Jefe, sino del alto mando y en las manos de la clase. De hecho, se empezó a conocer el desfalco porque un cabo del ejército, destinado a las finanzas lo descubrieron jugando no algunos millones, sino cientos de ellos en las máquinas tragamonedas del Casino Monticello.

Pero los desfalcos no solamente se debieron a los robos de dinero, sino de viajes de turismo del alto mando militar y la compra de lujosas mansiones y departamentos en exclusivos barrios de la capital. Los viajes al extranjero como siempre fueron acompañados de asesoras de hogar, hijos, señoras y una larga lista de familiares y amigos. Estos viajes y pagos de lujosos hoteles debieron contar con el visado del Ministro de Defensa. Pero estos se limitaron a firmar y nunca cuestionaron su procedencia y destino. Muchos ex Ministros de defensa terminaron contratados por el ejército una vez cesados en sus cargos. Práctica que es muy común y normal hasta nuestros días en nuestro país.

Además del robo sistemático de los recursos de la ley reservada del cobre, se cometieron gruesos errores de logística y de planificación. En el proyecto rayo, donde el ejército intentó crear un misil tierra aire, se desvanecieron cientos de millones de dólares y donde finalmente se desechó la idea. En la compra de tanques y otros materiales bélicos se pagaron a un valor muy superior al del mercado. Claro la comisión de venta quedaba para el generalato.

Aparte de toda esta compra que quedaba a discreción de los militares, los civiles no se metían en estos temas complicados y terminaban firmando sin cuestionar las órdenes de compra. Se cometieron errores tan infantiles como el que ocurrió cuando el Presidente Ricardo Lagos, por órdenes de George Bush, solicitó unos camiones para apoyar el golpe de estado en Haití contra el presidente electo democráticamente Jean Bertrand Aristide. Una vez refaccionados no cabían en los aviones y hubo que traer y comprar otros camiones de emergencia.

También nos encontramos con la sorpresa que el glorioso ejército de Chile no tiene talleres mecánicos propios y debe enviar a reparar sus vehículos en los talleres mecánicos de poblaciones periféricas. Es decir, no cuenta con una red de respaldo ni especialistas de estos temas, ni tampoco cuenta con talleres en sus propios cuarteles y deben pedir hora a un mecánico de barrio para reparar sus pertrechos.  

En la aviación se cometió el gran fiasco de comprar “aviones sin balas”, como dijera en forma jocosa el diario La Cuarta. Los misiles debían comprarlos aparte y siempre con la venia del Departamento de Estado de EEUU. En la marina hubo un gran desfalco con el desastroso proyecto de construir fragatas en Chile. Este error costó casi 200 millones de dólares perdidos en las manos de los inoperantes marinos. En Carabineros de Chile, ha sido un largo y muy publicitado desfalco, robos y una cadena de errores en la compra de material para la represión. El pacogate lleva hasta el día de hoy un robo de 30 mil millones de pesos.

Miles de chilenos han salido a protestar por mejoras en educación, salud, viviendas y un largo etcétera, que estos gobiernos que sucedieron a la dictadura militar de Pinochet no han sabido o no han querido solucionar. La única respuesta que siempre han dado es que no hay recursos. Bueno, todos sabemos dónde están esos recursos.    

Hugo Farías Moya

02 de diciembre de 2020

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