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Guerra Fría contra China: cerco militar, comercial y tecnológico

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Con sospechosa simultaneidad, se han activado o reactivado los conflictos en el entorno de las fronteras entre China y varios de los más importantes países de la región.

El más reciente es el enfrentamiento entre India y China por la construcción por Nueva Delhi de una carretera en el valle del río Galwan, en Ladakh, en la disputada región de Cachemira.

Aunque se iniciaron negociaciones entre ambas naciones, India sigue enviando unidades militares hacia la frontera norte, incluidos los vehículos de combate T-90 y T-72 y un gran número de aviones de combate. China respondió con maniobras militares para «expresar su apoyo a Pakistán, ya que la actual amenaza de la India a Pakistán es cada vez más evidente», según el experto de la Universidad Popular de China, Zhou Rong.

En los mismos días, Estados Unidos envió nada menos que tres portaviones, el USS Theodore Roosevelt, el USS Nimitz y el USS Ronald Reagan, para patrullar las aguas del Indo-Pacífico, en un acto analizado como una «advertencia» a China y un mensaje a sus aliados. El despliegue incluye decenas de buques y submarinos que conforman los grupos de ataque que acompañan a los portaaviones.

Para el diario oficialista Global Times, el objetivo de esta presencia consiste en «mostrar a otros países que su capacidad de combate no se vio obstaculizada por la nueva pandemia de coronavirus«. La crisis que sufrieron algunas unidades de portaaviones cuando las tripulaciones se infectaron de coronavirus, parece haber abierto dudas en la región sobre la capacidad de combate de su flota.

Al respecto, el diario recuerda que la pandemia de coronavirus en la Marina de EEUU estalló en el Theodore Roosevelt en marzo pasado y asegura que la actual movilización puede provocar una nueva oleada de infecciones entre los marineros. Por eso Global Times concluye que la fuerte presencia de la Navy en el Pacífico Occidental, «no es más que un ejercicio de flexión muscular destinado a crear tensiones».

También a principios de junio se agudizó el conflicto entre China y Australia. Para Beijing, Australia actúa de modo irracional, al punto que se ha convertido en peón de Estados Unidos. Global Times asegura que Australia «carece de independencia y autonomía diplomática, está en gran medida manipulada por los Estados Unidos en asuntos exteriores y «ya se ha convertido en un estado vasallo».

Ante el conflicto, Beijing llamó a sus jóvenes a reflexionar sobre la conveniencia de estudiar en Australia, ya que algunos chinos habrían sufrido actos de racismo, mientras amenaza con dejar de comprar mineral de hierro y hacerlo en Brasil o África, como represalia ante la creciente tensión entre ambas naciones. De hecho, China es el principal cliente de Canberra, pero la amenaza no puede producir resultados positivos.

En medio de estos conflictos, India y Australia suscribieron el 4 de junio una «Asociación Estratégica Integral», una «Visión compartida para la cooperación marítima en el Indo-Pacífico» y un «Acuerdo de apoyo logístico mutuo» para aumentar su «interoperabilidad militar».

Según la declaración conjunta, ambos países defenderán sus intereses comunes en la región Indo-Pacífico para «mantener rutas marítimas abiertas, seguras y eficientes para el transporte y la comunicación».

Las malas noticias para China no paran ahí. El 8 de junio Vietnam firmó un Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Europea y trabaja para dar un similar con el Reino Unido. En paralelo, Filipinas apoyó a Vietnam en sus entredichos con China sobre la soberanía en el Mar del Sur de China y «las compañías japonesas y coreanas han estado trabajando juntas para desarrollar soluciones 5G» capaces de competir con Huawei, según Asia Times.

La iniciativa anti china en la región Indo Pacífico corresponde en gran medida a la India, potenciada ahora por su alianza con Australia. Ambas tratan a China como rival estratégico, en idéntica postura que EEUU. India se ha visto «perturbada por la creciente presencia naval de China en el Océano Índico», lo que la ha llevado a cooperar ampliamente tanto con EEUU como con Japón, Australia, Vietnam, Indonesia y Filipinas, participando incluso en ejercicios navales en la región.

La dirigencia china no se engaña respecto al futuro inmediato. Un editorial de Global Times se pregunta: «¿Puede Estados Unidos realmente dejar de ser el policía del mundo? No hay evidencia suficiente en la historia o en la actualidad para indicar que Estados Unidos podría dejar de vigilar al mundo».

En el análisis de la política imperialista de EEUU, el órgano del Partido Comunista sostiene que dicha actitud «está determinada por la naturaleza hegemónica del país. Para mantener su hegemonía, Estados Unidos debe expandir su influencia en el extranjero». Y concluye que «es poco probable que EEUU abandone el estatus de policía de su mundo».

Una prueba de esa actitud la brinda Steve Bannon, ex jefe de estrategia de Donald Trump, en una extensa entrevista con David Goldman, de Asia Times. «El gobierno de China es un grupo de mafiosos. Pienso que el Partido Comunista Chino es completamente ilegítimo. Pienso que son un grupo de gángsters. Creo que lo que le han hecho al pueblo chino es horrible».

Sin duda el lenguaje de Bannon es brutal, pero refleja lo que piensan los dirigentes de Washington, tanto republicanos como demócratas, que buscan destruir a China para impedir que con su ascenso profundice el deterioro de la hegemonía estadounidense. En su reflexión, los horrores que sufre el pueblo chino comenzaron en 1949 con el triunfo del Partido Comunista, desestimando un siglo de agresiones e invasiones de Occidente y Japón.

Cuando se le pregunta a Bannon qué debe hacer EEUU frente a China, la respuesta es exactamente la que estamos viendo en Asia: «Deben ser confrontados en todos los niveles por todos los gobiernos: de Taiwán, Japón, Corea del Sur, India y Singapur hasta Vietnam».

Bannon, como Trump y el deep State de EEUU, creen que China «es el trabajo inacabado del siglo XX», que «Trump es el único presidente en la historia de Estados Unidos que se ha enfrentado al Partido Comunista Chino” y que este es el momento para «subir un poco» ese enfrentamiento. Peor aún, considera que «Hong Kong es Austria en 1938», cuando la invasión nazi convenció a Occidente de frenar a Alemania a cualquier precio.

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