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Estado Español – El asesinato de Salvador Puig Antich

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Pepe Gutiérrez-Álvarez, EstadoEspañol

NUESTROA SALVADOR.

Hoy se cumplen si no me equivoco 46 años del asesinado por parte de la dictadura franquista Salvador Puig Antich, militante anarquista en la honda del mayo del 68 (Barcelona, 1947-Ib.1974), fue el último que sufrió garrote vil en el Estado español junto con Heinz Chenz, un polaco que había matado a un policía en una reyerta en un bar de Tarragona y que fue «la torna”.

Salvador había sido el tercero de seis hermanos en una familia de clase media, estudió en La Salle Bonanova donde tuvo un altercado con un religioso que maltrataba a un compañero más débil.

Por su carácter generoso fue calificado como un amigo de «las causas perdidas». Comenzó a estudiar económicas, carrera que abandonó para dedicarse a la militancia revolucionaria. Al concluir el servicio militar entró en relación con algunos militantes anarquistas con los que forma el Movimiento Ibérico de Liberación (MIL) que nunca sobrepasó la docena de militantes. Con la intención de ayudar a los obreros en huelga el grupo cometió una serie de atracos a entidades bancarias hasta que Salvador extravió un bolso que atrajo la atención de la policía. En septiembre de 1973 fueron detenidos Oriol Solé y José Luis Pons Llobet que fue condenado a casi sesenta años de prisión.
Cuando el 25 de septiembre fue detenido Salvador tuvo un forcejeo con la policía a resultas del cual cayó un agente muerto; nunca se probó que el disparo fuera suyo y nunca se quiso ofrecer la prueba balística.

Cuando mataron a Carrero Blanco, Salvador intuyó que el régimen se vengaría en él. Así ocurrió: el dictador desoyó todas las peticiones de clemencia –desde la del Vaticano hasta la de Willy Brandt–, y personajes del régimen, luego consagrados «demócratas» como Pío Cabanillas, Martín Villa y Fraga Iribarne participaron en la decisión o como el último, la justificaron.

La oposición militante, hegemonizada por el PCE-PSUC, confió más en las peticiones de personalidades que en la movilización; solamente la extrema izquierda y las Juventudes Comunistas hicieron una gran manifestación en Barcelona.

Un testigo del momento de su muerte dirá: «Muy pocas veces una ciudad como esta se ha identificado tanto con un hecho». Hijo de mayo del 68, Salvador reunía en su ideario elementos tan diversos como la tradición guerrillera urbana anarquista, Cohn Bendit, Wilhem Reich, Guevara, etc.

El régimen (obviamente) lo presentó mediáticamente como un bandido y la izquierda tradicional como un terrorista, por eso su memoria ha sido recobrada un poco contra la corriente, en particular en un libro de éxito: La torna de la torna (Empúries, 1985), firmado por el colectivo Carlota Tolosa detrás del cual se reúne un grupo de periodistas en torno a Ramón Barnils, y más recientemente por otro best-seller escrito por Francesc Escribano, Compte enrera, La història de Salvador Puig Antich (Ed. 62, , 2001), sobre la que se prepara una adaptación para el cine en una película pensada para las nuevas generaciones y en la que se señala con el dedo a los cómplices del crimen de Estado, cómplices que siguieron y siguen caminando entre nosotros sin haber pagado una mera multa. Todavía queda mucho por hacer en la batalla por la memoria.

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