Muere el gran historiador y maestro de historiadores Josep Fontana
Se definía como “rojo y catalanista”. Considerado el historiador catalán con más proyección e influencia de los últimos 50 años, entendía que su oficio consistía en contribuir a explicar los problemas reales de la sociedad de hoy y de ayer con el objetivo de ayudar a resolverlos “trabajando para elaborar una conciencia colectiva”.
Josep Fontana, considerado el historiador catalán con más proyección e influencia de los últimos 50 años, entendía que su oficio consistía en contribuir a explicar los problemas reales de la sociedad de hoy y de ayer con el objetivo de ayudar a resolverlos “trabajando para elaborar una conciencia colectiva”.
Se definía como “rojo y catalanista“. La lucha clandestina lo llevó el año 1957 al PSUC, formación que consideraba la más eficaz para liquidar el franquismo y que al mismo tiempo conjugaba principios sociales y autodeterminación. El año 1980 abandonó el PSUC y en abril del 2017 dio apoyo a Catalunya en Comú, cerrando la lista de Ada Colau en las municipales.
Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Barcelona, fue alumno de Jaume Vicens Vives y de Ferran Soldevilla y estaba considerado como uno de los historiadores más prestigiosos del Estado Español, con obras de referencia como Por el bien del Imperio. Una historia del mundo desde 1945 o La quiebra de la monarquía absoluta (1814-1820).
Su última obra fue el monumental ensayo El siglo de la revolución (Crítica), donde planteaba que, aunque las propuestas de la Revolución Rusa acabaron siendo derrotadas, el siglo XX había sido “el siglo de la revolución, en la medida en que estas propuestas, en su doble papel de esperanzas para unos y de amenazas para otros, han marcado toda su historia”.
La secesión
El historiador no ha sido ajeno a los últimos acontecimientos que han tenido lugar en Catalunya. Como estudioso de las relaciones entre Catalunya y España durante el siglo XIX fue muy crítico con la política de prohibiciones del gobierno popular que a su parecer demostraban un desconocimiento de la realidad y el alcance del problema. Votó el referéndum del 1-O, aunque afirmaba que la secesión era, hoy por hoy, imposible. El referéndum, defendía, era la mejor manera de saber que pensaba la gente, el punto de partida “para empezar a encontrar vías de negociación“.
“No digo que esta sea una batalla entre buenos y malos, pero es una batalla en la cual posiblemente perderemos todos”, afirmó antes del 1-O. Fontana fue muy crítico con el PP a quien acusó de agitar a la opinión pública contra Catalunya, sabedor como era que la secesión era imposible. En este sentido era pesimista sobre una solución política a corto o largo a plazo. En este punto, el historiador consideraba prioritario recuperar “elementos de autogobierno, elementos de autoadministración,” ir paso a paso.
Gusto por la historia
Fontana descubrió el gusto por la historia al principio de los cincuenta a las clases clandestinas de los Estudios Universitarios Catalanes que Ferran Soldevila hacía en el comedor de su casa. Tenía 20 años. Después vino la universidad y allí encontró a Jaume Vicens Vives. De Soldevila aprendió que un documento una crónica eran testimonios humanos, explicaba en una entrevista en El Punt Avui; de Vicens Vives “que el trabajo del historiador no tiene sentido si no se hace pensando en servir al país”. De Pierre Vilar, otro de sus maestros, destacaba que era el responsable de lo que hoy entendemos como el curso de la historia de Catalunya, desde la baja edad media hasta a principios del siglo XIX.
Fontana ha sido considerado uno de los grandes renovadores de la historiografía de nuestro país. A su parecer, el estudio de la historiografía “es el equivalente del esfuerzo que un operario hace por conocer las herramientas con que tiene” que “trabajar”.
Fuente: Kaos en la Red