Vietnam celebra en estos días el 50 aniversario de la Ofensiva del Tet, una oleada de ataques de guerrilleros comunistas en el sur del país que conmocionó a la opinión pública estadounidense y terminó siendo decisiva para el desenlace de la guerra, a pesar de haber sido repelida por las tropas de Washington con cuantiosas pérdidas para el Norte.
En la noche del 30 al 31 de enero de 1968, una avanzada de 84.000 insurgentes del Frente Nacional de Liberación de Vietnam (Vietcong) y tropas del Ejército de Vietnam del Norte rompieron la tregua tácita del Año Nuevo Lunar y lanzaron una ofensiva sobre las seis principales ciudades de Vietnam del Sur, el sector apoyado por Estados Unidos.
La sorpresa fue tal que la guerra llegó a Saigón, capital del Sur y actual Ciudad de Ho Chi Minh, donde las imágenes del Vietcong asaltando la embajada de Estados Unidos o la ejecución a sangre fría de un insurgente a manos de un oficial survietnamitadieron la vuelta al mundo.
Pero luego de superado el pánico y el caos iniciales, las tropas estadounidenses y survietnamitas se organizaron, frenaron el asalto y contraatacaron provocando numerosas bajas a las fuerzas comunistas con base en el norte y capital en Hanoi.
La Ofensiva del Tet fue la más grande encarada por ambos bandos en la guerra hasta la fecha, y tuvo un profundo efecto en la opinión pública estadounidense, que recibía numerosos y variados reportes de las condiciones de combate.
De hecho la Guerra de Vietnam fue la primera en la historia que gozó con una amplia cobertura periodística por fuera de la censura de los ejércitos, lo que contribuyó a aumentar la impopularidad del conflicto.
La administración del presidente Lyndon B. Johnson no pudo demostrar al público que la Ofensiva se había saldado con una victoria estadounidense; que el objetivo norvietnamita de provocar una insurgencia general en el Sur había fracasado con graves pérdidas (se calcula que el Norte sufrió más de 45.000 muertos y 60.000 heridos).
Por el contrario se propagó la idea de que Vietnam del Norte era un enemigo notable capaz de montar grandes ofensivas, que los aliados en el Sur eran tanto o más brutales que los adversarios, y que el pueblo vietnamita estaba más cerca de Hanoi que de Saigón.
Estas circunstancias ahondaron en la impopularidad de un conflicto en un país lejano que el estadounidense promedio no podía ubicar en el mapa, y por el cual no entendía por qué tenía que morir.
Además, las consecuencias para los civiles norvietnamitas en las operaciones de bombardeo aéreo estratégico Rolling Thunder, Linebacker I y Linebacker II también llegaron a los noticieros estadounidenses.
A pesar de la resistencia de la opinión pública, organizada en protestas, y la desconfianza para con sus líderes, la intervención estadounidense en Vietnam continuaría por cinco años más.
Pero a partir de Tet y sus efectos los números de tropas se redujeron progresivamente hasta que en octubre de 1972 Estados Unidos y Vietnam del Norte firmaron un acuerdo de paz en París.
En ese momento la estrategia del presidente Richard Nixon, sucesor de Johnson, había mutado a la de sacar a sus fuerzas del conflicto y preparar y equipar a los survietnamitas para que ellos mismos se encargaran.
Fue un fracaso. En marzo de 1975 Vietnam del Norte lanzó una ofensiva con objetivos limitados en la zona de frontera con el Sur, y los defensores colapsaron mucho más rápido de lo esperado. En abril, y con la toma de Saigón y la evacuación de la embajada estadounidense, las fuerzas comunistas unificaron el país bajo su mando.
Era el fin para un largo y brutal conflicto que se había iniciado en 1955 cuando el Viet Minh, antecesor del Viet Cong liderado por Ho Chi Ming, «padre» del Vietnam moderno, se levantó contra las fuerzas coloniales francesas.