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1936: La promesa revolucionaria de España

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La clase trabajadora y el campesinado se levantaron contra la explotación capitalista, la pobreza y el fascismo

Tony Saunois, Socialism Today (número Julio – Agosto 2016)

Julio de 2016 marca el 80 aniversario de uno de las mayores luchas en la historia de la clase trabajadora internacional: la Guerra Civil y la Revolución Española. En ese momento despertó a la clase trabajadora internacional que se unió en millares a las Brigadas Internacionales para luchar contra las fuerzas fascistas del General Franco. La victoria de Hitler y de los nazis en Alemania en 1933 hizo más importante la amenaza de otra victoria fascista en España.

Las heridas dejadas por esta lucha permanecen abiertas en la sociedad española hasta el día de hoy, incluyendo el reconocimiento a los desaparecidos y ejecutados. La campaña para cambiar los nombres de calles en Madrid que conmemoran a fascistas muestra la profundidad de la herida.

León Trotsky, co-líder de la Revolución Rusa de 1917, señaló que en esta batalla épica, la heroica clase trabajadora española podría haber ganado no una, sino diez revoluciones. Desgraciadamente y a pesar de sus monumentales esfuerzos, la revolución fue derrotada y Franco llegó al poder para establecer un régimen brutal que perduró durante cuatro décadas. Se estima que 200.000 personas murieron durante la Guerra Civil y un número similar en los años siguientes.

Si la revolución hubiera triunfado hubiera cambiado el curso de la historia europea y mundial y podría haber evitado la horrible carnicería que supuso la II Guerra Mundial. Sin embargo, podemos aprender lecciones cruciales de esta sangrienta derrota para la nueva generación de la clase trabajadora y jóvenes en lucha contra la extrema derecha, el racismo y el capitalismo.

Elección del Frente Popular

En febrero de 1936 la coalición del Frente Popular llegó al poder después de las elecciones. Esto iba a desatar un movimiento revolucionario de la clase trabajadora y el campesinado pobre, y un levantamiento fascista desde el ejército que inició la sangrienta Guerra Civil. La victoria del Frente Popular había llegado después de años de gran agitación y luchas de la clase trabajadora de España. El rey Alfonso había abdicado tras la victoria en las elecciones de 1931 de partidos republicanos y socialistas. A esto le siguió una ola de huelgas y se implementaron una serie de reformas, pero el capitalismo no había sido derrocado. Las elecciones de 1933 dieron como resultado la vuelta de los monárquicos y la revocación de las anteriores reformas. En octubre de 1934 la Comuna Asturiana, un levantamiento revolucionario con los mineros en su epicentro, fue aplastada. Al menos 5.000 murieron y 30.000 fueron encarceladas. Ésta fue una precursora de los eventos revolucionarios que estallaron dos años después. Su derrota fue semejante a la de la Revolución Rusa de 1905, que fue un ensayo de la Revolución de 1917.

El Frente Popular era una coalición del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), el Partido Comunista de España y partidos republicanos considerados “progresistas” y “liberales”: Izquierda Republicana, Unión Republicana, Esquerra Republicana de Catalunya (rama catalana de Izquierda Republicana), otros partidos más pequeños catalanes y gallegos, y pronto se unieron también los nacionalistas vascos. Fue la coalición con estas fuerzas capitalistas supuestamente progresistas la que se demostró como una política fatídica.

La desastrosa teoría del ‘etapismo’ adoptada por Stalin y la Internacional Comunista en Moscú, que dictaba la política de los partidos comunistas alrededor del mundo, ahogaría a la clase trabajadora española en un baño de sangre. Ésta es aún aplicada hoy por el Partido Comunista y otros partidos de la izquierda. Fue justificada con el argumento de que era necesario desarrollar el capitalismo en países económicamente atrasados (como España en ese momento, donde más del 70% de la población trabajaba en la agricultura) antes de pasar a introducir el socialismo.

Por lo tanto, según la ‘etapismo’, era necesario ganarse a los capitalistas ‘progresistas’ y no provocarlos con medidas consideradas demasiado radicales. Además, una vez que las fuerzas fascistas españolas fueron movilizadas, argumentaron que la prioridad era derrotar a Franco, lo que significaba que se necesitaba conformar un bloque con estos capitalistas progresistas para evitar que se unieran al bando de Franco. La misma política fue aplicada décadas más tardes en Chile, bajo la coalición Unidad Popular de Allende (1970-1973), con consecuencias igualmente devastadoras para la clase trabajadora.

El ‘etapismo’ en la actualidad

La experiencia de la victoriosa Revolución Rusa en octubre de 1917 demostró que el capitalismo no podía desarrollase en países económicamente poco desarrollados donde existía mucho campesinado. La débil clase capitalista de estos países estaba completamente atada a los bancos y a la economía de los poderes imperialistas, y los capitalistas y latifundistas también estaban indisolublemente unidos. En esta situación, el desarrollo económico e industrial, junto con los derechos democráticos y laborales, y el derecho de auto-determinación, podían ser alcanzados solamente por la clase trabajadora, con el apoyo del campesinado pobre, introduciendo un plan socialista para la economía y para gestionar la sociedad democráticamente. Esto necesitaría vincularse con la clase trabajadora de las economías capitalistas más poderosas y la formación de una federación socialista de países.

Los que apoyan la versión moderna de esta teoría, incluyendo a algunos en la izquierda de Podemos, defienden una primera etapa para derrotar al ‘capitalismo neoliberal’. La idea utópica de establecer un capitalismo ‘más humano’ está detrás de esta posición. Se olvidan de que incluso terminar con la privatización y los recortes, aunque sería bienvenido, no terminaría por sí mismo con la pobreza y la explotación del capitalismo como sistema. Esto es especialmente cierto en la era actual de inestabilidad, y crisis o estancamiento económico mundial.

Las horribles condiciones que sufre la clase trabajadora y los pobres no terminarán simplemente cambiando un bloque de políticas capitalistas con otro mientras el sistema se quede intacto. La traición y capitulación a la austeridad de la Unión Europea por parte de Syriza en Grecia muestran en la práctica los resultados de estas políticas. Mientras que es crucial luchar por cada reforma y concesión posible para la clase trabajadora, si éstas no están unidas a la lucha para derrotar al capitalismo e introducir una alternativa socialista, no tendrán una base duradera.

La Revolución Española encierra lecciones muy importantes para los partidos emergentes de izquierda, como Podemos e Izquierda Unida en España, Die Linke en Alemania, y el Partido Socialismo e Liberdade (PSOL) en Brasil. La idea de unirse en el gobierno con los partidos que eran anteriormente partidos de masas de la clase trabajadora (como el PSOE, el SPD en Alemania o el Partido de los Trabajadores o PT en Brasil) es una vía potencial para el desastre. Éstos se han convertido completamente en partidos capitalistas y han implementado políticas pro-capitalistas cuando han estado en el gobierno. En lugar de empujar a estos partidos a la izquierda en las coaliciones de gobierno, los nuevos partidos serían prisioneros en coaliciones a nivel estatal o regional. Como muestran los eventos de hace 80 años en España, esto solamente lleva al desastre. También ilustra esto el colapso en Italia en 2008 de Rifondazione Comunista (PRC), que se había comprometido en numerosas coaliciones.

Ola revolucionaria

La victoria electoral del Frente Popular en España en 1936 actuó como un detonante para las masas que no esperaron a que el gobierno aprobara su programa en el parlamento. Por el contrario, ellas mismas tomaron las calles y lo implementaron en 48 horas. Echaron de las fábricas a los gerentes con vínculos conocidos o simpatías con los fascistas, introdujeron una semana laboral de 44 horas, ocuparon tierras y fábricas, readmitieron a trabajadores despedidos y criminalizados, y se liberaron a unos 30.000 prisioneros políticos.

Los capitalistas ‘liberales’ solamente querían volver a la Constitución de 1931 y tomaron medidas para protegerse económicamente, subiendo precios entra otras medidas. Esto provocó nuevas revueltas. La clase trabajadora mostró su determinación en 113 huelgas generales locales en los cinco meses siguientes a la elección del Frente Popular. Fue esta enorme ola revolucionaria la que aterrorizó a la clase dirigente, y no la elección del Frente Popular en sí.

Durante este periodo las fuerzas fascistas, la patronal y los latifundistas maquinaron y se prepararon. El 17 de julio empezó el levantamiento fascista con una rebelión militar en Marruecos, que había sido dejado en manos de mercenarios moros y legionarios. Los partidos capitalistas del Frente Popular realmente no representaban a la clase capitalista sino, como Trotsky señaló, a su ‘sombra’. Los capitalistas se fueron en bloque al bando de los fascistas para defender sus propios intereses. Pero la sombra del capitalismo español actuaría como un caballo de Troya dentro del Frente Popular. Mientras la clase dirigente hacía sus planes con los fascistas, el gobierno intentaba negociar con los conspiradores.

Sin embargo, las masas no lo duraron, con la clase trabajadora de Barcelona al frente. Inmediatamente comenzaron la lucha, entendiendo la amenaza que suponían los fascistas. Habían experimentado la masacre de la Comuna Asturiana en 1934 y los dos años de represión brutal que lo siguieron. Cientos de miles tomaron las calles, pidiendo armas para luchar contra los fascistas, pero el gobierno ignoró sus demandas. Si dependiera de las deliberaciones del gobierno del Frente Popular, seguramente éste hubiera capitulado al golpe militar.

Pero las masas no le permitieron ese lujo. El 19 de julio la clase trabajadora de Barcelona tomó la iniciativa y atacó los primeros cuarteles mientras los militares se preparaban para movilizarse. Armados con patas de sillas, dinamita tomada de obras, algunos rifles de caza y armas obtenidas de algunos policías simpatizantes, se enfrentaron a los militares. Lucharon como leones y apelaron a los soldados rasos para conseguir una victoria histórica. Felix Morrow relata en su excelente libro “Revolución y contra-revolución en España” que “al día siguiente, a las 2 pm, eran los dueños de Barcelona”. En días toda Catalunya estaba en manos de la clase trabajadora.

Esto tuvo un eco en Madrid donde el gobierno se había negado a armar a la clase trabajadora. En Málaga, un puerto crucial frente a Marruecos, los trabajadores tuvieron la genial idea de encender una muralla de fuego alrededor de los cuarteles para evitar que se fueran los militares. A medida que se extendía el movimiento, hasta cuatro quintas partes del territorio estaban de manera efectiva bajo control de la clase trabajadora y el campesinado. Los capitalistas ‘liberales’ habían perdido la iniciativa.

Batallas en la izquierda

Sin embargo, a pesar de la tremenda muestra de heroísmo e ingenio, la clase trabajadora fue bloqueada por la actuación y las políticas de sus partidos y líderes. La falta de un partido marxista de masas con un programa claro para organizar, consolidar y llevar las victorias de la revolución hacia adelante, enterrar definitivamente el capitalismo y establecer una democracia obrera, fue fatal.

El papel más pernicioso lo tuvieron los líderes estalinistas del Partido Comunista de España (PCE) que fue el que defendió de forma más abierta el etapismo. Se convirtió en la fuerza crucial para que la clase capitalista pudiera finalmente recuperar su posición, disolver las milicias obreras y hacer descarrilar la revolución. En el proceso, los estalinistas realizaron una represión brutal contra otras fuerzas de la izquierda que se les oponían como el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) establecido por antiguos trotskistas y parte del Frente Popular. Uno de sus líderes, Andrés Nin, fue torturado y ejecutado por el PCE y sus agentes. Otros muchos en la izquierda anti-estalinista se enfrentaron al mismo destino.

Estas acciones brutales estaban directamente vinculadas con la contra-revolución política que estaba dándose en la Unión Soviética. Incluso agentes o representantes del régimen de Stalin en España que habían sido influidos por la revolución fueron ejecutados cuando regresaron a casa. Este fue el caso de Vladimir Antonov-Ovseyenko, el embajador de Rusia en España. Éste había enviado informes a Moscú recomendando a Stalin apoyar las luchas revolucionarias que se estaban dando.

Inicialmente los estalinistas no habían tenido una gran fuerza en España. Conquistaron su posición mayormente debido a un error cometido por los simpatizantes de Trotsky en España (parte de la Oposición Internacional de Izquierda) cuando no aceptaron la oferta de la federación joven del PSOE en 1934 para ayudar a ‘bolchevizarla’, a pesar de que Trotsky les instó a que lo hicieran. Esto fue un factor que contribuyó a que los estalinistas tuvieran la oportunidad de integrarse y construir una base fuerte.

Por su parte, el PSOE estaba dividido en dos alas: el ala derecha liderada por Indalecio Prieto, y la izquierda por Largo Caballero. Caballero no comenzó su vida política en la izquierda. Había servido como consejero de estado durante la dictadura de Primo de Rivera de 19323-30. Sin embargo, su propia experiencia, en especial los efectos del movimiento revolucionario, lo movieron a la izquierda. En la actualidad podemos ver también desarrollos similares, influenciados por la lucha de las masas. Por ejemplo, en las primarias estadounidenses, Bernie Sanders se ha movido hacia la izquierda debido a los millones de personas atraídas por su campaña.

En España, reflejando las turbulencias revolucionarias, esto fue mucho más lejos. Caballero, anteriormente líder de la Unión General de Trabajadores o UGT, el sindicato vinculado con el PSOE, se le llegó a llamar el “Lenin de la Revolución Española”. Desgraciadamente él no fue capaz de llegar a las mismas conclusiones políticas que Lenin en Rusia y sus errores contribuyeron decisivamente a la derrota de la revolución en España. Sus frases y declaraciones marcadamente revolucionarias no se correspondían con acciones o hechos concretos.

Las divisiones en el PSOE entre las dos alas anteriormente a la revuelta fascista les estaban llevando a una escisión en el partido. Prieto consiguió forzar un retraso en el congreso del partido. La ejecutiva prohibió el periódico de Caballero, Claridad, y reorganizó los distritos controlados por éste. Entonces, cuando estallaron la revolución y la Guerra Civil, el ala de Caballero, aunque tenía la mayoría dentro del PSOE, permitió a Prieto tomar el control de la sede central del partido para mantener la ‘harmonía’. Después desistieron de tomar ningún otro paso para hacerse con el control del partido. Aquí hay lecciones para la Gran Bretaña de hoy y los intentos de Jeremy Corbyn de apaciguar a la derecha pro-Blair del Partido Laborista y no confrontarlos.

En la cumbre de su fervor revolucionario, Caballero criticó a Prieto, el estalinismo y los elementos burgueses del gobierno. Sin embargo, sin una alternativa o deseo claro de llevar la revolución a su fin, cada vez fue acercándose más a ellos hasta que encabezó el gobierno en septiembre de 1936. Durante su presidencia tomó medidas que había criticado previamente, como tomar pasos hacia la disolución de las milicias, y éstas fueron reemplazadas por una unidad militar separada bajo el control del gobierno (un intento de reconstruir la maquinaria del estado capitalista). Finalmente, el comité central de las milicias fue disuelto y su poder pasó a los ministros de defensa e interior. Después de haber sido útil a las fuerzas de la contrarrevolución, Caballero fue destituido en mayo de 1937.

Anarquistas y trabajadores revolucionarios

La coalición del Frente Popular fue un bloque decisivo para la clase trabajadora y tuvo consecuencias desastrosas. En Catalunya, la anarquista Confederación Nacional del Trabajo (CNT) tenía una base enorme entre las que se encontraban los trabajadores más revolucionarios. Pero la denuncia ideológica del anarquismo del estado en general incapacitó a los líderes anarquistas para distinguir la diferencia entre un estado obrero y un estado capitalista.

Esta confusión incluso dio como resultado la situación contradictoria por la que una organización anarquista (contraria a cualquier estado) entró en el gobierno liderado por Caballero en Madrid. La CNT también se unió al gobierno de Catalunya junto con otros partidos capitalistas. Sus líderes finalmente no consiguieron utilizar el poder e influencia de la CNT por miedo a provocar una ‘guerra civil dentro de la guerra civil’. Sin embargo, ésta ya se estaba produciendo ya que la contrarrevolución avanzaba, eliminando todas las conquistas de la clase trabajadora.

Esto llegó a un límite en Barcelona en mayo de 1937 cuando las fuerzas del gobierno intentaron tomar la central telefónica, un bastión de la CNT y la clase trabajadora revolucionaria, como provocación y desafío a su poder. Trabajadores de toda Barcelona se unieron contra el asalto y se levantaron barricadas en toda la ciudad desencadenando un nuevo aumento de la lucha. Éste fue un símbolo del poder dual que se estaba desarrollando en España. Éste surge en cada revolución cuando hay un equilibrio en el control sobre la sociedad y la clase dirigente es demasiado débil para controlar los acontecimientos. Estas situaciones no pueden durar indefinidamente: o bien la clase trabajadora establece su propio estado o bien la clase dirigente retoma el poder en sus manos.

El otro partido que podría haber ofrecido una salida a este bloqueo era el POUM. Su militancia había explotado de 1.000 a 30.000 miembros en solamente 6 semanas durante los eventos de 1936. Al final de ese año, había crecido aproximadamente hasta los 70.000. Su base estaba principalmente en Catalunya y había adoptado un rol revolucionario más combativo, pero también había cometido errores graves. Hubo un momento en el que se unió al gobierno de la Generalitat, antes de que fueran expulsados de él en diciembre de 1936. Esto desorientó a los trabajadores. En junio de 1937 el POUM fue ilegalizado por el gobierno central y sus líderes arrestados.

Al mismo tiempo, el POUM trató de apoyarse en los líderes de la CNT, teniendo discusiones secretas con ellos, en lugar de poner claramente sobre la mesa una política independiente. Por lo tanto, en vez de enviar sus milicias con las enormes bases de la CNT en Catalunya, trabajó con el sindicato mucho más pequeño UGT. Y en lugar de hacer propaganda por una política revolucionaria clara entre las bases de la milicia de la CNT formaron destacamentos separados.

Con un programa socialista audaz podría haber atraído a los trabajadores más revolucionarios entre los anarquistas de la CNT que se oponían a las políticas de sus líderes. En particular, el POUM podría haber ayudado a las fuerzas organizadas en el frente de Aragón alrededor de los Amigos de Durruti que estaban avanzando militarmente. Éstos luchaban como un ejército de liberación social en lugar de separar la lucha militar contra los fascistas de la revolución social. Si el POUM hubiera actuado de esa manera, podría haber emergido un genuino partido marxista revolucionario de masas.

Potencial de un estado de los trabajadores

Sin embargo, ¿es realmente posible que una fuerza de este tipo, basada principalmente en Catalunya, podría haber triunfado contra la marea de la Guerra Civil? La respuesta brevemente es sí, dada la escala del movimiento revolucionario, la movilización de masas y la radicalización. Si un partido como éste hubiera emergido podría haber tomado los pasos necesarios para que la clase trabajadora tomara el poder en Catalunya. Desde ahí, habría apelado a la clase trabajadora y se hubiera extendido rápidamente al resto del estado español como un ejemplo a seguir. Al no actuar de esta forma, sin embargo, el POUM perdió una oportunidad de oro, y esto abrió una vía para la victoria fascista.

Uno de los pasos necesarios para llevar la revolución hacia la victoria era la creación de comités de trabajadores. Éstos no se formaron durante la Revolución Española y fue una de sus debilidades cruciales. Ninguno de los partidos apoyó su formación o dio pasos para iniciarlos. Los comités de trabajadores (conocidos como ‘soviets’ en Rusia) que surgieron durante la Revolución Rusa estaban formados por delegados electos de los centros de trabajo, todos ellos sujetos a revocación. Cada partido participaba en estas elecciones y los soviets se convirtieron tanto en órganos de lucha como base potencial para un estado de los trabajadores cuando se vincularan en congresos regionales y estatales.

La izquierda del PSOE se oponía a la formación de los comités de trabajadores y argumentaban que el PSOE podría haber jugado este papel. También apoyaban una fusión con los estalinistas. En otras palabras, la tarea tendría que esperar hasta que una mayoría de los trabajadores hubieran decidido unirse al PSOE. En España, los comités estaban formados mayoritariamente por representantes de los diferentes partidos, en lugar de involucrar, representar y organizar a las masas comprometidas en el movimiento revolucionario. Las milicias estaban separadas y organizadas por partidos. En las milicias, los líderes del partido nombraban a los comandantes.

La Guerra Civil continuó hasta 1939 cuando Franco finalmente triunfó. La derrota en Barcelona en 1937 había sido un punto de inflexión. Desde entonces se convirtió en un conflicto militar mientras las masas estaban cada vez más desalentadas y derrotadas. Paradójicamente, la Guerra Civil terminó con una dictadura en ambas partes de España ya que el ‘republicano’ coronel Casado, junto con José Miaja, tomaron el poder de los republicanos ‘demócratas’ y abrieron negociaciones con Franco. Esto llevó al colapso de las áreas controladas por los republicanos y a que Franco se convirtiera en dictador de España.

La España de hoy en día es muy diferente de la de los años 1930, y las batallas en los años siguientes tomarán una forma diferente. Aun así, las lecciones de estas luchas de la clase trabajadora durante la revolución, y de los eventos de la Guerra Civil, tienen un valor incalculable para la clase trabajadora y jóvenes internacionalmente en su lucha contra el racismo, la extrema derecha y el capitalismo. Si estas lecciones son aprendidas los sacrificios hechos por esta heroica generación no habrán sido en vano.

Cronología

1931

Abril: la revolución establece la Segunda República. El Rey Alfonso marcha al exilio. Se introducen reformas.

Julio-Agosto: ola de huelgas. La huelga general en Sevilla es reprimida por el gobierno republicano.

1933

Noviembre: la derecha y los monárquicos ganan las elecciones generales.

1934

Octubre-Noviembre: la huelga general es derrotada. Franco aplasta la Comuna Asturiana.

1935

Agosto: La Internacional Comunista proclama la política del Frente Popular

Septiembre: fundación del POUM

1936

Febrero: el Frente Popular gana las elecciones, desencadenando un enorme movimiento revolucionario

Julio: el levantamiento fascista comienza en Marruecos y se extiende por España. Los trabajadores toman las armas cuando el gobierno de la Generalitat catalana rechaza distribuirlas.

Agosto: Pacto francés-británico de no intervención

Septiembre: Largo Caballero se convierte en presidente del gobierno con la condición de que el PCE se una a él. La CNT y el POUM se unen al gobierno de la Generalitat

Octubre: el gobierno elimina la independencia de las milicias. Comienza el asedio a Madrid.

Noviembre: los anarquistas se unen al gobierno central en Madrid

Diciembre: el POUM es expulsado del gobierno

1937

Abril: las fuerzas aéreas nazis alemanas y las fascistas italianas bombardean la ciudad vasca de Guernica

Mayo: el gobierno trata de tomar el edificio de la compañía telefónica, lo que lleva a un aumento de la lucha de los trabajadores. Negrín (a la derecha del PSOE) se convierte en presidente del gobierno

Junio: el POUM es ilegalizado y sus líderes arrestados

1938

Enero: comienza el bombardeo de Barcelona

Abril-Junio: las fuerzas de Franco cortan España por la mitad

Septiembre: última batalla de las brigadas internacionales

1939

Enero: Barcelona se rinde, seguida de Madrid y Valencia en marzo

Febrero: Francia y Gran Bretaña reconocen el régimen de Franco

Agosto: se firma el pacto Stalin-Hitler

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