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Estado Español – La multitudinaria manifestación en Barcelona recibe con pitos y abucheos a Rajoy y a Felipe VI

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¡Son vuestras guerras, son nuestros muertos!

En la tarde del sábado 26 de agosto, y a diez días del terrible atentado terrorista en las Ramblas de Barcelona y en Cambrils, medio millón de personas abarrotamos las calles de la ciudad para mostrar nuestro rechazo y condena al terrorismo yihadista y nuestra solidaridad con las víctimas. Pero esta manifestación no respondió a las expectativas del gobierno del PP, de la monarquía y de los medios de comunicación capitalistas. Cientos de miles de jóvenes y trabajadores revelaron con sus carteles hechos a mano, con sus gritos y con su indignación un mensaje mucho más profundo y rotundo que el que rezaba la pancarta de cabecera “No tinc por” (no tenemos miedo). Los abucheos a Rajoy, al rey y la denuncia de las guerras en Oriente Medio, de los millonarios contratos armamentísticos firmados por el gobierno del PP con regímenes como el de Arabia Saudí, y el papel que en todos estos asuntos juega Felipe VI, pusieron el tono a esta marcha masiva.

Distintos representantes del cuerpo de bomberos, médicos, comerciantes, taxistas y trabajadores sociales abrieron la manifestación ante las enormes ovaciones de los asistentes en reconocimiento y agradecimiento por su entrega y ayuda desinteresada y solidaria con las víctimas y todos los que necesitaron de su apoyo en los momentos posteriores al ataque. Un calor sincero y emocionante con quienes se jugaron su propia vida para ayudar a sus iguales, a gente corriente e inocente.

Esta vibrante acogida nada que ver tuvo con lo que sucedió cuando el Rey Felipe VI y el presidente Rajoy hicieron su aparición en la manifestación que les recibió con una gran pitada, abucheos, con gritos de ¡fora, fora! y con carteles y pancartas que denunciaban con claridad su hipocresía, la de quienes mercadean y trafican con la vida de personas inocentes para su propio beneficio. Fotos del Rey en sus reuniones con altos dirigentes de Arabia Saudí, pancartas gigantescas que llenaban todo el ancho de la calzada junto con otras más pequeñas, caseras, y cartelones hechos a mano: “Felipe qui vol la pau no trafica amb armes” (Felipe quien quiere la paz no trafica con armas), “Les seves guerres els nostres morts” (sus guerras nuestros muertos), “Imagina un país qui no vengui armes” (imagina un país que no venda armas), “Felipe VI i govern espanyol complices del comers d´armes” (Felipe VI y gobierno español cómplices del comercio de armas).

Por mucho que los grandes medios de comunicación se hayan empleado a fondo en los primeros momentos por ocultar lo que estaba sucediendo o al menos restarle importancia, y ya cuando esto no era posible denunciarlo como un “boicot” del independentismo a lo que se suponía era una manifestación “unitaria” contra el terrorismo, lo cierto es que la movilización de ayer en Barcelona demostró que los jóvenes y trabajadores en Catalunya están firmemente contra la violencia yihadista y el fanatismo, pero también saben perfectamente por qué hoy tenemos que enfrentar estos terribles asesinatos. Saben que todos los días en Oriente Medio, en Iraq, en Afganistán, en Siria, en Yemen… mueren asesinados niños, mujeres y hombres inocentes por guerras de rapiña que los gobiernos occidentales promueven. Saben que detrás de esas guerras hay intereses económicos de personas con nombres y apellidos, cuyas vidas no tienen nada que ver con las nuestras. Saben que es hipócrita condenar el terrorismo y pedir la paz mientras se venden armas a gobiernos como el saudí, que financian al Daesh. Saben que Rajoy y Felipe VI representan esto y por eso no les quieren en la manifestación.

El President de la Generalitat, Puigdemont, tuvo la oportunidad de pasar más desapercibido e incluso de poder aparecer como una cierta “oposición” a Rajoy y al Rey por la represión desatada desde las instituciones del estado contra el Procès y el referéndum del próximo 1 de Octubre. Cuando hizo uso de la palabra ante los medios lo hizo para referirse a la campaña que muchos medios y dirigentes del PP han hecho tras el atentado, utilizándolo como excusa para atacar el derecho a decidir de los catalanes. Desde luego que esta campaña ha sido completamente bochornosa y que el derecho a decidir del pueblo de Catalunya es legítimo, hay que defenderlo y  por supuesto no tiene nada que ver con el terrorismo yihadista. Pero por mucho que se esconda utilizando el sentimiento de millones de catalanes que defienden su derecho a decidir, Puigdemont no puede ocultar aquí su gran oportunismo e hipocresía: él y los suyos no tienen problemas con las guerras imperialistas, con la Europa del gran capital, con los negocios del Rey con Arabia Saudí, con los acuerdos firmados con el régimen de Erdogan para expulsar a los refugiados de la frontera europea, como tampoco los tiene con los recortes a la sanidad o a la educación de Rajoy, ni con la Ley Mordaza, ni con las redadas racistas, ni con los desahucios. El gobierno de la Generalitat aplica las mismas recetas, punto por punto, que el PP en el gobierno central, defienden el mismo sistema capitalista y las mismas recetas neoliberales que condena a la mayoría.

Vuestras guerras, nuestros muertos

La campaña mediática y política de los últimos días para evitar que esto pudiera verse en la manifestación de ayer ha sido intensa y lamentable. Recordaban muchos medios de comunicación que es la primera vez que Felipe VI va a una manifestación como monarca, pero que había estado en otra: la de repulsa a los atentados del 11M en Madrid en el año 2004. Efectivamente, todos nos acordamos de aquello y es imposible que no se nos venga a la cabeza en estos días. Fue toda una experiencia en muchos sentidos. La respuesta de cientos de miles de personas que sin miedo tomaron las calles para denunciar las guerras imperialistas, para luchar contra el terrorismo y para señalar a los responsables fue impresionante. Todo aquello respondió con rotundidad a quienes querían ocultar sus responsabilidades con llamamientos a la “unidad”, alegando que en momentos así hay que dejar banderas e ideologías a un lado. Exactamente igual que hemos escuchado estos días de boca de los dirigentes del PP o de Ciudadanos. Pero ya no engañan a nadie. No somos iguales. Unos pocos privilegiados hacen negocios, mientras otros, gente normal y corriente, trabajadora, entierran a sus hijos, hermanos, amigos.

La respuesta de los que llenaron las calles de Barcelona fue rotunda con respecto a otro de los aspectos que la derecha ha tratado de azuzar y explotar estos días: el racismo y la xenofobia. Las proclamas contra la islamofobia, contra el racismo y en apoyo a los refugiados también fueron una nota destacada de la movilización que culminaba así una semana en la que en Cambrils, Barcelona y toda Catalunya se han celebrado multitud de acciones de asociaciones y colectivos sociales, antirracistas y de musulmanes para condenar el ataque terrorista, que han sido arropados para miles de trabajadores y sus  familias.

Todas estas experiencias son sin duda una gran demostración del profundo rechazo generalizado a las políticas de derechas del PP, no sólo en su política exterior, sino en su esencia: atacar los derechos de la mayoría para que los de siempre se llenen los bolsillos, dividirnos a los que somos iguales con racismo, con españolismo franquista… y hacerlo a cualquier precio. Lo que sucedió ayer en Barcelona revela que este rechazo no es sólo hacia Rajoy y su gobierno sino hacia todos aquellos que defienden y representan este sistema social que no es más que barbarie para la mayoría.

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