Tras el golpe de Estado cívico militar de septiembre de 1973, y en medio de la brutal represión que siguió. La dirección del MIR decidió mantener el partido en la clandestinidad y en condiciones realmente difíciles organizar la resistencia. Su lema era “El MIR no se asila ni se rinde”.
Miles pagaron con la tortura, la prisión y el asesinato esta heroica decisión. Destruir el MIR temido por el régimen fue una prioridad de la DINA, la policía política terrorista de la dictadura.
El paradero de Miguel Enríquez, el principal líder del MIR quien vivía clandestino en Santiago en la calle Santa Fé finalmente fue descubierto el 5 de octubre de 1975, Miguel resultó herido tras un furioso combate. Su compañera Carmen Castillo quien estaba embarazada también había resultado herida tempranamente y él se negó abandonarla. Hoy sabemos que Miguel Enríquez fue capturado herido y rematado por sus cobardes asesinos. Para entonces tenía 33 años.
El valor mostrado por este joven líder revolucionario, su entrega total con la causa de la revolución socialista, con los pobres del campo y la ciudad, le han convertido en un símbolo de lucha para las nuevas generaciones que se levantan en Chile nuevamente en la lucha por la revolución social.
En medio de tanto tránsfuga y políticos corruptos, su ejemplo ético y determinación inspira a los socialistas revolucionarios.
