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Chile – 100 días del gobierno de Piñera

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Panorama político y perspectivas

 

Pablo Pulgar M. y Patricio Guzmán S.

Movimiento del Socialismo Allendista,  Socialismo Revolucionario – CIT en Chile.

En estos 100 días de administración política de Sebastián Piñera se ha ido generado una modificación en el diagrama y sistema de partidos, agrietándose con ello la lógica política de los consensos, tan enraizada en el país, formando una tensión en el llamado “reparto duopólico del poder”, desplegando una nueva reconfiguración de las fuerzas políticas a nivel nacional. En este período, podemos argüir, estamos en camino a un sistema de tres tercios donde el tradicional centro político del nuevo reordenamiento – la Nueva Mayoría, de marcado dominio socialdemócrata o más bien social liberal – tiende a la implosión y al agotamiento histórico, marcado esto en la fuga de militantes y contradicciones discursivas. En este contexto aparece el actual gobierno de Piñera como uno que viene a retomar la bandera de la gestión del modelo neoliberal imperante en el país. El diseño del gobierno se ha mostrado en estos primeros 100 días como un gestor de Estado, un gobierno protocolar y administrativo, que sin embargo no ha tenido el músculo político de implantar una agenda política propia.

El segundo gobierno de Bachelet (Nueva Mayoría) apostó por la vía reformista que tantos réditos políticos le dio en su primer gobierno, pero que no logró comunicar con las necesidades de la clase trabajadora, movimientos estudiantiles o sociales provocando el colapso de su coalición, traduciéndose en una histórica impotencia política del discurso transicional. En este contexto, la derecha en el poder, con un gobierno que hasta ahora se  ha caracterizado por errores no forzados y sequía legislativa da cuenta de sus primeras contradicciones en el intento de administrar el modelo, lo que ha generado reveses provenientes desde su propia coalición. La conflictividad social no ha podido, esta vez, ser codificada ni controlada por parte del poder ejecutivo presentando diferentes estadios de una crisis política, tanto de representatividad como de legitimidad.

La prescripción orgánica de la reproducción duopólica del poder, ha generado una guerra fratricida dentro de la centro-izquierda transicional, quienes bajo una coalición se arrogaban el discurso de recomposición del Estado post-dictatorial. Hoy el proceso de descomposición político de esta tendencia, intenta ser corregido desde el centro por una nueva coalición que se debate entre el liberalismo y la política de izquierda: El Frente Amplio.

En este panorama, el movimiento social ha despertado del letargo post-electoral dentro del cual, el movimiento feminista ha logrado canalizar, concretizar y formar directrices políticas de resistencia de estudiantes universitarios, escolares, trabajadores sindicalizados, pobladores e incluso en el debate social general, a partir de las banderas del fin de la violencia contra las mujeres, los abusos, el acoso, y la educación sexista.  La batalla por el aborto libre legal, gratuito y seguro se avizora como una reivindicación que dará permanencia y centralidad al movimiento en los próximos años. Para las socialistas revolucionarias es crucial sacar al movimiento de los límites de las reivindicaciones democráticas, sin duda justas, en las aulas y campus universitarios, y organizar a las mujeres de las familias trabajadoras doblemente explotadas y discriminadas, por la doble jornada y las obligaciones de cuidado no remunerados, salarios inferiores y menores oportunidades laborales a funciones de responsabilidad, y por la odiosa discriminación de género en el sistema de AFPs.

Por otro año, este 2018 el movimiento de trabajadores No+AFP contra el sistema neoliberal privatizado de ahorro obligatorio para las jubilaciones, que otorga pensiones progresivamente menores y en todo caso claramente insuficientes, ha sido crucial para la masificación de trabajo cooperativo a través de instrumentos de democracia directa e incidencia política-orgánica como el Frente Sindical y los cabildos en pos de la promoción de la Iniciativa Popular de Ley.  En torno a esta iniciativa será posible organizar y educar a una franja importante de trabajadores y jóvenes.

De especial importancia es también la resistencia del pueblo Mapuche a la violencia del Estado chileno, la cual ha puesto en jaque tanto a un poder judicial rastrero, como a los montajes de las fuerzas de orden evidenciando la persecución política reiterada.

Es este contexto donde la construcción de un partido de los trabajadores se hace menester a fin de canalizar la crisis post-transicional manifestada en el descontento social tanto de trabajadores, feministas, pueblos originarios y estudiantes. Es en esa dinámica donde como Socialismo Revolucionario, Movimiento del Socialismo Allendista, identificamos las estrategias que nos permitan incidir de manera efectiva y eficaz en los diversos espacios creados al calor de la lucha política. El desafío hoy en día es incidir en los proyectos estratégicos desde la izquierda anticapitalista, antineoliberal y socialista. Es por ello que en el actual escenario nuestro principal desafío se centra en la coalición de izquierda MDP, la cual nos dota de una plataforma visible desde donde proyectar cambios estructurales del modelo.

No obstante, ante lo avanzado que se encuentra el modelo neoliberal, en el cual el asistencialismo, la manía con las tasas de crecimiento y la pulverización del Estado y lo social a manos de los privados, cualquier atisbo de proyecto refundacional tiene como prioridad la vehiculización del malestar social. Mientras, por un lado, la ex-Nueva Mayoría se debate en el dilema de si rearticula una segunda transición correctora del modelo, o bien, opta por densificar su propio programa socialdemócrata-neoliberal de carácter distributivo manteniendo la arquitectura del modelo; por otro, esta nueva oposición que nace al calor de los movimientos sociales debe optar a la territorialización del discurso anti-neoliberal, a fin de propagar la organización social y territorial abandonada por tanto tiempo, en medio dela autoproclamación sectaria y un mar de desacuerdos programáticos, de miles de pequeños grupos más o menos ineficientes.

El desafío se decidirá en este 2018 en la capacidad de organización de masas descontentas; en la capacidad de levantar cabildos a lo largo del país; en la capacidad de apoyo mutuo en luchas tan transcendentales como la feminista; en la capacidad de análisis e incidencia política y en la capacidad de transformar el agobio en manifestación social. La precarización que comporta el sistema de pensiones ha desencadenado la articulación del Movimiento NO+AFP, el cual representa el motor político más transversal de los últimos años. Tarea nuestra es el arrebatarle al sistema financiero su mayor presea en períodos de dictadura, el sistema de pensiones, y conquistar la Seguridad Social.

Sin olvidar también tópicos y luchas  políticas esenciales en la construcción de una organización robusta como lo son el antirracismo, políticas eco-socialistas, medioambiente, previsión, salud, educación, derechos sociales universales garantizados, nueva política de inmigración, etc.

El Frente Amplio

Primero que nada hay que decir que el FA es extremadamente heterogéneo. El Frente Amplio tuvo un gran éxito electoral porque con su centrismo izquierdizante da cuenta del grado limitado de radicalización en curso en sectores de la sociedad chilena.

El grueso de los dirigentes del FA se declaran anti neoliberales, y algunos de los grupos que componen el Frente incluso anti-capitalistas. Sin embargo, en temas como las votaciones sobre los TLC la mayoría de sus parlamentarios han tenido una conducta defraudante. Por ejemplo, en el caso del más importante de todos los TLC que se han votado este año en el Congreso, el  de la ampliación del acuerdo con Canadá, que impacta fuertemente sobre la posibilidad de renacionalizar el cobre porque la mayoría de las inversiones extranjeras en gran minería son de multinacionales basadas en ese país, la mayoría de los diputados del FA, al igual que los diputados del PC, votaron a favor, contrariando el programa de gobierno que habían levantado y que proponía la moratoria de nuevos tratados.

Movimiento Democrático Popular

A pesar de las constantes maniobras para dejarla fuera del FA la izquierda consiguió meterse en la coalición “por la ventana”. Especialmente alrededor de la candidatura para las presidenciales de Alberto Mayol. En las elecciones primarias para designar el candidato presidencial, Alberto Mayol sacó más de 100 mil votos contra más de 200 mil de Beatriz Sánchez respaldada por la mayoría del FA. Fue sobre la base de esta campaña de elecciones primarias que se reunieron los elementos para comenzar la conformación del MDP, como Polo de Izquierda del FA, un proceso que todavía está lejos de acabar, y que debería culminar con la legalización del MDP.

El renacido movimiento obrero y popular, hasta ahora se ha expresado en las movilizaciones y en el programa de la Coordinadora NO + AFP, que fue integrado en el programa del FA. La alta y poco esperada votación de Beatriz Sánchez que estuvo a punto de superar a Alejandro Guillier, al candidato de la Nueva Mayoría, se debe en gran parte al apoyo que dieron al movimiento NO + AFP.

Que es el Frente Amplio y que representa

El Frente Amplio es el resultado de la lucha que dio el movimiento estudiantil especialmente desde el año 2011, que puso a millones de personas en las calles, no solo a los estudiantes universitarios y secundarios.

El Frente Amplio se convirtió en la tercera fuerza política, sin embargo entre algunos aciertos y muchas vacilaciones frente al gobierno de Piñera aún no consolida un perfil como la principal fuerza opositora, movilizadora y creíble como alternativa de gobierno.

Al interior del Frente Amplio conviven varias almas, el Partido Liberal y los Ecologista Verdes claramente están mas a la derecha de todos los partidos y movimientos de este conglomerado, y RD por ahora la principal fuerza, es más conservador que otros movimientos que también provienen de la lucha estudiantil.

Las perspectivas económicas

Sebastián Piñera y Chile Vamos llegó al gobierno levantando expectativas de su capacidad de gestión económica, especialmente la promesa de crear empleo y su renovada promesa de combatir la delincuencia, asociándola contra la evidencia de las estadísticas a la masiva llegada de inmigrantes, para repetir los éxitos que han cosechado con el discurso xenófobo Donald Trump, y la extrema derecha europea.

Apenas instalada en el gobierno, la administración Piñera, sabiendo que no tenía posibilidad de cumplir las expectativas alimentadas durante la campaña presidencial hizo esfuerzos por rebajarlas.

La situación económica está complicada, la percepción sobre el empleo se complica para el gobierno, si en el 2017 aumentó la precariedad laboral y disminuyó el empleo asalariado en el sector privado en 35.000 puestos de trabajo, la tendencia no parece revertirse, en estos días las noticias han dado cuenta de dos cierres de empresas con impacto. Cerró la fábrica de contenedores Maersk en San Antonio con el despido de 2019 trabajadores, quebró la constructora CIAL de La Araucanía con otros 1200 trabajadores sin empleo, no son los únicos.

A nivel global la guerra comercial entre Estados Unidos de una parte y China de otra, pero también la Unión Europea, Canadá y México amenazan los flujos de comercio y a la economía mundial, en lo que atañe a la economía Chilena el precio del cobre ha comenzado a deteriorarse.

Varias informaciones dan cuenta de la situación difícil de las familias trabajadoras chilenas, entre ellas que en promedio el 73% de los ingresos de las familias se destinan al pago de deudas, en estos días el 15.8% de los hogares tiene créditos con prestamistas informales, conocidos como “tiburones”.  Los sueldos en Chile son muy bajos, la mitad de los chilenos gana menos de $350.000 pesos y las pensiones francamente miserables. Todo apunta a que mientras se mantenga el sistema de AFP estas serán peores en el futuro. Hay 872.883 personas en el segmento de afiliados entre 55 y 60 años, cercanos a la edad de jubilación, de ellos 652.353, el 85%, tiene 20 millones o menos acumulados, solamente 38.310 afiliados, el 4%,  tienen más de 100 millones acumulados en su cuenta. Recordemos que 20 millones acumulados arrojan como resultado una pensión de cerca de cien mil pesos o incluso menos.  Bastan estos datos para explicarnos el malestar social.

Construyamos un Partido de las y los Trabajadores

Es necesaria una nueva representación y organización política social de la clase trabajadora, y otros sectores populares, capaz de disputar el poder, el gobierno y el congreso a las élites. Una nueva fuerza con vocación convocante y unitaria que desde las demandas más sentidas por el pueblo, en el respecto de su diversidad, sea capaz de jugar el papel central en un frente contra el  capitalismo salvaje en Chile, un partido realmente amplio, sobre la base de la solidaridad, la justicia social y la propiedad social.

Ahora se reúnen las condiciones para superar la fragmentación extrema de la izquierda chilena, en miles de grupitos y colectivos político–sociales. Un proceso de unidad para construir una fuerza, con respeto a la diversidad, con formas federativas y con mecanismos transparentes y democráticos de decisión. Un partido al servicio del cambio social, con estrategias de movilización, programas y liderazgos honrados.

La conclusión para nosotros es clara, es hora que Construyamos una fuerza de Trabajadores, nuestra propia representación político social, con una perspectiva socialista honesta y genuina.

Un partido de las y los trabajadores que haga sentir nuestra fuerza organizada como pueblo trabajador por nuestros propios anhelos e intereses. Para que nunca más volvamos a poner la lucha y los sacrificios, para dejar luego el poder ingenuamente en manos de otros.

Nota: Para más análisis y perspectivas a nivel nacional como internacional, visita nuestra página  http://socialismorevolucionario.cl/

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