Arturo Alejandro Muñoz
Se nos fue Pablito Milanés…se llevó a Yolanda…y según mis neuronas y mi corazón se llevó también a una parte de esa Cuba que vengo amando desde las victorias en Sierra Maestra, en Santa Clara y en Bahía Cochinos.
No fue de dulce solamente tu vida Pablo. Hubiste de aprender lo que reamente tiene de excelente el socialismo y la solidaridad internacional, tan de Fidel, tan del ‘Ché’, tan de Camilo… lo aprendiste haciéndolo piel, y a través de la música lo enseñaste después a millones, como a mí.
Al tiempo que escribo estas líneas los parlantes de mi computadora dejan escapar los sones de esa melancólica canción tuya -‘Yolanda’- , compuesta por ti y cantada a dúo con Silvio Rodríguez.
Nunca he estado en Cuba, y los acordes de esa melodía me transportan –imaginariamente por cierto- al malecón habanero cuando el sol cae sobre occidente y la sugerente necesidad de charlar señala el camino hacia la Bodeguita del Medio para encontrarme –oh, maravilla- con el recuerdo vivo de Hemingway.
Ya te has ido, Pablo… Fidel no estará más discurseando en la Plaza de la Revolución frente a miles de cubanos agitando banderas. Es historia. Como historia son Camilo y el Ché. Lo triste –para mí- es que crecí junto a ustedes y a la Revolución. Cuántas veces hablé en su defensa en decenas de foros universitarios durante mi agitada época de estudiante, alentado por el convencimiento de poder conocerla personalmente una vez que me titulase. Pero, Pinochet dijo y dispuso cosas diferentes.
Pero tu voz cadenciosa, tus creaciones musicales, tus melodías, tu lealtad a la revolución y tu amor sin ataduras al latinoamericanismo, querido Pablo, me acompañarán hasta más allá de la ribera de aquel ignoto río donde Caronte, el barquero, habrá de transportarme…y llegaré a esa otra orilla cantando una de tus melodías. Cuenta con ello, hermano del alma.
Así será…¡¡hasta la victoria siempre!! ¡¡Patria o muerte!! ¡¡VENCEREMOS!!