SPUTNIK
Carolina Trejo
Desde Chile
Era un lunes cuando Mauricio Jara recibió el impacto de una bomba lacrimógena en pleno rostro. Fue disparada por la Policía durante las primeras semanas del histórico estallido social de 2019 en Chile. Después del coma y dos cirugías para reconstruir su cráneo con titanio, salió del hospital con un 50% menos de audición, sin dinero y sin justicia.
«Tuve pérdida de un porcentaje del oído izquierdo, cerca del 40%, casi el 50% de la audición. Se me formó un coágulo en el oído interno, que es el equilibrio, estuve cerca de tres, cuatro meses con pérdida de equilibrio. Estuve cerca de tres meses con alguien al lado asistiéndome para que no me cayera», relata Mauricio en conversación con Sputnik.
El 4 de noviembre del año 2019 le cambió la vida del joven operador de grúas Mauricio Jara, quien inició con total normalidad ese día. Salió temprano en su casa ubicada en la popular comuna de Cerro Navia, en Santiago, con rumbo a su trabajo en Maipú. Tenía que cumplir el turno de mañana en la empresa donde se desempeñaba.
«Fui a mi trabajo normalmente a cumplir mi horario de trabajo, fui, lo realicé normalmente, no hubo ningún problema, nada. Termino de cumplir ese día y llegando el horario de salida, que eran cerca de las cuatro, me llama mi hermana y me dice: ‘Estoy en la Plaza Italia, ¿me puedes traer la mercadería que se me quedó en tu auto?’. Ya, bueno», recuerda Mauricio Jara en conversación con Sputnik.
A las 16:00 horas y tras finalizar el turno se dirigió en su auto al sector de la rebautizada Plaza Dignidad, epicentro de las movilizaciones sociales iniciadas el 18 de octubre en el país sudamericano, donde estaba su hermana Marcela vendiendo aguas y bebidas a quienes llegaban a manifestarse en contra el Gobierno de Sebastián Piñera y el modelo neoliberal imperante desde la dictadura de Pinochet (1973-1990).
«Bueno, mi impresión era que la gente ya se había aburrido. Era por eso que la gente empezó a hacer disturbios, a hacer saqueos, a protestar masivamente», comenta.Una vez en la plaza y donde había una multitud de personas, Mauricio bajó la mercadería y se puso a vender junto a Marcela las bebidas que le quedaban. «Me pasa el carrito que tenía extra y le ayudo a vender».
«Cuando ya terminamos de vender casi todo eran justo las 18:30 y pasan, no sé, aproximadamente 15 a 20 minutos más o menos y empiezan a gritar: ¡Vienen los pacos! [Policía] y empiezan a arrancar todos en estampida hacia el sector de Providencia», detalla.
Mauricio recuerda que le costó salir del lugar debido a que andaba con el carrito, e intentó subirlo a vereda.
«Cuando voy subiéndolo a la banqueta, de repente justo me doy vuelta y empiezo a divisar algo humeante que me llega directo a mí, y no sé habré cerrado los ojos justo y me llega a la cabeza, y caigo a tierra y ahí no sentí el dolor, no sentí el impacto, nada. Y ahí me borré. Desperté en el hospital, ocho días después».
Marcela, en un testimonio entregado al proyecto AMA, describe a su hermano como una persona imparcial: «Nunca le interesó la política. Nunca fue a una marcha». Pero cuando iba a buscarla a la Plaza Dignidad, detalla la vendedora, «se quedaba parado mirando, le llamaba la atención el abuso de la Policía. Los atropellos a personas, los heridos con balines, las golpizas».
El trabajador no olvida que su hermana le contó que ese día «los pacos estaban tirando las bombas lacrimógenas al cuerpo, ni siquiera como dice el protocolo, que se supone es un arco para que caigan desde el cielo al grupo. No, las estaban tirando directo al cuerpo».
¿Fue un intento de homicidio?
Mauricio Jara hospitalizado© Foto : Gentileza Mauricio Jara
Tras el ataque el trabajador fue auxiliado por otros manifestantes y brigadistas sanitarios ubicados en torno a la plaza. «Los brigadistas que andaban ahí, de los derechos humanos y los de la Cruz Roja. Me llevaron directamente al edificio Telefónica, ahí me prestaron los primeros auxilios, me mantuvieron con señales de vida, todo», detalla Jara.
Estuvo cerca de una hora en ese lugar antes de ser trasladado en una camioneta a la Posta (Hospital de Urgencia Asistencia Pública) «porque la ambulancia nunca llegó, por el tema de que tanta represión de los carabineros y la lucha ahí».
Al igual que otros casos de heridos graves en las manifestaciones, la Policía no los auxilió como es su mandato, no gestionó ni facilitó la llegada de una ambulancia para el trasladado a un servicio de urgencia, ni se interiorizó del estado de salud de Mauricio.
«Nunca me prestó ayuda. Hasta el día de hoy nunca se han acercado para saber algo sobre mí, nada. Desde ese día», acusa.
Para el joven trabajador, la acción de Carabineros fue totalmente intencional, inclusive los médicos que lo atendieron le señalaron que, por el daño causado en su frente, la bomba debió haber sido disparada directo al cuerpo y a pocos metros.
«Mi pensamiento fue que fue un intento de homicidio porque la bomba que me llegó a mí fue directamente disparada a la cabeza. Porque si hubiese sido disparada como dice el protocolo me hubiese llegado por la parte de arriba, me hubiese dejado un chichón o me hubiera roto sangrando, pero lamentablemente me llegó directamente a la frente».
Según el último reporte general de datos realizado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), hasta el 13 de octubre de 2020, 3.838 personas fueron heridas en Chile por agentes del Estado, y constatadas en recintos de salud. De estas mismas víctimas, 298 fueron heridas con impactos de lacrimógenas en distintas partes del cuerpo.
A pesar que el Gobierno ha facilitado algún apoyo a ciertas víctimas de la violencia policial, por medio del Programa Integral de Reparación Ocular, esta ayuda solo ha llegado a personas con lesiones a la vista, no a quienes sufrieron lesiones en otras partes del cuerpo, como el caso de Mauricio Jara.
Reparación y solidaridad
Mauricio Jara, afuera de su casa en Cerro Navia© Sputnik / Carolina Trejo
Para el renombrado abogado de derechos humanos Nelson Caucoto, la ayuda brindada por el Estado a las víctimas de trauma ocular ha sido porque «es lo más visible y lo más llamativo. Esto es algo inédito, no se había visto ni en la dictadura de Pinochet, ni en las guerras. Pero sin duda, estas políticas de reparación debiesen ser para todas las víctimas», declaró a la prensa.
Todos los costos médicos y de rehabilitación han sido financiados por el propio Mauricio Jara, sumado a la solidaridad de compañeros de trabajo y mucha gente que ha querido apoyarlo, además de su familia.
«Tuvimos que hacer, porque mi hermana me ayudó, una rifa. Y de esa rifa igual juntamos mucha plata. Aparte que me hicieron muchas donaciones, eso lo agradezco mucho, mucho», confiesa.
Entre el trauma y la falta de justicia
© Sputnik / Carolina TrejoPara Mauricio Jara la experiencia vivida a partir de noviembre de 2019 ha sido muy fuerte, principalmente tener que vivir un año con una perforación en su frente.
«Porque no podía hacer nada tranquilo, nada cotidiano, porque el doctor no me daba el alta, porque me dijo que en caso de que me llegase a caer alguna piedra, un roce, un corte, este sector era solamente la piel y pasaba directamente al cerebro, y ahí me podía morir. Me dejó muy traumatizado eso».
Pese a lo grave de su caso y a conocerse la hora y el lugar donde operaron los efectivos de Carabineros ese día, aún no se ha identificado al policía responsable del disparo contra Mauricio.
«Hasta el día de hoy no se ha encontrado ningún culpable del listado de la investigación. Todos los carabineros que andaban ese día, lunes 4, no se han pronunciado, ninguno que diga fue él, y vamos a seguir investigando, hasta el momento no hay ningún culpable».
Para el operador de grúa la responsabilidad no cae solo en el policía que disparó ni en la patrulla a cargo, sino también en los superiores jerárquicos. «Por ejemplo, el mismo general de Carabineros, el Mario Rozas, que estaba esa vez a cargo, y el ministro del Interior que se hagan cargo, porque ellos son la cabeza de la instituciones y de la represión que hubo en ese instante, a partir del 18 de octubre en adelante. Que se hagan cargo, que tengan las sanciones que corresponde, porque lamentablemente somos muchos los que sufrimos por eso».
Para Mauricio Jara tiene que haber justicia: «Por lo bajo tendrían que encontrar a la persona que lanzó esa bomba, y que al menos me paguen las cuentas que tuve que pagar en el hospital y en la clínica. Ojalá que haya justicia y que encuentren luego al culpable», concluye.