Arturo Alejandro Muñoz
¿Por qué lloras? Me lo pregunta mi amiga María Rita, y sigo llorando. La música aún no termina, las estrofas de ese bellísimo tango continúan desperdigándose… y yo lloro suavemente, desconsoladamente, por una época bella que falleció, que dejó aleluyas en mi alma y añañucas en mi corazón.
Siento que en ese tema de Astor Piazzolla está condensada el alma de Latinoamérica. Los argentinos deberían saberlo… pero, ¿qué van a saber si hoy día su preocupación principal está constreñida a un balón de fútbol y a un campo de juego al interior de aquellos bellos estadios bonaerenses?
El desparpajo de los viejos autores y cantantes rioplatenses, con Carlitos Gardel a la cabeza, marcaron huella en todos y cada uno de nuestros países de habla hispana, desde México hasta el Cabo de Hornos.
A ‘sudacas’ viejos (como quien escribe estas líneas) aquel inmortal tango, “Balada para un loco”, les resume la historia personal de millones de nuestros hermanos en este inigualable continente. Si aquí no sabes o no eres capaz ni puedes vivir “piantao”, simplemente no perteneces al enjundioso caleidoscópio de esta atrapante América morena.
Si, lo sé… en esta maravillosa parte del planeta tenemos boleros, chachachá, salsa, rumba, mambo, bachata, samba, cueca, valses, correteados, corridos, chacareras, etcétera… pero, si algo nos une e identifica ante el mundo distante, es el tango, y ya que de tangos hablamos, Piazzolla marca pauta y Gardel dibuja Historia.
Es que en ‘Balada para un loco’ se resume el alma latinoamericana. Allí encontramos -claro que sí- las letras aromáticas de Rubén Darío, los amores de Neruda, las penurias de la Mistral, los fantasmas bailadores de Jorge Amado, las dudas de Vargas Llosa, el realismo mágico de García Márquez, las historias de Isabel Allende, la franqueza brutal de Carlos Fuentes, las entelequias de Borges y las maquinaciones de Cortázar. En ese tema de Piazzolla está nuestra América.
Creo que en el más allá, Gardel también lo aplaude y llora calladamente porque entiende cada una de sus palabras, de sus sonidos, de sus intenciones y de sus representaciones. Que hay otros tangos hermosos, ni dudarlo, pero este marca pauta.
Si luego de leer estas líneas usted se anima e interesa en escuchar una vez más ‘Balada para un loco’, del inmortal Astor Piazzolla (que ya no es sólo argentino, pues alcanzó nacionalidad latinoamericana total) permítame recomendarle que opte por la interpretación del ’Polaco’ Goyeneche. No hay mejor voz para representarnos a todos los latinoamericanos, en espacial a los andinos y rioplatenses’.
Y si usted, amable lector, es habitante del hermosísimo cono sur continental, va a llorar igual que yo he llorado.
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