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«Sobre el suicidio», de Karl Marx

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Por Nicolás González Varela / Salvador López Arnal
Entrevista con Nicolás González Varela en torno a la publicación de este nuevo texto, desconocido o casi desconocido, de Karl Marx

 “Es probable que la temática social del suicidio bajo el capitalismo pueda haber estado influenciada por las vivencias de Marx en su exilio»

Profesor, filósofo, trabajador incansable, activista, autor de un libro imprescindible –Nietzsche contra la democracia– y un número ilimitado de artículos deslumbrantes, Nicolás González Varela es el editor -traductor, anotador y presentador- del Cuaderno Spinoza de Marx (‘El Viejo Topo’, Barcelona, 2012) y uno de los marxistas de mayor erudición y proyección internacional. Su último trabajo es la edición de un texto del joven Marx.

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De nuevo tengo que felicitarte por la excelente edición de este nuevo texto, desconocido o casi desconocido, de Karl Marx “Sobre el suicidio”. Nunca se había traducido al castellano hasta ahora si no ando errado. ¿Por qué? Es algo extraño, ¿no?

Sí, efectivamente, no existía una edición en español hasta ahora. Como la mayoría de los escritos del Marx desconocido, permaneció en el olvido en su Nachlass, hasta que el sabio y malogrado editor David Riazanov lo rescató completo, aunque con escasas notas, en la que puede considerarse la primera edición crítica en la Historia de Marx y Engels que se editó en la URSS en 1932. Hubo que esperar al fin de la Segunda Guerra Mundial para que este texto volviera de nuevo a la luz pública en el nuevo proyecto editorial de obras completas, la Marx-Engels Gesamtausgabe (MEGA) 2, el tomo correspondiente en el que tenía que aparecer no llegó a ser publicado al desaparecer la URSS y la RDA, naciones que financiaban la obra; está anunciada a publicarse con un aparato crítico en la renacida y renovada Marx-Engels Gesamtausgabe (MEGA) 2, un ambicioso proyecto multinacional. El texto tuvo ediciones menores en revistas de la izquierda europea, muchas ligadas al Bordiguismo, y en formato libro existen en inglés, francés y portugués. Nos hemos enterado de una edición en español, junto a otros textos de Marx de diferentes épocas, editada en Argentina casi simultáneamente a la nuestra, que no hemos podido consultar.

Creo que la temática del suicidio –incluso entre las clases dominantes pero en especial centrado en la figura de la mujer– nos muestra a un Marx un poco incómodo (comunista “filosófico” y en plena lucha interna con corrientes de la misma izquierda), por lo que se habría condenado el texto al olvido. Es un texto eminentemente de intervención política y que ya vislumbra el método de investigación que utilizará en los Grundrisse y en Das Kapital, de enorme actualidad en España, uno de los países más neoliberales de Europa, en el cual desde el inicio de la crisis capitalista en 2008 el suicidio es la principal causa de muerte externa de sus ciudadanos, tras haber desbancado a los accidentes de tráfico. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) cada año se quitan la vida 3.145 personas, es decir, casi nueve personas al día.

Sí, sí, el dato es abrumador y debería dar mucho qué pensar. Nos cuentas los materiales que componen la edición que has preparado: estaría tu presentación, el texto de Marx,…

Nicolás González Varela

Hemos intentado realizar una edición sincrónica, que incluye el texto sobre el suicidio pero que abarca los años fundamentales en el exilio en Bélgica, entre 1845 y 1847. Hemos completado la edición con un apéndice documental que incluye materiales originales de Peuchet, (una figura política extraordinaria por su palmarés, considerado un gran estadístico francés), una biografía de su editor en Francia que utiliza Marx, así como textos inéditos de Engels, del considerado primer comunista alemán Moritz Hess y de Marx de la misma época, en pleno trabajo de construcción de la Liga de los Comunistas, que no figuran en ninguna de las ediciones existentes en otros idiomas. El texto de Marx se publicó dentro de una revista política comunista, de intervención en la clase obrera y en la burguesía culta de Alemania, llamada “Espejo de la Sociedad”, Gesellschaftsspiegel, cuyas cabezas pensantes eran Engels y Hess.

¿Qué características tiene el texto marxiano? ¿Es un artículo propiamente fruto de alguna investigación realizada anteriormente? Nos explicas su estructura.

El texto de Marx sobre el suicidio es curioso por muchas razones. Es la primera y última vez que tratará el tema de la opresión de género y la tiranía del pater y mater en la familia burguesa. Se concentra sobre la opresión doble (económica y familiar) de la mujer en la Francia bourgeoise (de los cuatro casos de suicidio que considera, tres son protagonizados por mujeres) y una prueba concreta del influjo en la propia evolución de Marx de los “jóvenes hegelianos”, en especial del primer socialista alemán de la época, Moritz (Moses) Hess, apodado el “rabino rojo” (coeditor, junto con Engels, de la Gesellschaftsspiele). Tiene peculiaridades, se trata casi de un Memoranda, un montaje, en el cual Marx traduce y comenta a Peuchet desde “atrás” de la escritura.

No puede hablarse de un artículo de Marx, sino de una presentación y traducción selectiva y de un uso educativo-revolucionario del fragmento citacional. Por supuesto, no es una traducción literal, sino una transliteración editada, muy similar a la del famoso Hefte Spinoza de 1841, que hemos tenido el honor de editar por primera vez en español en la editorial Montesinos, donde se suprimen partes, se agregan pensamientos propios y se deducen conclusiones a las que Peuchet (o Spinoza) no llega o que están entre líneas; también puede asemejarse al trabajo marxiano sobre el texto de Bakunin sobre Anarquía y Estado, Staatlichkeit und Anarchie (1874-75) o de los extractos y comentarios sobre Morgan en los “Cuadernos Etnológicos”, Ethnologischen Exzerpthefte (1880-82).

Toma pie en Jacques Peuchet, dices. ¿Quién era Peuchet? ¿Por qué se aproximó Marx a las investigaciones del que fuera finalmente un archivero de la policía?

El artículo sobre el suicidio, según un marxólogo de la categoría de Michael Löwry, es una piece unique en la bibliografía de Marx, está fundamentalmente basado en las memorias de un tal Jacques Peuchet (1758-1830), un personaje político de segunda línea, que fue sucesivamente artista, abogado, economista, estadístico y archivero de la Policía ¡durante la Restauración! Participó de la Revolución Francesa, para luego ser parte del partido realista, luego simpatizante de Napoleón. Tuvo una vida dilatada à la Chateaubriand. Nació en 1758, su formación es eminentemente encyclopédiste, muy cercano al abbé André Morellet, escritor y traductor, el mismo al que Diderot le encargó escribir un artículo sobre Religión y Metafísica para la famosa y subversiva Encyclopédie.

La elección de Marx no deja de sorprendernos: no es ni un historiador, ni un economista, ni un político, sino el jefe del archivo de policía. Sin embargo era un notable de la política reformista, un burgués que podía atraer el interés de Marx: personalmente, había llegado a conocer las mejores cabezas de su siglo: Fauchet y Babeuf, Mirabeau y Saint-Simon, el abad Sieyès y Charles Fourier. Peuchet también perteneció a los economistas franceses neosmithianos y creía en la economía política como savoir administratif. Es probable que Marx le conociera indirectamente por sus estudios sobre economía política que empezó precisamente en París. Marx estaba preparando una historia de la Convención revolucionaria y conocía a la perfección los personajes de segunda y tercera línea como Peuchet. No sólo Marx se interesó por las jugosas memorias, infinidad de novelistas y periodistas contemporáneos las utilizaron en extensión, utilizando sus datos e historias para ambientar los bas fonds de cualquier novela dramática o negra, como por ejemplo Alejandro Dumas con su famosa historia del Conde de Montecristo.

Marx escribe su trabajo a los 28 años de edad, dos años antes de la publicación del Manifiesto. ¿Cómo caracterizarías sus posiciones filosóficas en esos momentos?

Es un momento clave, es la etapa de un Marx “joven-joven”, en transición entre un Comunismo filosófico (mezcla de Humanismo feuerbachiano, Hegel sazonado con el anarquismo de Proudhon, que podríamos calificar de radical liberalismo, con el Socialismo obrero francés) que se está enriqueciendo de la propia práctica política de Marx, y el propio proceso acumulativo teórico en torno a la crítica de la Economía Política burguesa. Es un Marx en ebullición, abierto, antidogmático. El Marx de esta época, recordemos que renuncia definitivamente a la Filosofía en cuanto especialidad, es esencialmente negativo en su momento reflexivo: emprende una lucha teórico-ideológica (utilizando todavía un hegelschen Jargon, la jerga joven hegeliana de moda en las vanguardias) y, a la vez, una pretensión de asentamiento y consolidación doctrinaria de la idea comunista. El trabajo de Engels y Marx (junto a Hess) en el proyecto Gesellschatsspiegel sería un “esfuerzo pedagógico” para orientar al deutschen Sozialismus hacia el Comunismo auténticamente científico; se proponían la meta posible y plausible de llegar al Kommunismus como un necesario desarrollo lógico de la propia doctrina de los jóvenes hegelianos. Creo que estamos en la época de la elaboración del trabajo colectivo de La Ideología Alemana, hay mucho de autoclarificación y crítica a posiciones político-filosóficas pasadas.

¿De dónde surge el interés de Marx por un tema como éste? ¿Se aproximó de nuevo a él en otros momentos?

Un doble estímulo, seguramente, una combinación indisoluble de acicate teórico desde el Socialismo francés, como lo destaca en el comienzo de su artículo, y el modo de vida que compartía con las clases trabajadoras alemanas emigrantes. Es muy posible que la temática social (y personal) del suicidio bajo el Capitalismo pueda haber estado influenciada por las vivencias del propio Marx en su exilio de París y Bruselas, lugares en los cuales como un emigrée pobre y desclasado, experimentó la desesperación, la miseria extrema, la exclusión e incluso la tentación del suicidio. El París que encontró Marx era en esa época la “La Mecca del socialismo”, la “Nueva Jerusalén” de las utopías revolucionarias. Se podía hallar los representantes más abigarrados del socialismo de la época: junto a economistas burgueses socializantes (Sismondi, Buret) había socialistas cristianos (Lamennais, Buchez), saintsimonianos (Bazard), fourieristas (Consideránt), socialistas reformistas hegelianos (Leroux, Pécqeur, Proudhon), socialdemócratas prácticos (Blanc, Ledru-Rollin, Flocon), socialismo feminista (Tristán), comunistas científicos (Cabet, Dézamy, Gay), babouvistas (Blanqui, Charavay), etc.

Marx nunca volverá a tratar en profundidad los temas de la opresión de género y familiar, salvo en casos aislados de su obra, una temática tangencial que evoca a este trabajo es el artículo de 1858 “Die Einkerkerung der Lady Bulwer-Lytton” (publicado en el ‘New York Tribune’ del 4 de agosto como: “Imprisonment of Lady Bulwer-Lytton”, el caso de un conservador tory que interna a su mujer en un manicomio), pero no encontraremos algo parecido en toda su obra. Marx descubre, como dirá Orwell, que todos los problemas son problemas políticos y que la política misma es una masa de mentiras, evasiones, locura, odio y esquizofrenia. Un anticipo sorprendente de la consigna “The Personal is Political” que se hizo de masas a fines de los 1960’s, para Marx lo político subsume todas las relaciones de poder (privadas y públicas), que no se reduce a la política profesional burguesa, ni a la competición electoral.

La revista en que se publicó el trabajo de Marx era, según tus propias palabras, una revista socialista minoritaria alemana, ‘Gesellschaftsspiegel’, “Espejo de la sociedad”. ¿Cómo surgió la publicación? ¿Cuáles eran sus objetivos?

El motto de la revista, un proyecto conjunto de Moritz Hess, el famoso Kommunistenrabbi, y el segundo violín de Marx, Friedrich Engels, era todo un programa político: “Órgano de las clases del Pueblo desposeídas y de esclarecimiento de la situación social del presente”. Será una publicación de aparición mensual. Engels le contaba el objetivo en una carta a Marx de la siguiente manera: “lo que a mí me preocupa de una manera especial es que la literatura comunista conquiste el derecho de ciudadanía en Alemania, lo que ahora es un fait accompli…” El programa de la revista (que se incluye por primera vez al lector español en nuestra edición) preanuncia, con tres años de anticipación, muchas líneas político-ideológicas que desembocarán en el Manifiesto Comunista. En este sentido, la Gesellschaftsspiegel será uno de los hitos en el desarrollo de la idea comunista en Marx. El trabajo de Engels y Marx (junto a Hess) en el proyecto sería una suerte de “esfuerzo pedagógico” para orientar al deutschen Sozialismus hacia el Comunismo auténticamente científico; se proponían la meta posible y plausible de llegar al Kommunismus como un necesario desarrollo lógico de la propia doctrina de los jóvenes hegelianos. Engels entendía la revista como un Katalysator en el ambiente de Wuppertal, predominantemente industrial, del movimiento real de los comunistas en general (incluyendo a corrientes ideológicas afines como la del wahre Sozialismus).

Incluyes en la edición un texto –“A los lectores y suscriptores de Gesellschaftsspiegel”- firmado por Friedrich Engels y Moritz Hess. Del primero tenemos noticias; muchas menos del segundo. ¿Quién fue Moritz Hess?

Se trataba de un joven renano, desclasado, autodidacta, renegado, que escribiría el primer libro socialista de la historia en Alemania y que convertiría al Comunismo, gracias a su personalidad y prédica, nada menos que a Engels y Bakunin. Será una influencia duradera en el mismo Marx. Debemos primero señalar que en esta época, 1845-1847, el tándem de agitación&propaganda de ideas comunistas para Alemania estaba liderado por Hess y Engels, estando en un segundo término Marx. Durante esta época del desarrollo político-filosófico de Engels y Marx, Hess, el más radical y productivo de los jóvenes hegelianos, actuaba como un auténtico catalizador. Como tantos otros, Hess permanece a la sombra de los titanes de la época, no tiene lugar salvo como intermezzo y etapa descartable, una antítesis molesta. Su destino le ha colocado en medio de Fichte, Hegel, Heine, Feuerbach, Marx, Lassalle, Bakunin y Weitling.

La propia historiografía marxista, ya sea la “segundointernacionalista” (Mehring, Mayer,) tanto como la “tercerointernacionalista” (Cornu, Lúkacs y la escuela stalinista), lo colocan en un limbo intermedio pero marginal. El Anarquismo no lo considera un retoño propio. Parte de culpa la tienen sus propios textos, inhallables en muchos idiomas (y muchos ilegibles a nuestros ojos), parte de culpa su propia interpretación de qué es una teoría para cambiar el mundo, parte la propia personalidad de Hess, quien nunca enalteció ni pretendió elaborar como marca registrada sus ideas más radicales y novedosas.

Por otro lado Hess quedó impresionado cuando conoció a Marx en 1841, como relata en una carta: “Te alegrarás de poder conocer aquí a un hombre que ahora también formará parte de nuestros amigos… Se trata de una personalidad que, a pesar de que me muevo en el mismo campo, ha producido en mí una enorme impresión. En resumidas cuentas: puedes prepararte a conocer al máximo, acaso el único auténtico filósofo actualmente en vida, que muy pronto, en cuanto se presente públicamente (en escritos y en cátedra) atraerá la mirada de Alemania… Siempre había deseado tener a un hombre así como profesor de filosofía. Ahora me doy cuenta de lo ignorante que soy en el campo de la filosofía pura… El Doctor Marx, así se llama mi ídolo, es un hombre todavía joven (tendrá a lo sumo veinticuatro años), que asestará el golpe mortal a la religión y a la política medievales. Combina la más profunda seriedad filosófica con el chiste más mordaz. Imagínate Rousseau, Voltaire, Holbach, Lessing, Heine y Hegel combinados en una sola persona; digo ‘combinados’, no amontonados. Y entonces tienes al Doctor Marx…”

Hess sólo se equivocaba en una cosa: Marx sólo tenía veintitrés años. Además Hess inauguraba en sus artículos periodísticos un instrumento que luego perfeccionaría tanto Engels como Marx: la co-investigación militante. Tanto a través de sus libros y artículos, había logrado forzar la atención hacia la cuestión social no sólo de sus lectores sino de parte del equipo de redacción y del grupo de filósofos jovenhegelianos de Berlín. Hess, el primer comunista de Alemania, sigue en la oscuridad injusta en que fue colocado hace dos siglos, esperemos que empiece a cambiar esta situación. Además debemos subrayar que Hess había sido cofundador, potencial director (desechado por los inversores por su radicalismo) y colaborador del diario Rheinische Zeitung, en el cual llegará a ser Chief Redakteur el propio Marx, ese extraño laboratorio donde convivían hasta su clausura por el gobierno prusiano liberales de izquierda y jóvenes hegelianos.

Vuelvo al escrito del joven Marx. Señalas en tu introducción, tomando pie en Michael Löwy, que el artículo es una pieza única en la bibliografía de Marx. ¿Por qué?

Aparte por su composición, uso revolucionario del fragmento citacional, muy poundiano, el texto de Marx sobre el suicidio es curioso por muchas razones. Es la primera y última vez que tratará el tema de la opresión de género y la tiranía del pater y mater en la familia burguesa; se observan importantes iluminaciones sobre el problema de género y la crítica a la alienación en el entonces “joven-joven” Marx. El texto se concentra sobre la opresión doble (económica y familiar) de la mujer en la Francia burguesa del Segundo Imperio (de los cuatro casos de suicidio que considera, tres son protagonizados por mujeres, no es casualidad que el otro caso sea el de un desempleado de edad madura). No encontraremos algo parecido en toda su obra esotérica y exotérica. Es de alguna manera un Marx inusual y poco familiar al que estamos acostumbrados.

¿Qué tesis relevante mantiene Marx sobre el tema? ¿El suicidio afecta a unas clases más que a otras en su opinión? ¿La miseria es causa determinante?

En este texto Marx condensa su trabajo y práctica parisina, en especial sus descubrimientos en los Manuskripte de 1844, en ellos ya había definido cómo “la propiedad privada se desprende, pues, mediante el análisis del concepto del trabajo alienado, es decir, del hombre alienado, del trabajo enajenado, de la vida enajenada, del hombre enajenado”. Y el concepto del trabajo alienado (de la vida alienada tout court) “lo hemos obtenido en la economía política como resultado del movimiento de la propiedad privada”. Por primera vez conceptualiza la Entmfredung (El “extrañamiento”) de los trabajadores bajo el capital. El obrero no es ya hombre, sino una merchandise más, pero una mercancía “de las más desdichadas cualidades”, como podemos verlo hoy en día.

Para Marx la alienación y la enajenación, tal como lo planteaba Hegel en la famosa dialéctica del Amo y el Esclavo, afecta a ambos polos del conflicto social, en grados diferentes; a su vez dentro de cada polo de la oposición, se generan dominaciones (dominación de un sexo sobre otro, como la del pater familia o la opresión del marido sobre su esposa o de la sociedad sobre el cuerpo de una mujer) sancionadas jurídicamente por el Estado. Por sobre estos despotismos ancestrales y reconfigurados por la propia revolución burguesa, se le suma la miseria (no del pauperismo) como un complemento más de violencia sistémica y silenciosa. El suicido es un fenómeno multiclasista, socialmente transversal, que se intensifica en aquellos que sólo tienen para intercambiar en el mercado su fuerza de trabajo.

El Viejo Topo

Texto completo en: https://www.lahaine.org/sobre-el-suicidio-de-karl-marx-i

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