Claridad, Uruguay
Griselda Leal Rovira
Permanentemente nos sorprendemos de los cambios acelerados que se están dando en la geopolítica de los últimos años.
A partir de la pandemia, que muchos califican como “plandemia” y cada vez surgen más dudas al respecto, los acontecimientos se han ido precipitando.
Casi nadie hubiera pensado que se iba a desatar una guerra de carácter prácticamente mundial, con formato tradicional pero con armamentos cada vez más sofisticados y letales como la que ya lleva más de un año: la invasión de Rusia sobre Ucrania con miles de pérdidas humanas en ambos bandos y ciudades destruidas.
Pero no se trata de un conflicto solo entre estos dos países. Como ha sucedido desde hace unos doscientos años, siempre detrás de muchos de los grandes enfrentamientos está la mano del gobierno de los Estados Unidos y su afán desmedido de riqueza y poder con sus 800 bases militares a lo largo y ancho del planeta. Este último conflicto tiene las mismas características, y como ya ha sucedido, tira la piedra y esconde la mano. Ahora tiene la habilidad de no enviar sus tropas al frente, pero crea las condiciones para mandar mercenarios y que otros pueblos pongan sus muertos mientras ellos recogen las ganancias.
Pero la guerra con Ucrania no es el único conflicto que tiene en este momento. Estados Unidos, tiene problemas en el Golfo Pérsico con Irán, en el estrecho de Formosa con Taiwán enfrentándose nada menos que con China y con Corea del Norte debido al acercamiento de un submarino nuclear a las costas de Corea del Sur.
La industria del armamento está floreciente y el negocio de la venta de armas prospera de forma lícita e ilícita.
No son hechos al azar, los pasos se van planeando con años de anticipación y de una manera muy bien estudiada, involucrando a otros gobiernos tentados por los beneficios y seducidos por el poder.
Cuesta comprender la postura de Europa a través de la OTAN. Esta organización se creó para combatir el comunismo de la Unión Soviética, comandada por el imperialismo yankee y secundada por la mayoría de los países europeos. Disuelta la Unión Soviética continuó supuestamente como defensa, pero está claro que el cometido es otro, primero provocando a Rusia rodeando sus fronteras y luego enviando armamentos a Ucrania en un enfrentamiento que no ha hecho otra cosa que perjudicar a la Unión Europea, producto del corte de suministros, particularmente gas y petróleo a buen precio que enviaba Rusia y abastecía sobre todo a la industria.
Pero sobre todo su cometido es acabar con una sociedad otrora floreciente, convertirla en ruinas.
La estupidez humana parece no tener límites.
Ahora América Latina y el Caribe están tomando protagonismo. Por un lado Estados Unidos, que siempre la ha considerado su patio trasero y que la explotó todo lo que pudo desde México hasta Tierra del Fuego, vuelve a poner su enfoque, sobre todo teniendo en cuenta que ha perdido guerras en Medio Oriente, pero lo nuevo es el interés de Europa, que otrora también se enriqueció explotando a nuestro continente, ahora tratando de olvidar viejos rencores y con pretensiones de hacer buenos acuerdos.
De todos modos, hay que tener en cuenta que la mayoría de los habitantes de nuestro continente somos descendientes directos de los nativos y los europeos, en particular latinos, que descendieron de los barcos buscando nuevas oportunidades. Además, el viejo continente dio asilo a miles de exiliados políticos en la época del plan Cóndor que asoló estas regiones. Por lo antedicho son muchos los lazos que nos unen.
A mediados del mes de julio pasado, después de ocho años, se celebró una reunión en Bruselas entre la Unión Europea y la CELAC, en la que participaron 33 representantes de gobiernos de América Latina y el Caribe y 27 de Europa. El tema ambiental estuvo en la agenda y entre otros acuerdos los países europeos se comprometieron a aportar (o invertir) 45.000 millones de euros para armar 135 proyectos en la región, que cumplan con las normas ambientales y sociales correspondientes. La próxima reunión ha de realizarse en el año 2025 en Colombia con la presidencia del primer mandatario Gustavo Petro, quien puso énfasis en la preservación de los bosques, destacando la importancia que le da el capitalismo al carbono al que, dijo, hay que reemplazarlo por otros elementos.
El presidente Lula Da Silva ha convocado a los países que tienen en su territorio el río Amazonas para una reunión en la que se discutan y concreten acciones tendientes a preservar la selva, pulmón del mundo.
Los tiempos han cambiado y ya no les resulta tan fácil a los países desarrollados engañar a los gobiernos progresistas de nuestra región, el tema debe pasar por acuerdos en que ambos se beneficien.
Más allá de las ideologías y los matices entre izquierda y derecha, socialismo, comunismo, neoliberalismo o grupos nazis, lo real es que a grosso modo en el mundo hay dos corrientes de pensamiento bien definidas, los que defienden el sistema capitalista y neo liberal a rajatabla, anulando económicamente a buena parte de la población planetaria que les molesta, reservando un sector para que los sirvan y sean explotados, que han de ser minoría, incluyendo a sectores de menores recursos que por ignorancia o a sabiendas los siguen como rebaño, y también están sectores de la población que van despertando, pretendiendo un mundo más justo, más equilibrado, con redistribución de la riqueza, en armonía con la naturaleza y los animales.
Tal como va el rumbo de la “civilización”, la primera opción sería la más sencilla, o sea dejarse llevar por quienes ostentan el poder respaldados por el dinero, aunque el futuro sería incierto, la segunda opción parece ser la más difícil, porque significa la lucha de las grandes masas que primero deben tomar conciencia y luego arriesgarse, incluso hasta con sus vidas, para lograr los cambios, intentando salvar la especie humana.
Aquí incluyo, y de manera más complicada aún, el papel de policías y militares que son parte del pueblo y dependiendo su economía de los sueldos que aparentemente serían pagados por los poderosos, pero la verdad es que surgen del trabajo y el esfuerzo del propio pueblo, en su enorme mayoría no ven la realidad de la gente y actúan como fieras salvajes en contra de quienes se sublevan o se movilizan pacíficamente, siguiendo las órdenes de sus superiores.
Los cambios son más lentos de lo que muchos desearíamos, ya que requieren recursos, educación, comunicación, convencimiento y tiempo para cambiar mentalidades.
En este sistema capitalista tal como está, la democracia no se puede dar plenamente, es una plutocracia, es decir la que está regida por el dinero y el poder, un ejemplo claro está en los Estados Unidos, en que jamás gana una elección quien no tenga una enorme fortuna o no esté muy bien respaldado. El resultado, aunque lento, es que cada vez grandes porciones de la población caen en la pobreza, la desocupación y la marginación.
Ya Hollywood no brilla como antaño, aunque todavía miles de personas, incluidas familias enteras, se arriesgan todos los días a un futuro incierto tratando de pasar la frontera que los lleve a un mundo de oportunidades.
El sistema capitalista está asentado sobre la base de la diferencia económica entre unos pocos que ganan mucho, la enorme mayoría de trabajadores que aportan al desarrollo pero apenas subsisten y los que viven en la indigencia y no son siquiera considerados como personas. Sin ese esquema el capitalismo sucumbiría, por lo cual un cambio es necesario.
Una verdadera democracia es aquella en la que la mayor cantidad de personas sean conscientes al momento de emitir su voto, tengan claro cuál es la propuesta que respaldan y para eso han de crearse las condiciones, con educación y toma de conciencia.
Otro tema es la corrupción en la que lamentablemente han caído la mayoría de los gobiernos, incluidos los que se han apoyado en la izquierda o el progresismo. A este flagelo sólo se le combate con mayor control del propio pueblo, teniendo claro que a nadie favorece y a todos perjudica.
No es la saturación de información el camino correcto, sino la calidad de la misma y la pluralidad en las propuestas. Hoy en día internet y las redes sociales en algunos casos colaboran para lograr mejores metas, contrarrestando en parte las noticias manipuladas de los grandes medios, que además llenan de basura y entretenimientos superfluos las pantallas de televisión, aunque también las redes sirven para el engaño y la manipulación, que suelen ser difíciles de detectar.
Lo importante es que las nuevas generaciones tengan presente el sentido de la solidaridad, la empatía, la hermandad entre los grupos humanos, no importando la raza, el idioma o la cultura, erradicar el racismo, el clasismo y el individualismo que nos lleva al egoísmo. La guerra es el símbolo de lo contrario.
Está claro que el mundo ha perdido el “equilibrio”.
Se oye hablar de bombas de racimo que sembrarían cientos o miles de pequeñas bombas diseminadas por campos que las podrían preservar por años hasta que una persona inocente por accidente las pisara y al estallar perdería la vida o un miembro, como aún pasa en Laos, o bombas nucleares que podrían acabar con naciones enteras y hasta con la vida del planeta.
¿Es que los seres humanos hemos perdido la razón?
Pero seamos optimistas y confiemos en nuestro instinto de conservación, a veces hay que tocar fondo para poder remontar y parecería que estamos tocando fondo.