Por: teleSUR/JM
Publicado originalmente el 1 noviembre 2015
El 3 de noviembre de 1903 Panamá se separó definitivamente de Colombia, luego de la llamada Guerra de los Mil Días (1899 a 1902).
El naciente imperio estadounidense, que en 1823 había proclamado la Doctrina Monroe y el nefasto “America para los americanos”, interviene y auspicia el conflicto fraticida, con el objetivo estratégico de construir un canal interoceánico que le ayudase a controlar el comercio de bienes a nivel internacional.
Panamá, que hacía parte de Colombia desde su independencia de España en 1821, declaró su separación definitiva de Colombia el 9 de noviembre de 1903, pero inmediatamente pasó a estar bajo el control político de Washington.
Para Estados Unidos, Panamá se encontraba dentro del plan hegemónico para controlar la zona marítima que le daría salida al océano Atlántico al Pacífico.
Garrote estadounidense
En mayo de 1879, el francés Ferdinand de Lesseps, quien había completado la excavación del Canal de Suez, presenta su proyecto de canal interoceánico a nivel en el Istmo de Panamá.
La iniciativa, con un costo de 600 millones de francos, sería desarrollada por la empresa “Compagnie universelle du canal interocéanique de Panama”.
El Gobierno de Estados Unidos desplaza de la construcción del proyecto a los franceses con la invasión de 1902, bajo el pretexto de garantizar el “libre tránsito” del ferrocarril afectado por la presencia de “guerrillas liberales” en la zona. En consecuencia, el siguiente obstáculo fue el Estado Colombiano.
«El Canal de Panamá nunca se habría comenzado si yo no me encargaba de eso, porque si yo hubiera seguido los métodos tradicionales (…) dentro de 50 años empezarían los trabajos.(…) En consecuencia, yo tomé Panamá ( “I took Panama”), empecé el Canal y entonces puse el Congreso, no a discutir el Canal, sino a discutirme a mí», dijo en ese momento el presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt.
Las pretensiones de Estados Unidos rompieron también con el anhelo integracionista del Libertador Simón Bolívar, quien alertaría a las nacientes repúblicas sobre las ansias de dominación del nuevo colonizador.
La Gran Colombia, con la dirección de Bolívar, impulsó uno de los proyectos más ambiciosos de la historia latinoamericana con la propuesta de “unión, liga y confederación” que aunaría los esfuerzos de todas las excolonias españolas en aras de conformar una fuerza económica y política de proyección mundial.
Con este propósito fue convocado el Congreso de Panamá de 1826. Por supuesto, Estados Unidos no veía con buenos ojos la conformación de un poder al sur de sus fronteras ni tampoco, en aplicación de la doctrina Monroe, la inclinación bolivariana hacia Inglaterra.
Por eso Bolívar, se esforzó en evitar que Estados Unidos asistiera al Congreso de Panamá. “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miseria a nombre de la libertad”, ya visualizaba el Libertador para entonces.
En Panamá convergen en esta etapa intereses comerciales británicos, norteamericanos y franceses; con una burguesía comercial istmeña (importadora y reexportadora) asociada a estos, que clama por la libertad de aduanas, contra el centralismo y por el federalismo.
Una burguesía sin un proyecto nacional que trascendiera el control y usufructo de la zona de tránsito como socia menor de los intereses extranjeros, cuyo interés era obtener bienestar económico a partir de la construcción del canal.
Poco después se evidenciaría la intención estadounidense, tras el rechazo del congreso colombiano a la “oferta” norteamericana.
A mediados de 1903 se consolidaría la conspiración auspiciada por EE.UU., la Compañía del Ferrocarril y sectores de la burguesía panameña lograrían la separación de Panamá de la República de Colombia.
A escasos 15 días de la anuncioPanamá firma el tratado el tratado Hay-Bunau Varilla, acuerdo con el que Estados Unidos se apropiaba de la zona del Canal de Panamá, garantizando así a explotación capitalista del Canal hasta el 31 de diciembre de 1999.
A final de cuentas, la separación de Panamá de Colombia benefició a Estados Unidos y a un sector acomodado panameño que prefirió la subordinación a Washington antes que seguir comprometida con el proyecto latinoamericanista gestado desde las primeras décadas del siglo XIX.