EL DESCONCIERTO
Raúl Sohr, analista internacional, sobre Venezuela: “Las únicas que pueden hacer caer el gobierno son las FF.AA.”
El periodista compara el rol de las Fuerzas Armadas, las movilizaciones opositoras y la cobertura mediática del conflicto venezolano con la crisis que vivió el gobierno de la Unidad Popular en el Chile de principios de los ’70.
Este miércoles 26 los opositores venezolanos iniciaron una huelga de 48 horas para obligar al presidente Nicolás Maduro a suspender la elección de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC)prevista para el domingo 30 de julio. En total, serán 545 los asambleístas que la ciudadanía está convocada a elegir, en un proceso que sus detractores han criticado duramente por no ser ratificado a través de un referéndum y porque los miembros son electos de forma sectorial.
Mientras, en el país suramericano no se detienen las protestas que iniciaron hace cuatros meses y que han dejado un centenar de muertos, miles de heridos y cientos de detenidos. A éstos, hay que sumarle la muerte de un hombre durante la huelga de este miércoles.
El panorama es incierto en Venezuela y se intensificará en las próximas horas con las movilizaciones y protestas opositoras que, hasta último momento, intentaran bloquear la elección del oficialismo.
Para analizar los distintos escenarios que a partir del próximo domingo pueden abrirse en el país, El Desconcierto conversó con el periodista y analista internacional Raúl Sohr, quien asegura que, pese a las dificultades, el 30 de junio se llevará a cabo la votación y descarta que, tras la jornada electoral, haya una intervención extranjera armada.
¿ Cuáles son los posibles escenarios que la elección de la ANC puede dejar en Venezuela?
Hay una multiplicidad de escenarios: desde una postura dura del gobierno que emplee la Asamblea Nacional Constituyente que resulte para desmantelar la institucionalidad existente; hasta una postura intermedia y negociada en la que las medidas que vaya asumiendo esta asamblea sean negociadas con la oposición; incluso entrar a una negociación con la oposición para establecer un calendario de transición que permita resolver los problemas más urgentes del país.
¿Será la participación el factor clave para dar legitimidad a la elección de los miembros de la ANC?
El proceso que está teniendo lugar es un cambio de las reglas del juego. Ellos tenían una institucionalidad con una Asamblea Nacional elegida y ahora se propone una nueva Asamblea que incluso puede terminar con la Asamblea democráticamente electa. Eso es una violación bastante drástica de las reglas del juego existentes. La oposición ha hecho todo su esfuerzo para impedir la elección del domingo.
En el referendo que la Mesa de Unidad Democrática (MUD) hizo el domingo pasado, señalaron que tuvieron 7 millones y medio de votos. Sin embargo, el gobierno dijo que no, que tenían dos millones y medio y que como en cada papeleta había tres preguntas habían multiplicado por tres [el recuento] y así llegaron a los 7 y medio.
Va a ser clave cuánta gente participa en el proceso teniendo en cuenta que el nivel de convulsión que existe en Venezuela con un paro nacional de dos días, miércoles y jueves, y con un paro cívico anterior, aunque no fue tan exitoso como la oposición esperaba.
Ante la decisión de la oposición de llevar a cabo un “gobierno paralelo”, con ya 33 magistrados del supuesto nuevo Tribunal Supremo de Justicia designados, ¿podríamos pensar que el objetivo final tiene que ver con provocar una intervención extranjera?
La consigna de la oposición es “Hora Cero”, que significa ‘hasta aquí llegamos’, ‘Día D’. Ahora, si el gobierno logra imponer la ANC y la oposición es incapaz de enfrentarlo, van a estar en una situación increíblemente desmejorada más adelante.
Sin embargo, ellos han conseguido éxitos muy importantes a nivel internacional. Estados Unidos se ha manifestado en forma absoluta y habrá que ver cuáles son las medidas rápidas y drásticas que han prometido adoptar en caso que se impusiera la ANC.
La Unión Europea ha sido también muy tajante en rechazar este proceso y, finalmente, Mercosur la semana pasada también cuestionó e impugnó este llamado a elecciones, exigiendo al gobierno de Maduro que se abra a negociaciones. Eso último no es tan sorprendente dado los cambios de gobierno que han habido en Argentina y Brasil. En el frente internacional, Venezuela está tremendamente aislada.
¿Las Fuerzas Armadas (FF.AA.) siguen siendo la clave para sostener el gobierno?
Las FFAA son siempre la clave, no pueden actuar por sí mismas, pero si hay una voluntad de virar y apartarse del gobierno, son decisivas. Las únicas que pueden hacer caer el gobierno son las Fuerzas Armadas. En estos momentos el gobierno descansa en ellas y están tremendamente involucradas en la gestión económica del país. Son decisivas.
Ahora, como están las cosas, no tengo la menor idea de lo que pasa en las FF.AA. venezolanas, para la mayoría del mundo son una caja negra, como eran las FF.AA. chilenas antes del golpe de estado contra el presidente Salvador Allende. Se sabía que había movimientos y oficiales que estaban en desacuerdo con la Unidad Popular, pero hasta el último minuto Salvador Allende confió en Pinochet como un militar leal que le había jurado estar bajo sus órdenes. Fue así hasta que se produjo el giro y vino la sorpresa. Sin embargo, no hay ninguna evidencia de que eso vaya a pasar en Venezuela.
¿Cómo se llegó a radicalizar tanto la oposición en las formas y acciones de protesta que llevan a cabo?
Esto no es nuevo. En Venezuela hubo un intento de golpe contra [Hugo] Chávez encabezado por el señor [Jesús Teodoro] Molina y en el cual también estuvo implicado, de forma soterrada, Estados Unidos. Ha habido permanentemente una acción sistemática para enfrentar al gobierno. La oposición ha sido muy radical en la medida en que se han ido deteriorando las condiciones de vida: el desabastecimientos, la inflación, etc. Por supuesto, hay un número creciente de personas que, si bien apoyaban al gobierno, hoy están en una posición más pasiva y neutral. Eso le ha dado espacio a la oposición para copar las calles, hacer barricadas -trancas, como les llaman ellos-. También, muchas de las medidas que ha tomado el gobierno han ayudado a radicalizar a la oposición. El ejecutivo ha sido muy duro en la represión frente a ciertas situaciones.
Hoy, probablemente, de acuerdo a lo que vimos en la última elección de la Asamblea Nacional, hay una mayoría que cuestiona la presidencia de Maduro, sin embargo, eso no quiere decir que haya una mayoría que apoye a la oposición. Son dos fenómenos distintos. No tengo duda de que existe un malestar en Venezuela, pero eso no quiere decir que la gente quiera el retorno de las fuerzas tradicionales que mantuvieron una desigualdad y niveles de pobreza increíble en el país y que, hasta cierto punto, el chavismo logró revertir durante un período importante.
¿Cuáles son las opciones de estas personas que están en esta postura intermedia?
Algunos de ellos protestan cívicamente, otros son pasivos. En la memoria colectiva de los venezolanos, en alguna parte debe estar lo mal que estaban antes del chavismo. Entonces, la vuelta atrás con estas figuras que están muy claramente ligadas a Estados Unidos y que la gente sospecha que reciben ayuda del exterior es un freno. Una cosa es estar en desacuerdo con el gobierno y otra querer que la Mesa de Unidad Democrática llegue al gobierno.
¿Cree que tiene que ver el factor generacional con las protestas, que ya se extienden por casi cuatro meses?
En todos los conflictos siempre los jóvenes son los que salen a la calle, no es la tercera edad la que sale a tirar piedras y levantar barricadas. Pero si uno ve los barrios donde esto se produce, los mayores incidentes se dan en barrios como Altamira. Eso era lo mismo que teníamos en Chile durante el gobierno de la Unidad Popular: los mayores desmanes se daban en el barrio alto. Allí estaban los grandes caceroleros y las grandes manifestaciones, mientras que en las poblaciones no ocurría eso. Por lo que he observado, se da el mismo fenómeno en Venezuela.
Me tocó participar como observador en elecciones y me correspondió ir a Maracaibo, donde había un colegio del Opus Dei, para gente bien. Allí la oposición sacó el 85 por ciento de los votos. Y en cambio, en las mismas circunstancias, me tocó ir en una población también en Maracaibo, donde la misma proporción de votos fue para el chavismo. Eso muestra una polarización social total.
Como periodista, ¿qué le parece la cobertura mediática que se está haciendo desde Chile, y también desde fuera, de lo que ocurre en Venezuela?
Hay gente que dice que Venezuela es una dictadura. Yo no conozco una dictadura que permita el referendo que convocó la oposición y que puedan salir, como ellos dicen, 7 millones de personas a votar. Trata de hacer esto en China, en Rusia o en cualquier régimen totalitario. O haberlo hecho bajo Pinochet. Usar la palabra dictadura, bajo mi juicio, en estas circunstancias es una ligereza.
Yo leo regularmente El Universal y El Nacional y jamás he visto, bajo una dictadura, que lo medios puedan dar cuenta de forma tan precisa de lo que ocurre, reproducir las consignas opositoras, y tener largas entrevistas con los dirigentes opositores. Creo que Venezuela es una democracia en crisis, no una dictadura.
Venezuela está siendo sometida a una campaña mediática y muy orquestada. Cuando miramos con retrospectiva lo que pasó con la Unidad Popular, como se presentó fuera de Chile el proceso que se vivía en el país, también había una distorsión absoluta. Además, hay que tener en cuenta que la forma cómo se debate en Venezuela es bastante más radical de lo que se hace en Chile, donde incluso en períodos más difíciles hay más mesura. En Venezuela, tanto Maduro como la oposición, hacen denuncias que no tienen ningún sustento y ocurren cosas que quedan en el aire y nadie termina de aclarar. La toxicidad de la pugna que hay se traslada al exterior.